Durante los últimos años nos hemos cruzado en distintos actos relacionados con la bici con Miguel Ángel Medina, pero hasta ahora no habíamos podido detenernos a mantener una charla en profundidad sobre su trabajo y, por supuesto, su relación con la bicicleta. Muy activo en Twitter (donde se hace llamar ‘Loco del pelo rojo’), no dudó en atender a nuestra llamada para valorar, juntos, la situación del ciclismo urbano en Madrid, donde reside desde hace años.
Trabajas en el periódico El País desde… Entré en 2007, y desde entonces he ido pasando por distintas secciones. Estuve seis años en Redes Sociales, otros cuatro en El Viajero, después pasé a la sección de Madrid y, desde hace un tiempo, estoy en Sociedad, haciendo sobre todo noticias sobre medio ambiente, movilidad y consumo responsable.
En estos catorce años, ¿cómo crees que ha evolucionado la mirada del periódico hacia la movilidad sostenible y, más en concreto, el ciclismo urbano?
Al principio, desde dentro del propio periódico se veía como algo muy minoritario. Pero, en este tiempo, simplemente cada vez más empleados del periódico íbamos en bicicleta. Pablo León, por ejemplo, fue la referencia, yendo en bici al trabajo y con el blog I Love Bicis, que ahora compartimos. Hace dos o tres años fui a hablar con la empresa para pedirles que nos pusieran un aparcamiento de bicicletas y, ahora, en un día con buen tiempo puedes encontrar 20 ó 25 bicis aparcadas ahí. La gente suele ir en coche, o en metro, pero es cierto que cada vez más vamos en bici.
Y tú, ¿por qué lo haces?
Porque me encanta pedalear, cada día, esos diez kilómetros a la ida y a la vuelta. Es como ir al gimnasio. Tardo incluso menos que en metro. Y, sobre todo, porque sales de periódico con la cabeza como un bombo, y ese recorrido pedaleando me relaja. Voy pensando, me distrae, me entretiene… Me sienta bien.
¿Qué bici tienes?
Una urbana polivalente, una Trek 7.1. La equipé con un par de alforjas y, la verdad… muy contento. La subo a mi casa porque es ligera. En el trabajo la dejo en el aparcamiento. Y, cuando voy a algún sitio, le pongo un par de candados buenos y nunca he tenido ningún problema.
"Salgo del periódico con la cabeza como un bombo, y volver a mi casa en bici me relaja, me sienta bien"
¿La usas cuando vas a hacer artículos para el periódico?
Depende de a dónde tengo que ir. Si es ir a un sitio único, a una entrevista, voy con mi bici y, al llegar, me cambio de camiseta si he sudado. Pero cuando tengo que estar yendo de un lugar a otro, suelo usar BiciMAD. El metro… es muy raro que lo use, si acaso cuando tengo que irme todavía más lejos. Porque lo cierto es que, en bici, estoy acostumbrado a callejear por el centro, y tardo mucho menos que en coche.
Todo, por supuesto, por Madrid. ¿Cómo está el ciclismo urbano en la ciudad?
Es una ciudad hostil para el ciclista, y lleva muchos años sin despegar. Porque hay muchas ciudades que están construyendo infraestructura, y eso ha traído una explosión de nuevos ciclistas. En Londres hicieron autopistas ciclistas, y pese al clima se han llenado. En París llevan tiempo con nuevos carriles bici, se pusieron manos a la obra con vías ciclista provisionales por el coronavirus, y la ciudad vive una explosión del ciclismo urbano. En cambio, en Madrid.. casi nada, o nada. El gobierno municipal anterior estuvo muy tímido, y el actual no quiere hacer nada más allá de cambios cosméticos. Y eso que, en Madrid… la gente no usa la bici porque tienen miedo. Y yo lo entiendo, porque si ya da miedo usar, uno solo, un carril 30 rodeado de coches, autobuses y motos a toda velocidad, como para pensar en moverte, por ejemplo, con un niño. Y es una pena, porque si se hicieran infraestructuras en las principales avenidas de la ciudad se llenaría de ciclistas. Porque Madrid no es tan grande, tiene un muy buen clima y, si no quieres sufrir en las cuestas, puedes usar una eléctrica.
A veces, caminando por Madrid… Parece que estamos en los años sesenta. Lleno de coches. Solo falta que sean Seat 600 para parecer que hemos viajado al pasado, en lugar de al futuro.
