El lugar
Red Hook es un diminuto barrio de Brooklyn, un despojo comparado con la cercana Manhattan. Un amasijo de calles poco transitadas y edificios bajos, definido en 1990 por la revista Life como “la capital nacional del crack”.
Fue allí donde, contratado para trabajar en el taller de su tío, aterrizó hace una década un joven aficionado a las carreras llamado David Trimble. Criado en Alaska, vecino después de Boston, Arkansas o Houston, el desolado Red Hook no parecía el escenario más idóneo para organizar una exitosa prueba ciclista.
Pero, ultracompetitivo y tenaz, Trimble lo logró. En 2008 festejó su cumpleaños con una carrera nocturna de piñón fijo y, desde entonces, la rueda no paró de girar. Ver y sentir a los corredores a toda velocidad sobre bicicletas sin cambios ni frenos sedujo a los primeros espectadores. El formato de la prueba, en un circuito callejero, es perfecto al ofrecer un constante paso de competidores. Y los tatuajes, los peinados, la amalgama de tendencias intrínsecas a mensajeros, fixeros y ciclistas urbanos de todo el mundo completaron el brebaje.
Los directores
Es el día de la carrera, cuyas series clasificatorias se celebran desde la mañana. Entre tantos jóvenes es fácil distinguir a los directores de equipo: van y vienen circunspectos, tensos, con prisas. Además de responsables de unos corredores lo son de una marca: para que su empresa sea alguien en el piñón fijo debe crecer en la escena fixed y, para eso, brillar en el Red Hook Criterium.
David Gómez de Poloandbike, los chicos de Dosnoventa o Xavier Clavería, de Santa Fixie, son habituales en un escenario que viven con tensión y responsabilidad. Si hay un accidente serán los primeros en atender a su corredor. Si los resultados son malos serán los culpables de entre 15.000 y 30.000 euros, invertidos en vuelos, alojamiento, inscripciones o traslado de material, hayan sido desperdiciados.
“Es deporte puro y duro”, explica Gómez, “pero también moda y estilo de vida”. Lo dice el mismo que, en cada prueba, sufre por sus corredores como un padre. Lo dice el mismo que, también gracias a su apuesta por el RHC, hace que su firma venda miles de bicicletas en Europa, Asia o América.
La corredora
Debutó el año pasado, tras competir en todo tipo de disciplinas e, incluso, ser olímpica en los Juegos de Pekín. La chilena Francisca Campos es una bomba: grande y poderosa pero desenvuelta y grácil, Campos es potencia y competitividad sobre la bici y simpatía y encanto cuando se baja de ella.
Sin frenos ni cambios, en la carrera imperan la emoción y la adrenalina. “Se pasan muchos nervios” dice Campos, que concluye casi todas sus frases con una sonrisa, “pero el resto es muy agradable. Todos estamos contentos por participar, rodamos en el pelotón juntos y, si alguien para o traza mal, te tira. Es un poco loco”.
Hace mucho frío tras la entrega de premios, que termina muy tarde. Francisca es una de las que más ganas tienen de beber y bailar en la fiesta de después de la carrera, pero no lo hará: un compañero de equipo ha tenido un accidente y está en el hospital. Nada demasiado grave, pero sería deshonesto, incluso entre gladiadores, celebrar con un camarada herido.
El gladiador
A las 8 de la mañana del sábado 30 de abril, día de la carrera, Marco Hita desayuna un bollo y un café en Dragon Land Bakery, una barata y recomendable panadería china en el Soho de Nueva York. Después sube con dos de sus compañeros de equipo y su novia a recoger sus bicicletas a la diminuta y modesta habitación de motel que han alquilado para el RHC.
Hita no lo sabe pero, 14 horas después y en la primera curva de la carrera final, el motorista que lidera la prueba será incapaz de arrancar su montura. Los corredores, que saldrán como flechas, se estrellarán contra él como moscas en un parabrisas. Podría haber sido terrible, pero Hita apenas recibirá unos puntos de sutura en la mano.
“Lo probé hace cuatro años, y engancha”, cuenta Hita. Es un chico de 27 años, guapo y educado, y tanto él como su novia (con quien tiene una marca de ropa ciclista, Arrueda) irradian ilusión y entusiasmo. “Lo que distingue al corredor bueno del malo es, en primer lugar, el miedo, sobre todo en las últimas vueltas. A muchos se les huele a la hora de trazar. Notas que vas por encima de tus posibilidades y tienes que confiar ciegamente en los demás, pero cuanto más nivel tiene la carrera, más segura es. No siento miedo. No lo puedo sentir”.
La gran marca
Sólo un ignorante piensa que todos los ciclistas somos iguales: el parecido entre un adicto a la montaña y uno de estos chicos se reduce al amor por un cuadro, los pedales y dos ruedas. Las grandes marcas también conocen las diferencias: la montaña y la carretera son negocios vitales y multimillonarios, el urbano es casi anecdótico y, por extensión, el piñón fijo y el RHC rarezas. Hasta que Specialized decidió, este año, irrumpir como uno de sus principales sponsors .
Su responsable de marketing en España, Yuriy Tomas, es inteligente y mide mucho sus palabras. Pero este antiguo campeón del mundo de descenso, participante en innumerables pruebas de todo tipo de modalidades, es una metralleta si le preguntas por los corredores de criteriums.
