No tengo muy claro si esta es una historia alegre y triste. El principio, desde luego, no es muy feliz: en 2000, a los 39 años, Laura Harris tuvo que dejar de montar en bicicleta. Una secuela más de la esclerosis múltiple que le fue diagnosticada en 1985.
Adiós a las bicicletas… ¿O no? "Me recuerdo de niña subiendo y bajando colinas llena de gracia y velocidad", cuenta Harris desde su casa en Wisconsin. "Por suerte", añade, "pasa un camino ciclista enfrente de mi casa, así que he podido seguir viviendo entre ellas, y en 2002 empecé a usar algunas de sus partes en mi arte. ¿Por qué? Porque sus marchas expresan una sensación de fuerza y fluidez. Porque siempre he pensado que una bicicleta es el epítome de la libertad".
La ley del tiempo
Hija de artista, Harris combina engranajes de bicicleta con partes de viejos relojes con el ánimo, según su creadora, de "representar cómo los humanos estamos atados por la ley más poderosa, el tiempo". El simbolismo es evidente en obras como Ashima-Endless, Limitless, without Boundaries o Twisting Thoughts, partes de una serie que comienza con Ashima. "Están inspirados por una mujer que conocí hace tiempo", cuenta Laura. "Me fascinó su creatividad, energía y resolución".
Otras veces, en cambio, Laura parte de hechos reales y bastante menos agradables. "Es un proceso catártico, una terapia. Generalmente, cada reto vital termina en la creación de una obra. Bewildered Souls, por ejemplo, nació en 2013. Una estrella representa a mi sobrino Canton, que murió en 2010 por una rara enfermedad genética. Otra de las estrellas simboliza a Tony, otro de mis sobrinos, que falleció en 2013 por una sobredosis de heroína. Y el resto de astros recuerdan a los 20 niños tiroteados en 2012 en la escuela Sandy Hook".
Más allá
"¿Qué por qué hago mosaicos?", contesta con una pregunta Harris junto a una enorme mesa donde apila pequeñas y multicolores piedras, metales, maderas. "La pintura, el dibujo o la escultura nunca me han satisfecho del todo. En cambio, los mosaicos alimentan mi alma, me nutren tanto visual como manualmente. Cortar a mano piezas de cristal, azulejos o piedra me supone todo un desafío y sirve para liberar mi mente. Cada sueño, cada deseo, va implícito en cada pieza. Al crear intento seleccionar materiales que resuenan en mi alma, que tienen un significado. Elijo colores que le dan vida y textura a lo que me permite respirar. Y así, al acabar cada obra, puedo sentarme frente a ella y abandonarme, dejándome llevar por su fuerza".