La fotógrafa recorría la ciudad a la búsqueda de cosas únicas. Quería encontrar una hazaña cotidiana, captar un movimiento poético, inmortalizar un inconfundible gesto. La fotógrafa aspiraba a retratar la libertad, denunciar las ataduras, elogiar el esfuerzo. Soñaba con transformar lo corriente en magistral y mezclar, en su cámara, prosa y poesía, realidad y magia. Hasta que se miró en un espejo, bajó de su bicicleta y, con un gesto concentrado, se fotografió a sí misma.