Tiene casi cien años, pero la imagen es de plena actualidad. Y no es de extrañar porque Nikolay Pinegin (1883-1940) era un hombre moderno, que además de pintor fue escritor, fotógrafo y camarógrafo. Formó parte de rodajes cinematográficos en situaciones extremas, documentando por primera vez, por ejemplo, el Ártico, y hasta supervisó la construcción de una estación polar en las islas de Nueva Siberia.
Durante los meses que permaneció en tierra en 1930 decidió inmortalizar una fábrica de bicicletas, dando fruto a esta pintura al óleo que hoy cuelga de las paredes del Museo Estatal Rosizo de Moscú. Su estilo responde al arte soviético de la época: el escenario es una fábrica, los protagonistas sus atareados trabajadores y el objetivo, propio del arte realista socialista, exaltar a la clase trabajadora común. Una obra que nos lleva a mirar al pasado pero también al presente… ¿Cómo y dónde nacerán nuestras bicis? ¿Por cuántas manos y máquinas habrán pasado?