Cultura ciclista

Vuela Alto, Zopi

“Hay dos cosas a tener en cuenta en la muerte de Zopi. La primera es que no vivió el final como una derrota: creyó que, gracias al tratamiento, había ganado dos años de vida que le permitieron lograr muchas cosas. Por eso no quería que las personas desistiesen de tratarse el cáncer, porque creía que siempre valía la pena luchar por la vida y ganar así tiempo. La otra cosa es cómo aplicó durante su tratamiento todo lo aprendido en el ciclismo, sobre todo en ruta. No pensar en la meta, sino concentrarse en cada metro siguiente. Aprender a sufrir. La disciplina necesaria para seguir un tratamiento tan complicado”. (FOTO: AARON BORRÁS)

Hasta octubre de 2021, Zopi era sinónimo de reggae y ciclismo. Recitales y programas de radio. Energía, entusiasmo, actividad y “buena vibra”. Pero hace dos años y medio recibió el diagnóstico de leucemia mieloide aguda. Al día siguiente ya estaba buscando opciones de tratamiento y dispuesto a enfrentar la enfermedad. Nada lo inmovilizaba, buscaba de inmediato cómo enfrentar los problemas.

Estuvo hospitalizado un mes, y desde los ventanales de su cuarto se veía el volcán Ajusco. Era uno de sus lugares preferidos para entrenar, y volver ahí fue una de sus máximas motivaciones en esos primeros ciclos, particularmente difíciles, de quimioterapia.

Bicitlán

Gerardo Pimentel Fernández, Zopi, nació el 5 de septiembre de 1968 en Ciudad de México. Desde niño se interesó por la música, pero fue en la adolescencia cuando se encontró con el reggae, el género que lo marcaría. Se definía, antes que nada, como músico, y después como periodista radiofónico y ciclista.

Fue bajista y voz de la banda Los Rastrillos, pioneros del reggae en CDMX. La necesidad de difundir el género en español, y en particular en mexicano, le acercaron a la radio: no había ninguna emisora que lo programara y como Zopi era muy de “si algo no existe hazlo tú”, presentó un programa piloto de reggae en Órbita, estación dedicada al rock del Instituto Mexicano de la Radio. Frente al micro se formó como locutor y periodista radiofónico. Lo mismo pasó en 2011. Al ver el crecimiento del ciclismo urbano en la ciudad, y que no había espacios que hablaran sobre el tema, me propuso que desarrolláramos un proyecto de radio sobre ciclismo, y así surgió Bicitlán.

"Al ver el crecimiento del ciclismo urbano en la ciudad, y que no había espacios que hablaran sobre el tema, me propuso que desarrolláramos un proyecto de radio sobre ciclismo, y así surgió Bicitlán"

La Bici

¿Por qué un programa de ciclismo? Porque, desde niño, Zopi se movió en bicicleta. Siempre la vio como el medio de transporte que le permitió explorar su entorno en la niñez y la adolescencia, que le llevaba a la Escuela Nacional de Música (estudió la licenciatura en contrabajo) y que sería su medio de movilidad hasta el final de su vida. En su adolescencia se acercó a las bicicletas BMX, que le apasionaron hasta que varias lesiones lo alejaron de la especialidad. En su juventud se apasionó por el ciclismo en ruta: todos los domingos, a las cinco de la mañana, salía de casa para sumarse a la rodada del Gato, una de las más importantes de la capital, o se iba solo o con un par de amigos a explorar las carreteras más próximas. Era alto y muy delgado: su complexión física le facilitaba escalar y le gustaba entrenar en las montañas cercanas. A los dos nos apasionaba el ciclismo de ruta profesional, y seguíamos toda la temporada, desde las clásicas hasta las grandes vueltas, lo que significaba desvelarse para seguir las grandes competiciones de Europa.

El Milagro

Aplicó a su tratamiento mucho de lo que había aprendido en la ruta: no pensar en los kilómetros que faltaban porque era abrumador, sino concentrarse sólo en los siguientes metros hasta llegar a la meta. Afrontaba el tratamiento también una vez al día, con la misma disciplina con la que entrenaba.

Después de recibir el trasplante de médula ósea los médicos lo incentivaban para que montara en bicicleta estática, y luego rodillo, para mejorar su sistema inmune. Obviamente añoraba salir a la calle pero lo tenía prohibido, así que le agarró el gusto al rodillo y al final lo disfrutaba mucho. Los resultados de los análisis indicaban que el trasplante iba muy bien. Creíamos que en febrero de este año le iban a permitir regresar al trabajo presencial. Sin embargo, justo en febrero recayó y la leucemia arrasó con el trasplante.

