Bicicletas

Vancouver: bicicletas en buen puerto

Viajamos hasta la idílica ciudad canadiense de Vancouver, y te contamos de primera mano el espíritu que impregna sus calles y frondosos parques. Lugares donde, cómo no, los ciclistas juegan un papel esencial.

Corría 1791. A bordo de la goleta Santa Saturnina, el comandante español José María Narváez accede a las aguas del estrecho de Georgia atravesando el fiordo de Burrard y llegando a la península del mismo nombre. Una exploración que llevaría a formar un asentamiento que fue encomendado en primera instancia al criollo español nacido en Lima Juan Francisco de la Bodega y Quadra y, posteriormente, al británico George Vancouver, cuyo apellido acabaría dando nombre a la ciudad.

Vancouver.
Vancouver.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces. La península de Burrard está ocupada hoy por una moderna y cosmopolita ciudad que, año tras año, figura en los rankings de las mejores ciudades del mundo para vivir. Factores como la renta per capita, las zonas verdes, los servicios de transporte público o la oferta cultural suman puntos para escalar hasta los primeros puestos. Y allí, entre los cinco primeros, siempre figura la apacible Vancouver.

¿Frío? No tanto

Desde la distancia, y para aquellos que no han tenido la oportunidad de conocer Canadá, todo lo que suene a dicho país lleva aparejado, inevitablemente, el frío. Y sin embargo Vancouver es una de esas gloriosas excepciones que confirman la regla: con sólo 11 días de nieve al año, se trata de una de las ciudades más cálidas de todo el país, con una temperatura media de unos 10 grados durante todo el año. De los 18 de media en verano a los 2,5 en invierno. Fresca, pero asumible. Y desde luego, lejos de los gélidos números que arrojan otras urbes norteñas.

Parte de la culpa de que el mercurio no descienda hasta cotas insoportables la tiene el hecho de tratarse de una ciudad portuaria, algo que ha marcado su carácter desde aquella primera exploración de Narváez. Bañado por las aguas del Pacífico, su puerto es hoy el más importante de Canadá, y puede presumir de ser el que más cargamentos exporta de todo Norteamérica. Una actividad que, unida a la minería que hizo florecer la ciudad en el siglo XIX y a la más reciente explosión del turismo y la industria del cine (por algo la llaman Hollywood North, sólo superada en número de producciones en el continente por Los Angeles y Nueva York) han convertido a la ciudad más poblada de la Columbia Británica en un motor económico de primer nivel.

Vancouver no es barato. Pero como pasa en otras tantas ciudades de las consideradas más habitables del mundo, los sueldos son elevados

Eso se traduce en algo que cualquiera nota nada más pisar su sueño: Vancouver no es barato. Pero como pasa en otras tantas ciudades de las consideradas más habitables del mundo, los sueldos son elevados, especialmente a ojos de un español. El salario mínimo ronda los 1.500 euros, mientras que la media se sitúa por encima de los 2.500 euros netos al mes. Un billete para el bus o el metro cuesta 2 euros. Y una cerveza en cualquiera de sus agradables bares, unos cinco. ¿Caro? Según se mire.

Vancouver (foto: Difei Li).
Vancouver (foto: Difei Li).

Naturaleza y asfalto

Más allá de lo abultada o vacía que esté la cartera, vivir en Vancouver es una experiencia única. La naturaleza y el entorno urbano se dan la mano como en pocos otros lugares del mundo. Se dice que el habitante de Vancouver puede ir a esquiar por la mañana, a la playa al mediodía y de copas por la noche. Todo ello, en un ambiente multicultural en el que reina la tolerancia, la educación y el respeto entre sus habitantes. Por algo algunos ven en ella una versión reducida y asequible de Nueva York: trepidante y diversa, pero al mismo tiempo más humana y familiar. ¿Algo parecido a la mezcla perfecta?

