Participar en un Ironman es, a buen seguro, una de las experiencias más duras que existen. Una prueba de triatlón que consiste en nadar 3,86 kilómetros, pedalear 180 y correr otros 42,2. Todo, con un límite de 17 horas. Una gesta al alcance de muy pocos, que se enfrentan a ello tras haberse preparado a conciencia.
Pero, ¿qué pasaría si alguien decide participar en un Ironman sin entrenamiento previo? Es la pregunta que se hizo el realizador audiovisual Zeppelin Zeerip, y cuya historia ha contado en la revista Bicycling, en un artículo que firma la periodista Lauren Steele. Para algunos, un experimento curioso. Para otros, una auténtica insensatez.
“Era una idea terrible que, como poco, acabaría con molestias y hasta una lesión seria”
Conviene subrayar que Zeerip no es ajeno al mundo del deporte: practica habitualmente snowboard. Eso sí: nada de entrenar. Por eso, cuando le propuso su idea a Steele, esta lo tuvo claro: “era una idea terrible que, como poco, acabaría en molestias prolongadas. Y probablemente, en una lesión seria”. Pero la decisión estaba tomada.
El propio Zeerip narra su experiencia en primera persona, empezando por los preparativos del día anterior. “Busqué en Google “Preparación para un Ironman”, sólo para descubrir que llevaba seis, o quizás 12 meses de retraso en el entrenamiento”, bromea. “Leí que la nutrición es el componente más crucial para terminar, así que fui a una cervecería y pedí una hamburguesa con queso y un batido de chocolate”.
Nadar, pedalear, correr… sufrir
Al día siguiente, Zeerip se dispuso a llevar a cabo su hazaña… Se dirigió al lago Mirror, en las montañas de Uinta (Utah). Nadó durante una hora y 51 minutos antes de salir del agua cuando caía la noche. Tras 15 minutos de descanso, se subió a la bicicleta. Pedaleó durante seis horas y 21 minutos hasta las tres de la mañana, antes de dejar la bici y afrontar el último tramo a pie.
Completar el Ironman le llevó un total de 13 horas y 26 minutos
Este fue el más duro: Zeerip estuvo a punto de tirar la toalla, y se vio obligado a detenerse y tomar varios descansos. El esfuerzo comenzó a pasarle factura: sufrió importantes calambres, vómitos, rompió a llorar en varios tramos y, cuando consiguió terminar, sufría una importante deshidratación y “dolor en todos y cada uno de los músculos del cuerpo”. Pero lo hizo. Completar el Ironman le llevó un total de 13 horas y 26 minutos.
“Una parte de mí quería que el Ironman de Zeppelin fuera la cosa más difícil que había hecho”, concluye Lauren Steele. Quería que encontrara todo el dolor, la fatiga y la ansiedad de seis meses de entrenamiento en una sola noche. Pensé que estaba siendo ingenuo, o incluso un poco arrogante, al suponer que podía lograrlo sin preparación.