¿Cuáles son tus primeros recuerdos en bicicleta?
No era un niño demasiado precoz en las tareas físicas, recuerdo, por ejemplo, haber tardado mucho en aprender a nadar, pero sí que me gustaba mucho la bicicleta. Creo que me enseñó mi padre, que mi primera bici la heredé de mi hermano… De lo que estoy seguro es de que vivíamos en una urbanización en el campo, en Paracuellos del Jarama (un pueblo de Madrid), y que me movía permanentemente en bicicleta. Después, cuando crecí, dejé de usarla y perdí el hábito. Pero muchos años después volví a cruzarme con una, en Ibiza, y recuperé en el acto viejas sensaciones infantiles.
Esa bici era una Freeel, una e-bike como la que usas ahora.
Efectivamente. Un buen amigo, Dani Tizón, decidió crear Freeel. Desde el primer momento me pareció muy una apuesta muy interesante, pero todavía más cuando probé la bicicleta. Tanto que, ahora, es mi medio básico de transporte, sobre todo porque me permite llegar mucho más rápido a todas partes y, a la vez, tener la sensación lúdica que también me apasionaba de pequeño.
¿Cómo defines esa sensación ludica?
Con juegos de la niñez… En mi caso, cosas como montar a caballo. O a alguien a quien le guste jugar al fútbol, como volver a darle una patada a un balón. Dicen que nunca olvidas montar en bici, y es cierto: recuperas en el acto sensaciones como la independencia, la libertad, el llegar rápidamente a todas partes. Cosas que tengo muy asociadas a la niñez.
En la actualidad, ¿cómo es moverse en bici en Madrid?
Va cambiando y, si la terminan de preparar, cambiará mucho más. Soy una persona precavida y suelo desplazarme por el centro, por rutas que ya conozco. Cuando la comparo con otras ciudades me doy cuenta de que no está preparada, de que apenas hay caminos bien preparados para pedalear… Pero creo en los cambios silenciosos. Creo que la creciente presencia de ciclistas en las calles terminará generando un cambio político, y que gobierne quien gobierne se apostará por la bici.
¿Por qué esa apuesta se hace esperar tanto?
No sé hasta qué punto es culpa de los políticos, de los propios ciudadanos… Lo cierto es que hay esfuerzos, aunque tibios, por hacer el centro de la ciudad más peatonal, más ciclista. Pero me da miedo que ese esfuerzo se eche para atrás. Porque lo que tengo claro es que hay que liberar a las ciudades de coches; entre otras cosas, por la contaminación.
¿Cómo invitarías a la gente a pedalear?
Quizá, desde pequeños, nos deberían educar para no estar tan pendientes del coche. De que no hay que usarlo hasta para ir a la vuelta de la esquina. Mi padre me enseñó a conducir muy joven, para que lo viera como algo normal, y que después no lo usase con ansia. Funcionó, porque nunca me ha atraído demasiado.
¿Cuándo explotará la bicicleta urbana en España?
Cuando se imponga el sentido común. Acuérdate de la ley anti tabaco.. Mucha gente pensaba que sería el fin del mundo, de la hostelería, y ahora no lo cuestiona nadie. Soy optimista, y creo que ese momento está cerca. Porque es de cajón: las ciudades deben ser para los peatones y los ciclistas.
Si te pregunto por cine y bicicletas…
¡E.T. El Extraterrestre! Es uno de los grandes homenajes a la bicicleta, sin duda. Y, encima, en esa época (1982) yo era un crío, y me movía en bici… ¡Recuerdo que cuando salíamos a pedalear todos jugábamos a E.T. y queríamos ser Elliott!
¿Qué proyecto tienes ahora?
Una miniserie, basada en el cómic El Tesoro del cisne negro, de Paco Roca y Guillermo Corral. Es una historia muy optimista, que creo que se aleja de mis últimos trabajos (NOTA: la serie acaba de estrenarse, con el título de La Fortuna).
¿Qué te lleva a elegir un proyecto?
La historia, que tenga cosas que me apetezca contar. Por eso, a veces, parece que voy lento… Tengo que encontrar historias que me apetezca mucho contar.
¿Qué se aprende al dirigir una película?
Mucho, porque para hacer cine y contar esa historia tienes que estudiar. Por ejemplo para mi último largo, Mientras dure la guerra, tuve que sumergirme en libros de historia o la vida de Franco o Unamuno. También contar con asesores, que estaban presentes hasta en el rodaje… Y, al final, me di cuenta de que en la película hablaba más de nuestra propia identidad que de la Guerra Civil en sí.
Sobre esa identidad española… ¿Cómo somos?
Como te decía antes, soy una persona optimista. Está claro que las cosas están revueltas, pero creo que en España se vive bien. No nací aquí (nació en Santiago de Chile en 1972), pero me tocó vivir aquí y es el lugar en el que me siento cómodo, donde me gustaría envejecer y morir.
¿Como vives los tiempos actuales?
Situaciones como la del coronavirus nos harán asumir que habrá cambios inevitables. Que tendremos que sufrir, y que también lo harán las generaciones posteriores. Pero eso mismo hace que me gusten las bicicletas, que me identifique e involucre con ellas, porque creo que son cosas que nos permiten vivir en la dirección correcta.