"Son las 7 y media de una fresca mañana de primavera en Santiago de Chile. El sol ilumina la ciudad asomando por la Cordillera de los Andes, y una pausa de café me permite contemplar esta esquina hogareña creada entre mi novia y yo. Para nosotros, es un espacio de momentos felices de conversación, música y lectura.
Mi bicicleta, que tan amablemente posa para esta fotografía, es una single-speed tan mestiza como mi país. La armé yo mismo de a poco, con pedacitos traídos de Europa. El sillín de cuero vino de Londres, el manubrio de La Coruña, el plato, las bielas y los neumáticos de París. El cuadro de cromo molibdeno lo conseguí acá en Chile, a través de unos amigos que tienen un taller de bicicletas.
A las 8 estaremos ya en la calle, sumándonos al flujo de ciclistas que a esa hora ya cruzan la ciudad ligeros, rumbo a sus diferentes destinos. Todos los sabemos: un lunes, cualquier día de la semana, siempre comienza mejor si llegas pedaleando".