1. El viento. Hay pocas cosas peores que subir una empinada cuesta con el viento de cara. Y por mucho que te guste imaginarte a ti mismo afrontando una épica ascensión al Tourmalet, reconozcámoslo: el viento es odioso.
2. Las rejillas de ventilación. Evítalas, y con más razón si te mueves en una bici de carretera: tus estrechas ruedas pueden introducirse en una de estas traicioneras rejillas y dar con tus huesos en el suelo. Los días de lluvia son, además, especialmente peligrosos, pues las convierten en la superficie más resbaladiza del mundo.
3. Los carriles bici mal diseñados. A menudo, se da la paradoja de que las personas encargadas de planificar el trazado de un carril bici no se han subido a una en su vida. Eso produce situaciones de lo más absurdas: árboles plantados en medio del trazado, carriles bici que acaban abruptamente, otros que pasan delante de una parada de autobús, cruces peligrosos… El desastre.
4. Los repartidores. Digámoslo alto y claro: algunos repartidores conducen como si estuvieran en un rally. Entendemos la tensión que acumula un trabajador estresado por una entrega, pero una vez más les volvemos a pedir respeto y empatía. La ciudad es de todos, y todos debemos convivir y poder circular con seguridad por sus calles. Así que, por favor, hagamos de los acelerones, los adelantamientos a distancias ínfimas y la agresividad al volante algo del pasado.
5. Las grietas en el asfalto. Otro clásico que, a menudo, nos obliga a tener que estar mirando al suelo constantemente para evitar los habituales socavones. En algunas ciudades, la falta de mantenimiento del pavimento es un problema realmente serio. Y una vez más, los que lo sufrimos como nadie somos los ciclistas. Señores políticos: ¡arreglen las carreteras que pagamos entre todos!
6. Las distracciones. Sabemos que son la principal causa de accidentes al volante… pero también pueden serlo al manillar. Cuando vayas en bicicleta por la ciudad, pon los cinco sentidos a lo que estás haciendo. Nada de mirar el móvil, ni de usar audífonos, ni de distraerte mirando lo hermoso que es el cielo (aunque ciertamente lo es) o lo guapo o guapa que es alguien que te cruzas. Disfruta del pedaleo, pero pon en él toda tu concentración y pericia.
7. Las prisas. Usar la bicicleta como medio de transporte urbano debería ser incompatible con la tensión que produce llegar tarde a tu destino. Así que mejor planifica tu ruta y sal de casa con el tiempo suficiente para disfrutar de ella sin agobios. Pedalearás más tranquilo y feliz.