En este caso, la medida no es política, sino casi judicial. El propio Mark Rutte (que forma parte del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, de perfil liberal y ubicado en el centroderecha) ha reconocido que la nueva limitación le parece una medida “apestosa”, pero las cortes así lo han obligado. El motivo, sobre todo, es que esa reducción de 30 km/h permitirá reducir notablemente la emisión de dióxido de nitrógeno, generado en gran parte por los vehículos a motor y muy negativo para los sets humanos.
La nueva medida convertirá a los Países Bajos, junto a Chipre, en el país con los límites de velocidad más bajos de la Unión Europea. Hay excepciones (por ejemplo, los coches podrán circular hasta a 130km/h entre las siete de la tarde y las seis de la mañana, pero se considera que entre esas horas sólo se producen el 8% de los desplazamientos motorizados), pero también la firme convicción de que medidas así ayudarán a combatir la polución. La multa para los que incumplan la medida será de 234 euros.
Por eso, desde otros lugares ya se están movilizando para pedir la adopción de prohibiciones similares. Es el caso del Reino Unido: en el periódico The Guardian se ha organizado un debate en el que se discute sobre si algo parecido debería hacerse. David Walker, por ejemplo, argumenta que reducir de 130km/h a 100km/h la velocidad al circular en un automóvil implica consumir un 17% menos de combustible, lo que permitiría reducir enormemente las emisiones de hacerse de forma masiva, considerando que el consumo de un litro de petróleo genera 2,3 kilos de dióxido de carbono (que sube hasta 2,68 kilos si se trata de un litro de diesel).
Walker explica que el 21% de las emisiones de dióxido de carbono en la UE en 2016 procedían de los vehículos de transporte en carretera, por lo que es urgente reducir su producción de gases contaminantes. ¿Sería una buena forma de hacerlo limitando su velocidad máxima?
Por supuesto, también en España se han tomado este tipo de medidas, pero siempre puntualmente y en episodios de alta contaminación en las ciudades. Así, por ejemplo, Madrid ha limitado la velocidad máxima en la carretera de circunvalación M-30 en distintas ocasiones (pasando de 90 a 70km/h).