La máxima victoria es la que se gana a uno mismo.
Incluso entre los rascacielos de la enorme y moderna Yokohama es posible hallar la paz. El monje budista Kosuke Masuda lo ha logrado, y su paz interior se refleja en su obra sugerente y sinuosa. Hijo de escultor y costurera Masuda vive en un templo, y en otro templo nació. "Lo único que me dejaron mis padres", dice, "fueron varias esculturas y una bicicleta, una Colnago Arabesque de 1983. Amo usarla, porque así siento las mismas cosas que sintieron mis padres en ella".
El dolor es inevitable; el sufrimiento, opcional.
Fue en 2004 cuando, sabedor de su talento y su pasión por las bicis, un amigo pidió a Kosuke que tallase el manillar de su máquina. Impresionado por el resultado un tercero le pidió hacer lo mismo con su montura, una deportiva 3rensho, que terminó expuesta en San Francisco y enamorando a Brendt Barbur, creador del Bicycle Film Festival, que difundió a los cuatro vientos la destreza del monje artista japonés.
El odio nunca extinguirá al odio, sólo se apagará a través del amor.
"Amo las bicicletas", dice Kosuke. "Amo mirarlas, montarlas y decorarlas. Son máquinas funcionales, bellas, obras de arte como nunca podrán ser los coches". Para él, padre de dos hijos, "el ciclismo me hace reír, me hace sentir en la tierra". Como si fueran las serenas figuras del templo de Borobudur, Kosuke esculpe potencias, manillares, sillines o platos. "Medito, pinto, grabo y tallo", cuenta, "y me gusta hacerlo delante de mi familia porque me divierte enseñar a mis hijos cómo se consiguen las cosas. Uso las bicicletas como forma de expresión artística porque conjugan funcionalidad y arte, porque tienen formas bellas y están repletas de superficies y piezas hermosas y prácticas".
Duda de todo. Encuentra tu propia luz.
Además de talento y la Colnago heredada Masuda tiene una 3rensho, una Watanabe y una Gan Well Pro de carreras, una Tange de carretera de 1989 y una Surly con la que pasea a su familia. Respecto al talento, dice que "crear es analizarme a mí mismo. El arte mezcla los cinco grandes elementos: la tierra, el agua, el fuego, el viento y el cielo, y permite transformarlos todos en un sexto elemento que es mente y alma. Yo me explico a través de esos cinco elementos, y mi anhelo es sólo uno: detener la destrucción de la naturaleza y que no haya más guerras".
Vale más una palabra de paz que mil palabras inútiles.