Masa Crítica en Vancouver (foto: David Pritchard).
Masa Crítica en Vancouver (foto: David Pritchard).

“Pienso en Vancouver y me vienen varias palabras a la cabeza… Naturaleza, modernidad, cultura asiática mezclada con la norteamericana, dinero y lluvia. ¡Por este orden!” Eso cuenta la madrileña Macarena Muñoz, que vivió tres años allí trabajando como profesora de español y que conoce bien, pues, el carácter de sus habitantes. “Son un poco fríos y reservados, evitan la confrontación y el contacto físico. Durante el día manda el respeto: son extremadamente silenciosos y, por ejemplo, en el metro no se escucha ni una mosca. Pero, eso sí, también beben bastante cuando salen”.

A pedales… llueva o truene

Juanjo Cruz, arquitecto que lleva cuatro viviendo en la ciudad, coincide en parte con Macarena. “Los vancouveritas son amigables y educados y, ante todo, les gusta pasar tiempo al aire libre cuando el tiempo se lo permite. Su forma de vivir dista mucho de la española, no hay vida en la calle tal y como se concibe en nuestro país, pero cuando sale el sol se multiplican los picnics y las barbacoas en las playas. ¿El resto del año? Pasan muchas cosas, pero todas bien a cubierto”.

La ciudad cuenta con una red de carriles bici de casi 300 kilómetros

El amor de los habitantes de Vancouver por el aire libre se traduce, claro está, en una importante presencia de bicicletas, tanto en el ámbito del ciclismo urbano como del recreativo. La ciudad cuenta con una red de carriles bici de casi 300 kilómetros, muchos de los cuales discurren por el Downtown y lugares tan sobrecogedores como Stanley Park, donde se puede pedalear con el bosque a un lado y el océano al otro. Carriles bici que se comparten amistosamente con monopatines, patines y los cada vez más omnipresentes patinetes eléctricos.

Vancouver (foto: Paul Krueger).
Vancouver (foto: Paul Krueger).

“Los habitantes de Vancouver usan mucho la bicicleta, independientemente del tiempo que haga, o de si llueve o luce el sol”, explica Macarena. “A ello contribuye el carácter de los conductores de vehículos a motor, que tiende a ser tranquila y respetuosa”. ¿El uniforme por excelencia en la temporada de lluvia? “La chaqueta de Goretex”, apunta Juanjo. Y todo ello, a lomos de bicicletas para todos los gustos. “Son muy habituales las bicis de invierno con neumáticos gruesos, así como las de montaña de doble suspension para descenso, omnipresentes en el rack de muchos coches de camino a las montañas cercanas. Por la mañana, los commuters se decantan por las bicis de carretera para desplazarse al trabajo”.

Mujeres al poder

Parte del secreto de la importante presencia de ciclistas por las calles y bosques de Vancouver es la transversalidad de la bici: aquí pedalean ellos y ellas por igual. La brecha de género entre hombres y mujeres, tan presente en otras ciudades del planeta, aquí se reduce al mínimo. Algo que explican muy bien en Side Saddle Bikes, tienda ciclista centrada en las mujeres y uno de los establecimientos más populares de la escena local. “Nos esforzamos en proporcionar un ambiente acogedor que empodere a las mujeres ciclistas”, explican a Ciclosfera, “y por eso estamos especializados en el ajuste de bicicletas para la máxima comodidad de las mujeres. Pero ojo, también intentamos satisfacer a cualquier ciclista fuera de lo que la industria considera `normal’, y trabajamos mucho con todo lo relacionado con el ciclismo familiar ¿Que qué busca la gente que viene aquí? Lo que cualquier toro ciclista: sentirse escuchado y, en muchos casos, tomado en serio”.

Vancouver (foto: Stephen Rees).
Vancouver (foto: Stephen Rees).

