Como casi todas las ciudades que han centrado su sistema de transporte en el automóvil particular, Santiago tiene desafíos importantes. Muchos han comenzado a ser enfrentados por los propios ciudadanos, que ante la pasividad del estado deben liderar propuestas para mejorar su entorno.Pese al smog, el tráfico y el ruido a Santiago se le quiere, y cada día son más los que deciden ponerse manos a la obra (pies en los pedales) en vez de esperar los cambios sentados viendo la tele.
La bici en crecimiento
Por eso pedalear en Santiago es hoy mucho más agradable que hace 15 años. Entonces era extraño encontrarse con otro ciclista: si así sucedía, era obligado el ajuste de la mirada para ver si la figura a la distancia correspondía a algún amigo o conocido. Hoy, en algunas zonas, es normal encontrarse con varios ciclistas esperando paso en una esquina, o compartir con un grupo abundante la insuficiente infraestructura ciclista en hora punta.
El número de viajes en bicicleta crece un 10% anual, que en algunas zonas llega al 20%. A finales de 2013 se realizaban 850.000 viajes diarios, y se espera que sean más de un millón en 2015. Poco a poco las personas integran la bici en la vida cotidiana, haciendo más diverso y amplio su uso. De un escenario dominado por hombres en deportivas (principalmente MTB) pasamos a una amplia variedad de usos donde el viaje cotidiano y utilitario ganó su espacio.
Ejercer el derecho al pedaleo es el eje sobre el que luchan personas y organizaciones
Bicis con alforjas o improvisadas zonas de carga y sofisticadas monturas responden a las distintas necesidades. Ciudadanos erguidos con dignidad y elegancia comparten el viaje con otro amigo o llevan a los niños al cole. Los primeros brotes de un cambio cultural en la manera de acceder a la ciudad.
En este contexto destaca el número de mujeres que pedalea a diario. Un reciente estudio encargado por la Secretaría de Transportes asegura que, en algunas zonas, el pedaleo femenino bordea el 30% del total. Por otro lado, los recuentos automáticos demuestran que la bici se usa con fines utilitarios, ya que la mayoría de los viajes se dan al comienzo y final de la jornada laboral.
El derecho al pedaleo
Ejercer el derecho al pedaleo es el eje sobre el que luchan personas y organizaciones. Desde mediados de los noventa se celebra la masa crítica santiaguina, bautizada como la “cicletada del primer martes del mes” y liderada por el Movimiento de Furiosos Ciclistas. En la última década nacieron y se organizaron grupos de trabajo en torno a la educación, la legislación, el fomento del uso de la bici en mujeres o el reciclaje. La bici genera asociación en sí misma, y estimula reflexiones más allá de los pedales. Así, por ejemplo, la equidad es protagonista: en un país que presume de buenas cifras macroeconómicas pero ostenta altos contrastes en la distribución de ingresos, la existencia de un mejor sistema de transporte público y buenas condiciones para pedalear y caminar favorecen por igual a todos los ciudadanos.
La deficiente implementación en 2007 del Transantiago (sistema de transporte público en la superficie) llevó la confianza en los buses a niveles muy bajos. Con el tren subterráneo saturado y las vías congestionadas por vehículos motorizados particulares se hace aún más evidente la eficiencia de la bicicleta. La organización Arriba ‘e la Chancha, en trabajo conjunto con el Movimiento de Furiosos Ciclistas, llevó a cabo durante 7 años mediciones que demostraron que viajar pedaleando requiere un 40% menos de tiempo que hacer el mismo viaje en auto.
Hacia un Santiago ciclo-inclusivo
A finales de los 90 y comienzos del 2000 Santiago sumó kilómetros de ciclovías, la mayoría estrechos caminos serpenteantes y marginados a un costado de la calzada o en la acera (lo que generó conflictos con los peatones). Una infraestructura concebida para que los ciclistas no entorpezcan el flujo vehicular pero que, por suerte, ha comenzado a cambiar. Santiago y Providencia son los municipios que han liderado el cambio (Santiago está compuesto de 34 mini-ciudades pseudo independientes), implementando infraestructura que recupera espacio en la calzada y sustituye aparcamientos de coches por otros ciclistas como mobiliario urbano.
Por otro lado, el gobierno regional implementó en 11 de estos municipios un sistema público de bicicletas operado por B-Cycle (filial de Trek), que aspira a contar en mayo de 2015 con 140 estaciones y 2100 bicicletas que se sumarían a otras 2 comunas ya existentes con 46 estaciones y 200 bicicletas más.
Las cosas están cambiando, pero hay mucho por hacer. Santiago necesita un cambio de paradigma que oriente el desarrollo de la ciudad hacia la equidad, la accesibilidad y la movilidad. Santiago necesita dejar de centrarse en el automóvil y volcar la mirada en las personas. Por lo pronto toca seguir pedaleando: muévete en bici hoy, será un buen día.
Fuera de pista
Este Santiago diverso ofrece, también, una geografía propensa al ciclismo deportivo. El Parque Metropolitano, casi en el centro, o los cerros de la precordillera regalan una amplia variedad de rutas para practicar ciclismo en ruta, descenso y “cross country”.