Sabíamos que ya no habría remisión, pero siempre pensó que podía alargar su vida. Estaba convencido de que cada día era un milagro y que valía la pena luchar por ello. En una ocasión me tuvo horas mirando el atardecer por la ventana de su cuarto del hospital, mostrándome los cambios en las tonalidades del cielo. Ahí entendí que su lucha había valido la pena. Frente a mí estaba el milagro.

"Una vez me tuvo horas mirando el atardecer por la ventana de su cuarto del hospital. Ahí entendí que su lucha había valido la pena. Frente a mí estaba el milagro"

El Amor

Zopi decía que el ciclismo de ruta te acercaba a la naturaleza, pero también te enseñaba a sufrir, a aguantar los momentos difíciles y a continuar pedaleando sin rendirte. Un escalador nunca pone pie a tierra ni se rinde, afirmaba, y así enfrentó el cáncer hasta el final. Días antes de su muerte, cuando la leucemia había acabado con su sistema inmune, contrajo neumonía, pero aun así estaba convencido de que vencerlas. “Creo en mis pulmones, puedo resistir”, me dijo una semana antes de su muerte. Siempre creyó que su condición física lo podía sacar adelante, y de alguna manera así fue. Logró vivir dos años y cinco meses después de un diagnóstico tan complicado como el que tenía.

Zopi también es recordado en Ciclosfera 48, la revista de verano de 2024 donde puedes leer este y otros muchos contenidos.
Zopi también es recordado en Ciclosfera 48, la revista de verano de 2024 donde puedes leer este y otros muchos contenidos.

Cuando sus pulmones cedieron dejó de saturar y necesitó mascarilla para poder respirar. Supo que había llegado el fin. Pidió los cuidados paliativos y se fue tranquilo el 8 de abril de 2024. A la entrada del hospital se empezaron a reunir amigos y compañeros músicos. Bajé a hablar con ellos y estaban compartiendo anécdotas, riendo, recordándolo con mucho afecto. Se fue rodeado de amor.

Al final, una de las cosas que más le preocupaban era que las personas que habían seguido su lucha contra el cáncer a través de las redes no se desanimaran. No quería que se dieran por vencidos, que dejaran de creer que podían vencer la enfermedad. “Yo no perdí”, me dijo, “yo gané dos años de vida gracias al tratamiento y a la lucha que dimos”.

Después llegaron las rodadas para recordarlo, los conciertos homenaje y demás. Yo no he podido ir a ninguno.

CON ZOPI (por Rafa Vidiella)

Este articulo tendría que haber sido algo muy distinto. Tenía hasta un titular, Somos guerreros, y Zopi y yo narraríamos juntos su batalla y victoria final frente al cáncer. Las noticias que me llegaban a través de las redes sociales, donde compartía su lucha, eran optimistas, y le escribí varios mensajes para difundir su triunfo. Era una hazaña. Algo inspirador. La historia de un héroe, un amigo.

Pero ese par de mensajes finales no fueron respondidos. Pensé que un recuperado Zopi habría vuelto a su actividad frenética. Que no tenía tiempo para atender a este español insistente e inconstante. Desde luego, lo que jamás pensé fue que nunca me contestaría.

Guardo la fecha, fotos y un gran recuerdo del único día que pasamos juntos, el 16 de octubre de 2019. Habíamos quedado en una esquina de Colonia Condesa y Zopi apareció como salido de una película cómica. Diluviaba, pero llegó con dos bicis, una sobre la que iba mon- tando y otra, en paralelo, que manejaba con una sola mano y una habilidad endiablada. Me llevó a su programa de radio a través de un montón de hermosos barrios. Platicamos sobre “Ciclósfera”, como él la pronunciaba. Y pasamos toda la noche brindando por el presente y por el futuro.

Fue breve, pero con alguien como Zopi un día bastaba para dejar huella. En abril de 2020 es- tuvo conmigo en la primera edición online de Ciclosferia, en pleno confinamiento. En meses sucesivos seguimos intercambiando información, sueños, confidencias, planes que jamás se realizaron. Cuando llegó la enfermedad, me decía confiado que estaba “dando la batalla, hermano”, y nunca dudé que todo iba a salir bien. Si no lo conseguía él, no podía conseguirlo nadie.

"Zopi no fue derrotado. No sólo ganó meses de vida: para mí, y para otros muchos, su nombre se ha transformado en un grito de guerra"

No. Como escribe en este texto María, su mujer, Zopi no fue derrotado. No sólo ganó meses de vida: para mí, y para otros muchos, su nombre se ha transformado en un grito de guerra. En una palmada en la espalda, unas palabras de ánimo en los momentos difíciles. Semilla de esperanza y cambio. Vuela Alto.

Zopi, en los estudios del programa Bicitlán, junto a Rafa Vidiella, director de Ciclosfera.
Zopi, en los estudios del programa Bicitlán, junto a Rafa Vidiella, director de Ciclosfera.