Por primera vez en la historia, el pasado año la venta de bicicletas eléctricas superó las 200.000 unidades en España. Una cifra importante, pero aun pequeña frente a las de otros países como Alemania, Francia o los Países Bajos. Solo en Europa se vendieron 4,5 millones de e-bikes en 2020, y las perspectivas mundiales hacen pensar que el auge de la e-bike acaba de empezar.
Desde el sector de la bici se aplaude esta tendencia, y también desde Ciclosfera celebramos el crecimiento de este vehículo, en particular cuando es adquirido como medio de transporte y para sustituir a coches o motocicletas. Pero, como con relativa frecuencia nos recuerdan muchos de nuestros seguidores, es indiscutible que la bicicleta eléctrica no es tan sostenible como una bici tradicional. Lo es más que los ya mencionados coches o motos, pero no podemos obviar la presencia de un motor y, aún más, una batería.
Cuánto más (sostenible), mejor
"La bici eléctrica", cuenta el secretario general de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE), Jesús Freire, "puede transportar a muchos usuarios de manera más sana y sostenible que otros vehículos. Por eso, sin duda, incentivamos su uso: sus ventajas medioambientales superan, con mucho, a sus inconvenientes". Buena parte de esos inconvenientes vienen dados por sus baterías, que como buena parte de los dispositivos electrónicos más corrientes (teléfonos, ordenadores o tabletas, pero también cepillos de dientes o máquinas de afeitar), son de iones de litio. Pese a su ligereza, capacidad de carga energética y longevidad, el litio (ni el cobalto o el níquel, también presentes) no es perfecto: su extracción tiene efectos medioambientales y humanitarios, y genera una gran cantidad de residuos. "Pedimos a los fabricantes que diseñen baterías con la máxima eficiencia en el uso de los recursos" explican dede Amnistía Internacional, "y eso incluye innovaciones para usar menos materiales y minerales, ampliar la duración de la batería, readaptar las baterías retiradas y garantizar el reciclaje rentable, seguro y energéticamente eficiente".
Pequeñas, ligeras e impulsadas en gran parte por un humano, las e-bikes son una apuesta mucho más eficiente energéticamente que el coche eléctrico.
Ojo: estas peticiones se dirigen al sector del automóvil, al que Amnistía Internacional exige "vehículos más pequeños, ligeros y energéticamente eficientes, pues de esta forma se reduce el tamaño de las baterías y la cantidad de materiales necesarios". Dado que la industria automovilista está haciendo, básicamente, todo lo contrario (apostar por coches eléctricos cada vez más grandes, potentes y pesados), las e-bikes y su sostenibilidad son vitales: pequeñas, ligeras e impulsadas en gran parte por un humano, serán más que nunca una apuesta mucho más eficiente energéticamente.
"El reciclaje y, por extensión, la sostenibilidad, es una de nuestras mayores preocupaciones", asegura Laura Sánchez, responsable de marketing de Bosch eBike Systems, una de las grandes firmas del sector. "Sin embargo, y a diferencia de otros países, es cierto que España no es un país muy avanzado con la cultura del reciclaje. Nuestros distribuidores tienen un apartado muy completo en nuestra web, pero queremos ir más allá y que también el propio consumidor sea consciente y reclame procesos más eficientes". ¿Cómo es, actualmente, ese proceso? En principio, cada fabricante de bicicletas aporta a los puntos de venta información sobre qué deben hacer con sus baterías. Si esta da algún problema durante su periodo de garantía, es el propio fabricante de la batería el que lo gestiona. Pero… ¿qué pasa cuando pasa ese periodo? Ana Amondo y Víctor Ibáñez, responsables de la tienda bilbaína especializada en e-bikes Motor Verde, nos explican que las baterías en desuso terminan en un punto limpio entregadas por el propio usuario o recogidas en su tienda por una empresa especializada. "Una batería de litio no debe, nunca, manipularse sin el material y conocimiento apropiados", aseguran, "porque pueden emitir gases venenosos o incendiarse. No son peligrosas, pero sí exigen una responsabilidad. Y, claro, no todas las baterías son iguales: una batería Bosch, Yamaha o Shimano pierde capacidad energética más lentamente, tienen un buen controlador electrónico que las hace más fiables y su vida útil es muy superior. Sí, cuestan más, pero son más duraderas, seguras y, a la postre, sostenibles en términos medioambientales que la de una marca desconocida".
De la cuna… a la cuna
En Alemania se vendieron casi un millón de e-bikes ya en 2018, lo que impulsó a la Asociación de la Industria de la Bicicleta (ZIV, o Zweirad Industrie Verband) a tomar medidas hace tiempo. "El número de baterías de bicicletas eléctricas que deben reciclarse crece y seguirá creciendo", explican, "por lo que hemos desarrollado un sistema de recolección (con la organización GRS) que ha demostrado ser confiable tanto para distribuidores como para proveedores". Dicho sistema está financiado por los fabricantes e importadores de bicicletas, y cumple la llamada ley ‘BattG (Batteriegesetz)’, que describe cómo debe actuar el sector respecto a "la distribución, recolección y eliminación ambientalmente racional de baterías y baterías recargables". En concreto, el párrafo 8 obliga a fabricantes e importadores "a ofrecer a los distribuidores una opción de devolución razonable y gratuita para las baterías usadas", el 9 "establece que los distribuidores de bicicletas eléctricas están obligados a recoger las baterías al final de su vida útil en el punto de venta o en las inmediaciones del mismo", el 11 dice que "los consumidores tienen la obligación legal de eliminar las baterías al final de su vida útil por separado de los residuos municipales" y el 18 estipula que el consumidor debe recibir "información gráfica y fácilmente legible que indique la posibilidad de devolver la batería de forma gratuita". El programa exige pues a los distribuidores a recoger las viejas baterías de forma gratuita, y reciben folletos de información y un contenedor de recogida. Todo el proceso, según la patronal alemana, "va incluso más allá de los requisitos legales".
