El texto de Esperanza Aguirre reflexiona sobre la medida que Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, pondrá en marcha durante estas semanas: cerrar el paso al automóvil privado en la Gran Vía y las calles Atocha y Mayor, tres de las arterias principales de la ciudad.
Los cierres se producirán del 2 al 11 de diciembre, del 16 al 18 del mismo mes y del 23 de diciembre al 8 de enero. El objetivo es, claro, recuperar espacios para los peatones, incentivar el uso del transporte público y evitar que la ciudad se llene todavía más de coches durante esas fechas.
Atención: los residentes en la zona, titulares de plazas de aparcamientos, taxis, motos y ciclomotores, autobuses municipales, unidades de producción y retransmisión audiovisual, grúas o vehículos de hoteles podrán circular por dichas calles, en las que se reserva un carril en cada sentido. No sólo eso: los vehículos con distintivo cero emisiones de la DGT también podrán hacerlo, lo que deja claro que la medida es, más que contra los coches, contra sus emisiones contaminantes.
Pero no es suficiente. Aguirre, conocida por sus políticas “neoliberales” y, no nos olvidemos, la candidata más votada en las últimas elecciones municipales (un pacto dio el ayuntamiento a Carmena) se ha despachado a gusto contra el cierre. En su opinión, se trata de algo deleznable por cercenar el derecho de los ciudadanos a usar sus coches. “Un asunto que los fundamentalistas del ecologismo y algunos políticos recelosos de la libertad de los individuos plantean como un enfrentamiento entre las personas y los coches”, asegura Aguirre, “un planteamiento falaz porque nadie podrá decir, como es lógico, que prefiere los coches a las personas. Pero es que los coches no tienen derechos, los que sí tienen derechos son los ciudadanos. Y muchos tienen coche y cuentan con él para desarrollar su vida en Madrid”.
Ideología y “fundamentalismo medioambiental”
Para Aguirre, el “derecho a utilizar el coche tiene que limitarse si hay unos niveles de contaminación que perjudican la salud de los demás”. Después, la líder popular se aventura a hacer un repaso histórico y filosófico a la Gran Vía, definiéndola como “ese eje que agilizara la circulación” pese a que, precisamente, es escenario de alguno de los más cruentos atascos en el centro de la ciudad.
“Si se cierra la Gran Vía por razones de tipo ideológico, fundamentalismo medioambiental o de odio a los coches como símbolos de riqueza, hay que saber que todo Madrid será un caos circulatorio”, asegura Aguirre. “Esto quiere decir que Madrid quedará imposible para los ciudadanos que quieran usar sus coches. Y el que usa el coche, aparte de tener derecho a hacerlo sin explicar por qué, lo usa muchas veces porque no tiene más remedio para llevar a sus hijos al colegio, para visitar a familiares enfermos, para ir a trabajar o para transportar enseres”.
Pero la portavoz del PP en Madrid no se ha quedado ahí. En otras declaraciones ha explicado que su partido llevará a los tribunales la medida de Carmena, que han definido como “inconcebible”, “indigna” y “esperpéntica”.