Cultura ciclista

Ciclismo extremo: Más allá del límite

Las competiciones de ciclismo extremo son cada vez más duras y exigentes, pero también populares. Nos acercamos a las más salvajes y hablamos con los valientes que se atreven a terminarlas.

A menudo, los humanos necesitamos ir un paso más allá. Explorar nuestros límites y, llegado el caso, pulverizarlos y marcar nuevos retos. Dejar claro, una vez más, que las barreras son siempre elásticas, reinventables, efímeras.

Abundan en el mundo de la bicicleta ejemplos de ese afán de superación y gusto por lo inexplorado. Quizá el mejor ejemplo sean las careras extremas, que cada vez más proliferan en los cinco continentes y cuentan con un creciente número de adeptos. Aventuras que atraviesan desiertos inhóspitos, o incluso continentes enteros, y cuyas durísimas condiciones, físicas y psicológicas, ponen a prueba a los más espartanos.

El placer en el dolor

¿El Tour de Francia? Una minucia si se compara con la Trans-Siberian Extreme. Los 3.500 kilómetros de la ronda gala se quedan, casi, en un juego de niños comparados con los más de 9.200 de una competición que, como la emblemática línea férrea que cruzaba la Unión Soviética, une Moscú y Vladivostok a través del Lejano Oriente ruso, Mongolia, China y Corea del Norte. Sus tres semanas de duración y sus interminables etapas (algunas de ellas de hasta 1.300 kilómetros) explican por qué sólo unos pocos son capaces de completar semejante reto. Y tan pocos: de hecho, en la edición de 2016 se presentaron a la Trans-Siberian Extreme seis ciclistas y ninguno consiguió terminar el recorrido.

Trans-Siberian Extreme (Foto: Red Bull).
Trans-Siberian Extreme (Foto: Red Bull).

“Al principio, empiezas rodando un día 100 kilómetros y preguntándote si serías capaz de hacer 150. Al poco tiempo, terminas haciendo más de 500 y queriendo, siempre, más”. Eso cuenta el belga Kristof Allegaert, ganador de tres ediciones de la Trans-Siberian, y uno de los mejores ultraciclistas del mundo. Alguien a quien, sin embargo, no le interesa demasiado competir. “Hay muchas carreras que no entiendo, como esos criteriums basados en dar 50 vueltas alrededor de una iglesia. Para mí lo importante es la aventura, y rodar en solitario todo el día”.

Cape Epic, en Sudáfrica.
Cape Epic, en Sudáfrica.

“Estas pruebas te enseñan a darte cuenta de lo felices que podemos ser con muy poco”, explica Miguel Ángel Silvestre, responsable de la tienda Retrocycle. “Son algo parecido a un retiro espiritual donde buscas pasar hambre, sed y fatiga, además de enriquecerte y ver lugares y formas de vida muy distintas a lo que estás acostumbrado. Las piernas de Silvestre han sufrido (y superado) la Cape Epic de Sudáfrica y la Titan Dessert marroquí, la Épica GAES del desierto de Atacama, en Chile, o recientemente The Pioneer, que le llevó durante semanas al punto más alejado al que puede viajar un español: Nueva Zelanda.

A vueltas con el ADN

Silvestre ha sido testigo de la proliferación de este tipo de carreras en los últimos años. “Creo que su éxito”, explica, “se debe a la necesidad humana de sentir fatiga física. Son millones de años de una evolución que, en las últimas décadas, hemos cambiado radicalmente”. En su opinión, los habitantes del llamado ‘Primer Mundo’ necesitamos “volver a sufrir, esforzarnos físicamente y enfrentarnos al reto mental que supone encontrarnos con la mejor versión de nosotros mismos”. Una vuelta al pasado facilitada, también, por el viaje al futuro, donde las nuevas tecnologías juegan un papel protagonista. “Internet ha posibilitado que cualquier persona con un estado físico que entendemos por normal pueda atravesar un desierto en bici gracias al GPS y los geolocalizadores”, añade Silvestre, algo a lo que hay que sumar lo sencillo que es descubrir e informarse sobre pruebas y recorridos o compartir experiencias a través de las redes sociales.

Al actor Santi Millán, sin ir más lejos, le siguen más de 700.000 personas a través de Twitter, Instagram y Facebook. Y es allí donde suele compartir sus aventuras al frente de su equipo Imparables. “No somos portadores de grandes marcas”, explica a Ciclosfera, “sino embajadores de una manera de entender los valores del deporte y la vida en general”. Valores que, desde luego, mezclan “situaciones alucinantes y momentos inolvidables, en los que hemos conocido a gente extraordinaria intentando difundir un mensaje de compañerismo, buen humor, tecnología y aventura”. Acostumbrado a los focos y halagos del mundo del espectáculo, Millán resume así esta devoción por los pedales: “He tocado fondo, reído y pasado frío, alegría y miseria. Durante unas semanas al año, la vida se vuelve muy simple: come, bebe, pedalea, recupera… y vuelta a empezar. Es genial”.

