¿Quién es Jan Cleijne?
Un tipo alegre y optimista, o eso intento. Nací en Roosendaal hace 39 años, crecí cerca de Eindhoven y, desde hace una década, vivo en Amsterdam con mi mujer y mis dos hijas pequeñas.
¿Qué relación tienes con el ciclismo?
Viviendo aquí, las bicis son casi siempre una parte importante de tu día a día. Aprendí a montar con tres años y todavía lo recuerdo: fue como empezar a volar. Siempre me ha intrigado cómo la bicicleta se transforma en algo parecido a una parte de tu cuerpo.
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¿Cómo nació ‘Las leyendas del Tour de Francia’?
*En 2012, durante una exposición de mi trabajo, se me acercó un tipo ofreciéndome hacer una novela gráfica. Nos reunimos unos días después en mi estudio, vio mi bicicleta de carreras y, mientras tomábamos café, nos pasamos horas hablando de ciclismo. Era una pasión común, y vimos que podía ser un buen tema sobre el que publicar un libro.
“Desde niño me impactó el dolor que transmitía la mirada de los corredores”
¿Siempre has seguido el Tour?
Sí, desde que tengo uso de razón. Mi padre era un gran aficionado, lo veíamos siempre juntos y recuerdo cómo, desde niño, me impactó el dolor que transmitía la mirada de los corredores. Hacer una novela gráfica sobre todo esto significaba encajar todas las piezas de un puzzle.
¿Cómo empezaste el trabajo?
Curiosamente, con elementos que al final no he publicado. Primero pensé en contar la historia de un hombre muy viejo, que fue espectador del primer Tour de 1903. Después opté por centrarme en la historia personal de los grandes héroes de la carrera, empecé con Lance Armstrong y, cuando había dibujado 15 páginas, se hizo evidente su fraude y las tiré a la basura. Al final conté el Tour cronológicamente, pero me sorprendió la belleza de sus primeras fotos y quise usar diferentes colores y atmósferas para cada época.
¿Qué fue lo más complicado del proyecto?
Seleccionar unas pocas historias, porque quería obtener un cómic sencillo de leer. También encontrar el estilo visual adecuado para poder trabajar rápido y, a la vez, obtener un resultado satisfactorio.
“Hay tantos héroes, historias oscuras y anécdotas en el Tour que podría haber hecho varias novelas más”
¿Cuánto tiempo dedicaste al libro?
Unos ocho meses. Tenía una fecha límite, así que trabajaba los siete días de la semana, unas doce horas al día. Durante esa época también monté mucho en bici, para intentar sentir cosas parecidas a las que puede vivir un ciclista. Fueron meses muy duros, pero divertidos. ¡Me sorprende que mi mujer no me abandonase!
¿Qué aprendiste haciendo la novela?
Significó un antes y un después en mi vida. Hay tantos héroes, historias oscuras y anécdotas en el Tour que podría haber hecho varias novelas más. Me enamoré, más si cabe, del ciclismo. Y aprendí que el heroísmo no está en los hitos de unos pocos, sino en las conquistas que puede alcanzar cada persona: en mi caso, por ejemplo, hacer la novela fue mi propio Tour y logré terminarlo. El ciclismo es, con su enorme dureza, una metáfora de todo lo malo que tiene la vida, y cómo lo mejor que podemos hacer es afrontarlo con valentía para superarlo.
¿Cuándo dejará de ser el ciclismo un deporte bajo sospecha y volverá a ser sinónimo de sacrificio y heroísmo?
El libro intenta mostrar que hay tramposos en todas partes, no sólo en el ciclismo, y que lo peor de los seres humanos siempre asoma bajo determinadas circunstancias e intereses. Es obvio que el ciclismo, el deporte en general, debería ser una disputa limpia para dilucidar quién es el mejor, pero creo que es malo que se ponga tanto la lupa en el dopaje: al hablarse tanto de él olvidamos que concierne a personas que se sacrifican, que entrenan y compiten muy duro, más allá de si se dopan o no.