La empresa española Ecopilas nació en 2000 y, según sus responsables, lo hizo con el objetivo de cumplir con "la responsabilidad ampliada del producto". En otras palabras: ayudar a que todo aquel que ponga en el mercado un producto se responsabilice de su reciclaje al terminar su vida útil. Lo que antes era un ciclo "de la cuna a la tumba" ahora es, gracias a la economía circular y la urgencia de reciclar materias primas, "de la cuna a la cuna". "Las e-bikes", nos explica Gonzalo Torralbo, Director Comercial y Relaciones Institucionales de Ecopilas, "están sometidas a la normativa y al mismo principio de responsabilidad ampliada que cualquier otro aparato electrónico con pilas, además de por su batería por toda la parte electrónica". Un hecho que, a la larga, es en realidad un argumento de eficiencia y sostenibilidad que el sector de la bicicleta debe afrontar y difundir.
Por eso, el pasado mes de agosto Ambe y Ecopilas firmaron un acuerdo por el que la segunda se hará cargo de hacer cumplir la normativa existente, marcada por la Unión Europea. "Ecopilas es el gran actor en España de estos procesos", afirma Jesús Freire, "con una gran representatividad y muchos años de trayectoria". "Las baterías de litio de las e-bikes", añade Torralbo, "exigen una gestión que debe hacerse y pagarse, con un sistema colectivo que permita establecer cantidades, canales de reciclaje y procesos para después enviarlas a los lugares adecuados. A día de hoy no hay un beneficio económico en todo eso, pero lo habrá: el aprovechamiento de los minerales puede ser casi total y, a la postre, ahorrar buena parte del coste asociado a las materias primas de las nuevas baterías". Es la llamada "minería urbana", basada en extraer metales de los residuos para fabricar otros productos y que, en términos macroeconómicos, facilite que la materia prima se quede en Europa.
Esa es la idea: que las baterías y otros componentes dejen de arrojarse al punto limpio, ser mucho más selectivo y que todos esos deshechos terminen en recogedores específicos. "No todas las baterías son iguales", explica Torralba, "no tienen el mismo tamaño ni están hechas de lo mismo. Es bueno que desde el primer momento se almacenen, que se clasifiquen bien, y que en función del tipo de batería que sea se envíe a una u otra planta de reciclaje". Por cierto, las recogidas por Ecopilas serán transportadas a Francia, Bélgica o los Países Bajos, ya que no hay todavía instalaciones de este tipo en España, algo que se supone cambiará con la proliferación del coche eléctrico.
En tu casa
Que una bici eléctrica sea más sostenible depende también de ti. Y ya sabes: cuanto más dure su batería, mejor para el planeta… y tu bolsillo. Hay formas de lograrlo, como no aparcar tu e-bike directamente al sol, guardar la batería a temperaturas medias cuando no la uses y, muy importante, dejarla con una carga media (entre el 30% y el 60%) cuando la tengas parada mucho tiempo, para así evitar una descarga profunda que la deterioraría de forma grave e irreversible. Además, por supuesto, es fundamental seguir siempre las instrucciones del fabricante, y saber bien qué batería lleva la bici que estás comprando: la vida útil depende en gran medida de la calidad de sus celdas, y las baterías con más capacidad tardan más en degradarse.
Mucha pila
Nacido en 1975, el estadounidense Jeffrey Brian Straubel fue uno de los miembros fundadores de la marca automovilistica Tesla, y es considerado uno de los grandes expertos del mundo en baterías. Straubel creó en 2017 otra empresa, Redwood Materials, enfocada al reciclaje a gran escala de todo tipo de baterías de iones de litio. Así, por ejemplo, la compañía firmó el pasado mes de marzo un acuerdo con Specialized para recoger las baterías de todas sus e-bikes vendidas en EE UU.
Prioridades verdes
"Somos favorables a la electrificación del transporte, aunque eso requiera el uso de baterías con materiales extraídos, muchas veces, en condiciones poco deseables en términos ecológicos y humanitarios", nos cuenta el portavoz de Greenpeace en España, Adrián Fernández. "Por supuesto", añade, "priorizamos el más eficiente, y la cantidad de baterías necesarias para un coche eléctrico es mucho mayor, hasta cincuenta veces, que para una e-bike". En efecto, la diferencia entre la batería de un coche eléctrico (hasta 550 kilos) y la de una bici (entre 2 y 4 kilos) es extrapolable a los minerales que emplean. "Además", subraya Fernández, "la bici es un medio de transporte activo, en el que tienes que pedalear. Así como con el coche eléctrico tenemos muchas reticencias porque se mantienen casi todos sus inconvenientes (ocupación del espacio público, atascos, sedentarismo, atropellos…), las e-bikes proporcionarían un modelo mucho más accesible y sostenible. Aunque toda la energía de los coches eléctricos fuese de origen renovable los minerales son finitos: mejor dedicarlos a hacer muchas bicis que unos pocos coches".