La montaña rusa

¿Cómo se prepara uno para este tipo de retos? Fernando Sancha es ironman y entrenador personal: conoce, por tanto, las malas pasadas que puede jugarnos nuestra psique en estas exigentes e interminables etapas. “La preparación”, asegura, “debe aunar el trabajo físico y el emocional, y siempre será más fácil resolver cualquier problemas en la competición cuando sabes que llevas mucho trabajo detrás y te sientes fuerte en ambos aspectos”.

Kristof Allegaert, durante la Trans-Siberian Extreme.
Kristof Allegaert, durante la Trans-Siberian Extreme.

Según Allegaert, “entrenar estas carreras extremas es un territorio desconocido, porque cada uno hace las cosas de una forma diferente. Eso sí, es clave mantener la cabeza en su sitio, porque a lo largo de tantos kilómetros la psique se transforma en una montaña rusa que te puede llevar de un extremo a otro muy rápidamente”. Sancha, además de la estabilidad emocional, considera fundamental la motivación. “Cuando entreno a deportistas procuro destacar sus virtudes”, cuenta, “desarrollando entrenamientos que recreen las sensaciones que experimentarán en la competición. Pero, además de analizar aciertos y errores según cada deportista, dedico mucho tiempo y paciencia a ilusionarlo al máximo, para que entrene motivado, feliz y soñando con disfrutar de la meta que va a conquistar”. “Aquí lo que manda es la cabeza”, concluye Silvestre: “Más que lo físico”, asegura, “lo importante es venir con muchas, muchas ganas de bici”.

El precio a pagar

Pero hay otro elemento, no menos importante, que puede hacer que alguno se eche atrás a la hora de acometer una de estas aventuras: el dinero. Inscribirse, por ejemplo, a la Mongolia Bike Challenge (que se celebra cada agosto) cuesta unos 2.000 euros. “Me da rabia que buenos ciclistas no participen en estas pruebas por su precio”, reconoce el director de Imparables, Carlos Ortet, “pero no es culpa de nadie: las cosas excepcionales no suelen ser baratas. Y, en todo caso, estas carreras no son caras considerando lo que exigen a la organización… ¿Cuanto te costaría estar en cualquier ciudad europea, con el techo y la comida pagados, un equipo señalizando rutas para ti a diario y un par o tres de avituallamientos? Pues eso mismo, en el desierto más árido y recóndito del planeta, tiene que ser, lógicamente, todavía más costoso”.

Santi Millán, con sus Imparables.
Santi Millán, con sus Imparables.

Para Ortet, basta con “debutar” en una de estas pruebas para entender que hasta el último euro de la inscripción está justificado. “Cuando ves todo lo que mueve una Titan o una Cape Epic te das cuenta de que hace falta mucha gente e infraestructura, y que el precio que eso exige es un dineral. Trailers, helicópteros, carpas y camiones de comida, duchas, cientos de kilómetros marcados en medio de la nada… Estoy seguro de que casi todo el mundo, aunque haya un gran esfuerzo por pagar su participación, luego se ha alegrado de haber sacrificado otras cosas. La experiencia vale la pena”.

Las ultracarreras merecían, claro… un ultra-artículo, al menos en su longitud. Si has llegado hasta aquí es, probablemente, porque has participado en alguna de estas carreras extremas, o al menos te planteas hacerlo. En ese caso, Kristof Allegaert tiene un consejo muy básico para ti: “Disfruta. Si no lo pasas bien en una carrera como ésta mejor dedícate a otra cosa, porque vas a sufrir mucho y te dolerá todo el cuerpo como no te imaginas”. Así, sin duda, debe ser.

Elige tu propia aventura

Mongolian Bike Challenge
Dónde: Mongolia.
Cuándo: 10-18 de agosto 2018.
Cuánto: 618 kilómetros en 6 etapas y una contrarreloj.
Desnivel total: 14.000 m.

Red Bull Trans-Siberian Extreme
Dónde: Rusia.
Cuándo: 24 de julio-18 de agosto 2018.
Cuánto: 9.211 en 14 etapas.
Desnivel total: 79.000 m.

Absa Cape Epic
Dónde: Sudáfrica.
Cuándo: 18-25 de marzo 2018.
Cuánto: 691 kilómetros en siete etapas.
Desnivel total: 15.400 m.

The Pioneer
Dónde: Nueva Zelanda.
Cuándo: 11 al 17 de febrero 2018.
Cuánto: 545 km en siete etapas.
Desnivel total: 15.508 m.

Épica Atacama
Dónde: Desierto de Atacama (Chile)
Cuándo: 30 octubre 2017.
Cuánto: 410 kilómetros en 6 etapas.
Desnivel total: 9.103 m.

Este artículo forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #22. Lee el número completo aquí.