Según un artículo del diario francés Le Monde (del que El País se ha hecho eco), el alcalde de París pretende reducir la contaminación la capital con su nuevo plan. Restringir la circulación y evitar los accidentes graves son los objetivos de este político socialista -querido, pero también criticado- que ha conseguido, en la última decada, que el 40% de los habitantes de la ciudad prescindan del coche y se muevan a pie, en bicicleta o usen el transporte público (los números del Vélib, el sistema público de alquiler de bicicletas, son reveladores: el servicio cuenta ya con 250.000 abonados, y la bici supone el 3,1% de los desplazamientos).
Pero no sólo eso: le ha quitado 75 hectáreas de terreno a los coches para dárselo a los peatones, las bicis y otras iniciativas limpias . Entre sus propuestas -y probablemente la que mayor revuelo haya causado-, está la de reducir la velocidad a 30 kilómetros por hora en nuevas áreas de la capital, así como rebajar en 10 kilómetros por hora la velocidad en el cinturón periférico (de 80 a 70 kilómetros por hora). Además, Delanoë pretende prohibir la circulación de los vehículos más viejos, establecer peajes por kilómetro en todas las “autopistas metropolitanas” y ser más riguroso en los controles a las motos, cuyo uso ha aumentado un 5% desde que llegó al poder.
Medidas controvertidas
El nuevo plan para limpiar la cara de la legendaria capital ha generado bastante polémica*, sobre todo, entre muchos de los habitantes de la periferia, que consideran que alcalde socialista quiere hacer de París “ una bobolandia, una ciudad para pijos, un París sin coches para solteros y ricos”. *
De hecho, Le Monde*cuestiona seriamente el que es su punto débil, y el que, posiblemente, más tiña de negro el aire de la capital:* la masiva presencia de coches diésel** (causantes de emisiones de partículas muy finas que hace que París esté en la lista de las ciudades más contaminadas de Europa), y sobre la que Deloanoë únicamente ha planteado la reducción progresiva de sus ventajas fiscales. Veremos cómo se resuelve.
Lo que sí podemos saber, y según afirman los especialistas, es que la bajada de la velocidad de un 5% reduce un 10% el riesgo de sufrir heridas y un 20% las muertes, así como la disminución de la velocidad puede aumentar la emisión de CO2 pero reduce la emisión de partículas finas, de probado efecto cancerígeno según la OMS.