Sí… Es tremendo. Quizá también tenga algo que ver con el llamado “movimiento calzadista”, que le hizo el juego y le vino muy bien al lobby inmovilista y automovilista. Un movimiento, ir contra los carriles bici, que le viene muy bien a los que quieren que el coche no pierda ni un ápice de espacio. En realidad, son cuatro personas defendiendo esa postura, pero a veces marcan la agenda.
¿Qué pasa en Madrid? ¿Por qué no se avanza, por qué surgen esos movimientos?
Por partes… Con Manuela Carmena pasaron dos cosas. La primera es que nombró a Jose Manuel Calvo como concejal de urbanismo, y Calvo no creía en la bicicleta. Había reformas previstas que incluían implementar carriles bici, pero en lugar de eso se hicieron truños, como el de la calle Atocha o Gran Vía, que simplemente te hacen sentir inseguro y no se usan porque no sirven para nada. Y con Carmena pasó otra cosa: los grandes medios pusieron una lupa gigante para amplificar y, por extensión, polemizar sobre posibles cambios. Hubo otros ayuntamientos del cambio, como Barcelona, Valencia o Cádiz, que también fueron objeto de la lupa de los medios, pero no tan amplificada como en el caso de Madrid. Así que cada avance implicaba el triple de pelea, y encima se podía argumentar que el debate generado impedía tomar las medidas previstas.
Lo de Madrid… ¿Tiene solución?
Yo soy optimista. Creo que la gente va tomando conciencia de que hay que apostar por la bici. He seguido muy de cerca el movimiento Carril Bici Castellana, surgido de la sociedad civil, y veo que cada ve tiene más fuerza. Que los ciudadanos se movilizan y manifiestan. Y que si esa movilización, esa convicción de la sociedad, sirvió para cambiar ciudades como Amsterdam, por qué no va a pasar lo mismo en Madrid. Si los políticos no se quieren enterar, tendremos que protestar hasta que nos hagan caso. Lo que es indudable es que la gente está cada vez más concienciada de que necesitamos transporte sostenible, pero también activo, saludable, y la bicicleta lo tiene todo. Todo eso caerá por su propio peso. Pero costará, porque nos gobiernan políticos con mentalidad de los años sesenta y que solo piensan en el coche. Y el coche no es el futuro, no es la solución, sean de gasolina, diésel o eléctricos.
"Nos gobiernan políticos con mentalidad de los años sesenta y que solo piensan en el coche. Y el coche, sea gasolina, diésel o eléctrico, no es la solución"
¿Hasta qué punto un gran medio de comunicación es libre de criticar los coches, o reflexionar sobre lo absurdo que es usarlos… cuando gran parte de los ingresos de publicidad que reciben vienen de ese sector?
Hay un hecho: la industria que más se anuncia en los medios de comunicación, sean periódicos, radios o televisiones, es la del automóvil. Fabricantes, concesionarios, aseguradoras… No importa, de ahí viene la publicidad. Una publicidad que, además, nos machaca con algo, un coche, que no tendríamos que cambiar cada poco tiempo. Y, por otro lado, es evidente que los medios de comunicación, especialmente los periódicos, viven una crisis de financiación enorme, y que esa publicidad es importantísima. El resultado… Que, aunque todos digamos estar muy concienciados, son pocos los que quieren cambiar nuestro modo de vida. Pocos se atreven a decir que no todas las familias, no todas las personas, tienen que tener un coche, o mejor dos. Porque decir eso supone que te llamen comunista, bolivariano… Pero hay algo cierto: si no lo cambiamos, nos vamos a pique. Y en esa dicotomía vivimos.
Con el confinamiento parecía que cambiarían algunas cosas. Que quizá el drama de la pandemia aceleraría procesos. ¿Ha sido así?
Efectivamente el confinamiento, el ver el aire más limpio, el volver a escuchar a los pájaros en la ciudad, despertó cierta conciencia medioambiental. Pero para que eso se sostenga en el tiempo hacen falta medidas que lo hagan permanente. Ciudades como París están cambiando para acercarse a eso pero en otras, como Madrid, volveremos a lo mismo… o incluso a algo peor, porque el miedo a los contagios ha penalizado con fuerza el transporte público. ¿El resultado? Un repunte de coches, un auge del transporte privado y contaminante que no parará a no ser que las autoridades hagan algo. Y, como en Madrid no se hace… Nos vamos a asfixiar.