No hace falta leer sesudos libros de emprendimiento para entender su éxito: Kleta es original, lógica y sostenible. Su imagen, fresca y atractiva. Y su CEO y cofundador, Falk Siegel, una de esas personas con las que al minuto te embarcarías en cualquier aventura.
La de Kleta empezó cuando Falk iba pedaleando al colegio en su ciudad natal, Bremen (Alemania). Pero fue en Bogotá o en Londres cuando vio lo importante que era la bici en su vida. Y, también, las muchas "excusas" que la gente ponía para justificar el no usarla. Los robos. La mecánica. El coste de comprar una. "Al mudarme a Barcelona", recuerda, "surgió la gran pregunta: ¿Cómo disfrutar de las ventajas de tener una bici sin esos problemas?".
En Barcelona también conoció a Diego Casabe, un argentino que también se movía pedaleando. "Conectamos en el acto", dice sonriendo Falk, y cuando Diego le contó que usaba el sistema de bicicleta compartida Bicing y se enfrentaba a diario con obstáculos (no encontrar bicis en las estaciones o su mal estado) decidieron crear algo nuevo. "Sabíamos que no sería fácil", reconoce Falk, "pero hicimos de la necesidad virtud, y decidimos validar por nosotros mismos el concepto alquilando unas cuantas bicis y dejándoselas a amigos. ¿Qué pasa al aparcarlas en distintos lugares de la ciudad? ¿Qué mantenimiento exigían?"
Huella real
Dos años después, son muchas las Kleta que puedes ver en Barcelona, Valencia y Sevilla, y el proyecto cuenta con inversores como Marc-André ter Stegen y Marc Gasol. "Siempre me ha encantado jugar al fútbol y, por casualidad, un día me llamó un amigo para echar un partido en el que coincidí con el representante de Ter Stegen. Todo encajó: Marc-André no invierte para ganar dinero, sino que tiene una conexión muy especial con Barcelona, quería mejorar la ciudad y Kleta lo hace". Respecto a Gasol, Falk cuenta que el baloncestista visitó Lanzadera Valencia, una aceleradora e incubadora de empresas, y conoció a su socio, Diego. En Kleta encontró una buena forma de impactar y cambiar las ciudades. "Si conoces a gente así y les hablas sólo de dinero vas mal", reconoce, "porque buscan algo distinto. Construir una relación. Generar un impacto positivo. Dejar una huella tangible”.
A sus casi 30 años, Falk parece el tipo perfecto para pedirle consejo a la hora de emprender. "El primer consejo es atreverte, no tener miedo a fallar. Los genios que descifran las necesidades de la gente son pocos: lo habitual es probar, confundirte, aprender". Su segundo consejo es “cuestionar siempre todo. Sé un niño, no des nada por supuesto, duda de lo escrito. No repitas lo que ya está hecho y sólo así ofrecerás algo diferente".
Antes de dejar que se pierda por las calles de Barcelona en una de sus bicis de rueda amarilla, quiero preguntarle algo importante: su sueño. Y ahí no tiene dudas: "Impactar en la vida de las personas. Que la gente aparque el coche o la moto y se dé cuenta de hasta qué punto es mejor moverse en bici. Eso es lo que me motiva a diario, lo que me eriza la piel. Me emociona ser parte de ese cambio, ver las ciudades llenas de bicis. ¡Y, claro, si tienen la rueda delantera amarilla, mejor!"