Llaman a la zona “el Do-Ho Porteño”, lo que deja clara su gentrificación y, para los más entendidos, su situación geográfica, ya que se refiere al corredor formado por las calles Donado y Holmberg. Hablamos de una zona de moda al noroeste de Buenos Aires, cerca de Villa Urquiza, Belgrano o, en concreto, Coghlan, un arbolado y tranquilo barrio con aire inglés que evidencia la enorme variedad de paisajes y ambientes de los que puede presumir la ciudad.
La zona, situada al noroeste de Buenos Aires, está junto al precioso y muy especial barrio de Coghlan
Un espacio, el llamado corredor Donado-Holmberg, más vivo que nunca gracias a un milagro: lo que ahora son calles llenas de vida, animados restaurantes y bonitos edificios estuvo a punto de ser una autopista. Osvaldo Cacciatore, el militar que gobernó Buenos Aires durante gran parte de la última dictadura, quería construir allí la que se llamaría Autopista 3, un mastodóntico proyecto por el que se expropiaron casi mil viviendas y que, aunque paralizado con el fin del régimen militar, dejó fracturada la zona, con cientos de casas abandonadas que pronto serían ocupadas.
Innovación y contexto
Pero, con el paso de los años, edificios más modernos (con amplias terrazas, rodeados por anchas aceras y mucho acero y cristal) repoblaron el barrio. Y es ahí, en una de las esquinas de ese corredor Donado-Holmberg, donde en 2018 se construyó Casa HO. Según sus creadores, los arquitectos del estudio Grupo Uno en Uno, “un edificio de apartamentos que toma lo más destacado del barrio, realza su identidad y acomoda con elegancia su propuesta innovadora, radical, pero sensible al contexto”.
En la planta baja del edificio, que ocupa unos 12.000 metros cuadrados, encontramos un espacio comercial en el que durante un tiempo hubo una cafetería, Zsolt. Mientras, en los pisos superiores, hay según Grupo Uno en Uno “una mezcla de tipologías que van desde apartamentos tipo estudio hasta algunas unidades de cuatro y cinco ambientes, con sus propias terrazas equipadas con césped natural, parrilla y hasta una pequeña piscina”.
Apuesta por el ciclismo
No es eso lo que nos llama la atención, sino la rampa para bicicletas que recorre todo el patio central de la construcción, desde la planta baja (nace en el hall de entrada, junto a un mural del reconocido artista gráfico Francisco Pastel) hasta el quinto piso, y que permite recorrerlo por completo y hasta aparcar tu bicicleta en una serie de estacionamientos estratégicamente ubicados en cada piso (con, atención, ¡espacio para cuarenta bicicletas por piso!).
Una rampa para bicis conecta los cinco pisos y una serie de aparcamientos con espacio hasta para cuarenta bicicletas por planta
Como explican los arquitectos, “la rampa genera en el patio del edificio un paisaje cuyo exotismo adquiere valor por sí mismo, y consolida una propuesta bike friendly que nace de nuestra apuesta concreta y radical sobre el uso de la bicicleta como transporte urbano”. Curiosa broma del destino: lo que podría haber sido un mar de ardiente asfalto salpicado de coches es, ahora, un edificio que resulta en sí mismo un homenaje al ciclismo. Un bloque que, además, va de la mano de la bici desde el primer día: cuando en 2015 se empezaron a vender sus pisos, los responsables pusieron en marcha una curiosa promoción: regalaban una preciosa bicicleta (muy parecida a la Aurorita, todo un emblema de la industria ciclista local) hecha en colaboración con la marca porteña Monochrome Bikes.