No: los soldados vencedores que durante años habían vivido el infierno no eran ángeles, y pagaron con otros más débiles su deshumanización. El historiador ruso Alexander Statiev lo resume así: "Nuestros soldados se vieron como conquistadores, no como liberadores, y la violencia contra los civiles era un privilegio de los victoriosos".
El estadounidense J. Robert Lilly afirma en su libro Taken by Force: Rape and American GIs in Europe in World War II (2007) que hasta 14.000 mujeres fueron violadas entre 1942 y 1945 por soldados americanos en Gran Bretaña, Francia y Alemania.
En el caso de los soviéticos, las cifras son aún más espantosas: el británico Antony Beevor, autor de Berlín: la caída y Stalingrado, asegura que dos millones de alemanas fueron violadas por soldados rusos al final de la guerra, en lo que define como "el caso de violaciones masivas más importante de la historia".
Para Beevor "los soldados del Ejército Rojo fueron brutalizados por la guerra, pero también humillados por sus propios oficiales y comisarios. La humillación provoca ira, y las mujeres alemanas eran el blanco más vulnerable y sencillo".