“Es la bicicleta en estado puro. Es pura tracción animal, todo espectáculo. Admiro el valor, la técnica y el entrenamiento que requiere manejarse, entre farolas y bordillos, a 70 kilómetros por hora en una carrera así”. Tomas asegura que “es envidiable, pero no les envidio, porque rozan lo heroico. Cualquier percance, cualquier mínimo fallo, les puede costar muy caro. Es la Fórmula Uno del ciclismo. Es un rollo kamikaze”.
La escena
Me lo cuenta, tomando un carísimo vino blanco, una vieja amiga afincada desde hace muchos años en Brooklyn. “Aunque la gente no lo sepa Nueva York puede ser tranquila. Se puede hacer vida de barrio, pasear con calma, descansar. Pero es verdad que siempre hay mil cosas que hacer. Siempre está ocurriendo algo”.
Una de esas cosas que ocurren es el RHC. Su repercusión no es demasiado grande en la ciudad más bulliciosa del mundo, pero basta para reunir a gente de más de 50 países. La gran carrera final es una magnífica excusa para que durante una semana, la Crit Week, un montón de locos del piñón fijo pedaleen, beban y pasen inolvidables momentos.
“Brooklyn es muy grande”, explica el fotógrafo y bloguero Roman Siromakha, un ucraniano afincado desde tiempos inmemoriales en Nueva York, “pero la cultura ciclista es muy fuerte y el RHC es el nexo que nos une a todos. Negocios, restaurantes, cafeterías o tiendas de bicis hacen descuentos, celebran fiestas y colaboran con la carrera. Todo el mundo es bienvenido y todos nos animamos a participar. El RHC ha hecho un trabajo fantástico: unir al colectivo ciclista neoyorquino”.
El jefe
Es difícil distinguir al Red Hook Criterium de su creador, David Trimble. Ambos se manejan como un único organismo, lo que se refleja en la omnipresencia de Trimble en la carrera. Trimble da la vuelta de “reconocimiento” y todos los corredores le siguen como monaguillos. Trimble da la salida y es el protagonista en la entrega de premios. Trimble es el responsable de que una anecdótica quedada de amigos se haya convertido en la carrera de piñón fijo más importante del planeta.
Fue él quien convirtió algo peligroso en un fiesta cool para todo tipo de marcas, y quien transformó un mundo de oscuras carreras ilegales en escaparate de tendencias. Fue él quien, con esta carrera nocturna, sacó a la luz a magníficos deportistas, y quien reveló en todo su esplendor una forma de vida en torno a la bicicleta.
“El RHC está concebido para excitar al espectador”, reconoce en exclusiva Trimble a Ciclosfera. “Es una carrera simple y llena de adrenalina y, como es tan espectacular, atrae a miles de personas aunque no sean fanáticas del ciclismo. Hay espectadores de todo tipo, lo que lo vuelve muy atractivo para marcas ajenas al sector”.
Aunque circulan rumores en este sentido, Trimble niega que la Unión Ciclista Internacional (UCI) se haya interesado por sumar el RHC a su calendario. “En principio no me opondría”, asegura este lince de los negocios, “porque estoy abierto a hablar con cualquiera que quiera que tanto la carrera como la cultura ciclista crezcan”.
¿Hacia dónde se dirige ese crecimiento? “Desde que la carrera nació, el número de espectadores y competidores se ha triplicado en cada edición. Tenemos que reinventarnos constantemente”, cuenta Trimble, “porque lo que funcionaba antes ya no sirve al crecer tanto la audiencia. Eso es lo más difícil, prever cuánto creceremos porque si te quedas corto lo pagarás todo el año, pero al mismo tiempo hemos de saber conservar el espíritu de esta locura”.
Sin fronteras
Tras la carrera, agotado tras un interminable día, vuelvo al Nomo Soho Hotel en un coche de Uber junto a una pareja de desconocidos. Vienen también del RHC, pero no tenemos mucho en común: son guapos y exitosos, visten bien, están eufóricos. Son ciudadanos del mundo, de un mundo lujoso, parecidos a los que asistirán al RHC de Londres, Barcelona o Milán.
La capital inglesa tiene una prueba del RHC desde 2015. No sólo por ser una de las principales urbes del planeta y tener una cultura ciclista creciente, sino porque además es el corazón financiero de Europa y un lugar estratégico para el principal patrocinador del RHC, Rockstar Games, la empresa de videojuegos que vende, el mismo día de su lanzamiento, 60 millones de unidades de su producto estrella Grand Theft Auto.
Milán cerrará este año, otra vez, la temporada Red Hook. Fue la primera ciudad europea “evangelizada” por Trimble, quien en un viaje a Italia conectó con la comunidad ciclista local. La primera carrera allí fue en 2010, y su éxito provocó una lluvia de solicitudes desde distintos lugares del mundo para organizar una prueba local.
Turística, bellísima y llena de bicicletas, Barcelona fue la elegida. El espectáculo aterrizó en 2013 gracias al entusiasmo de Ferrán Bartolomé, implicado en el colectivo Enciclika y organizador, desde hace lustros, de decenas de eventos. “Ferrán tenía mucha experiencia y mostró pasión por nuestro proyecto”, cuenta Trimble, “así que entendí en el acto que podía confiar en él. Le necesitaba: cada ciudad tiene su propio carácter y distintos desafíos, y comprenderlos para adaptar la atmósfera del RHC a cada escenario es complicado. En el caso de Barcelona, lo hemos conseguido: todos coincidimos en que la carrera de allí, que será el 27 de agosto, es la más espectacular de todas”.
- Lee aquí la entrevista completa a David Trimble.
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