Para los responsables de Side Saddle Bikes, “la cultura ciclista de Vancouver es genial. Da igual que lo tuyo sea el ciclismo de carretera o de montaña, que trabajes de mensajero o que seas aficionado al bike-polo: te será fácil encontrar personas con las que compartir tu afición”. Respecto a las infraestructuras, entienden que son muy buenas, “espacialmente comparadas con casi todas las ciudades de Norteamérica. En el centro de la ciudad hay carriles bici protegidos, muchas rutas y una fuerte concienciación sobre la necesidad de contar el tráfico, sobre todo en las zonas residenciales. Todavía hay lagunas en nuestra infraestructura y, lamentablemente, seguidos escuchando noticias sobre accidentes ciclistas, sobre todo provocados por puertas abiertas en el peor momento. Siempre queda trabajo por hacer”.

Noche de verano

El pasado 7 de septiembre tuvo lugar en Vancouver la cuarta edición de Bike the Night, donde más de 5.000 personas recorrieron en bici la ciudad al caer la noche, atravesando lugares tan emblemáticos como el puente Burrard, normalmente atestado de coches, en un paseo de diez kilómetros. Las luces de las bicicletas iluminaron la noche en una rodada que es, prácticamente, un festival con música en directo, baile, comida, juegos y deporte al aire libre en las horas previas a la marcha. Una jornada organizada por el colectivo BikeHub que fue un éxito sin precedentes. “Hay algo liberador y alegre en el hecho de rodar siendo parte de una masa crítica”, tuiteaba Dan Fleming, uno de los participantes. “Una noche increíble”, apuntaba Shawn Sviridov. Un éxito de organización y asistencia que ya se ha convertido en un referente en todo el país.

QUÉ VER EN VANCOUVER

Stanley Park (foto: Nils van der Burg).
Stanley Park (foto: Nils van der Burg).

1. Stanley Park.

El parque urbano más grande de Canadá es uno de los grandes orgullos de los habitantes de Vancouver. Es lógico: cuenta con dos lagos (el Beaver y el Lost Lagoon) e infinidad de kilómetros de senderos perfectos para pedalear. Ten cuidado, pero merece la pena desviar la vista del camino y descubrir las ardillas, mapaches, liebres y más de 200 especies de aves que tienen aquí su hogar.

2. Gastown.

Para muchos, el corazón de la ciudad. Es, al menos, su zona más antigua, y la que mejor conserva su espíritu de antaño. Los pequeños y encantadores cafés y comercios locales se suceden en un barrio único cuyo emblema es el Steam Clock, o reloj de vapor, de diseño victoriano aunque fabricado en 1977. Si te fijas, cada media hora verás brotar el vapor por las chimeneas de su pequeño tejado.

3. Vancouver Lookout.

¿Qué tal una panorámica 360 grados de toda la ciudad y sus alrededores? Harbour Centre es un rascacielos ubicado en el distrito financiero desde cuya última planta, a 168 metros de altura, se puede ver Vancouver como desde ningún otro lugar. Aunque puede visitarse durante todo el día, nada como hacerlo al atardecer, cuando la luz acaricia el singular skyline.

Carril bici en Vancouver (foto: Paul Krueger)
Carril bici en Vancouver (foto: Paul Krueger)

4. Catedral del Santo Rosario.

Entre las calles Richards y Dunsmuir, en pleno centro, se levanta una construcción que choca con el resto de edificios de su alrededor: la Catedral del Santo Rosario. Data de 1900 y es de estilo francés, gótico tardío, con un cierto parecido a la catedral medieval de Chartres en Francia.

5. La Bahía Inglesa.

Una bahía a escasa distancia de la ciudad, entre el estrecho de Georgia y el centro: eso es English Bay, uno de los lugares de esparcimiento preferidos por locales y turistas que frecuentan, en especial, la popular playa English Bay Beach. Allí se encuentra también el monumento Inukshuk, símbolo de los inuit canadienses y lugar de foto obligada.

[Este artículo forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #30. Lee el número completo aquí].