Cultura ciclista

El viaje de Cris Lares

La mexicana Cris Lares se propuso en 2018 pedalear hasta Patagonia, al sur de Argentina. Contratiempos de todo tipo y una pandemia mundial se conjuraron para interrumpir un viaje que, sin embargo, hoy continúa. Este es el vibrante relato de un trayecto en el que Cris ya no rueda sola, sino acompañada por una nueva familia: la de Ciclosfera.

Nacida hace 26 años en Oaxaca de Juárez, Cris Lares arrancó con su Specialized Pitch 27.5 el 23 de septiembre de 2018. Llegó hasta Pitumarca, un distrito de Canchis, provincia del departamento de Cuzco, Perú. Su plan era llegar hasta el sur de Argentina pero un accidente, dos años y más de 16.000 kilómetros después, torció su aventura. Atrás habían quedado la Amazonia, las costas de América del Sur o la cordillera de Los Andes. También, la hospitalidad de la gente. "Allá donde estuve me trataron como si fuera de la familia", destaca. "De hecho, lo más difícil fueron siempre las despedidas. Porque te encariñas con las personas, que pasan a ser esa familia que necesitas y no tienes cuando estás viajando".

"Tenía los dedos congelados, no los sentía. No podía ni sostener el manillar" (Cris Lares)

Muchas etapas fueron inolvidables, pero ella elige su llegada a Cayambe, donde se encontró con el volcán de la Cordillera Central del norte de Ecuador, la tercera elevación más importante del país. "Conocía la nieve", recuerda, "pero llegar a un lugar tan hermoso pedaleando fue increíble. También recuerdo la zona de glaciares en extinción de Perú. Hice dos rutas con nieve: una en Colombia y la otra en Ecuador. Las dos maravillosas".

"Unas buenas alforjas, un saco de dormir, una tienda de campaña, una multiherramienta, un kit de parches y una bomba de aire. No mucho más: cuanto más ligero vayas, mejor".
"Unas buenas alforjas, un saco de dormir, una tienda de campaña, una multiherramienta, un kit de parches y una bomba de aire. No mucho más: cuanto más ligero vayas, mejor".

Pero toda gran experiencia implica desafíos. "Cuando llegué al volcán Cotopaxi, en la zona andina de Ecuador, llevaba un pantalón impermeable pero ni chaqueta ni guantes. Primero fue el aguanieve, después la nieve, y con los zapatos rotos y calcetines mojados pensé que iba a sufrir una hipotermia. Tenía los dedos congelados, no los sentía, pero llegué a un refugio donde pude encender un fuego. No podía ni sostener el manillar”.

En ese tramo, Cris llegó a la posada Mapachita, en Cuenca, Ecuador. Una cabaña donde contactó con los shuar, también conocidos como jíbaros aunque ellos consideran tal denominación como despectiva, y con quienes participó en un ritual tan exótico como imposible de olvidar. "Trajeron carne, pero les expliqué que soy vegetariana. Después bebieron chicha, una fermentación no destilada del maíz y de otros cereales y frutos de la zona, y me convidaron a un té de floripondio que me emborrachó. Me vistieron con el atuendo típico de la comunidad y anduvimos a caballo por la selva, pero lo más impactante fue enterarme de que aquella carne… ¡era de mono! ¡Era como haberse comido a una persona!".

"Lo más impactante fue enterarme de que aquella carne… ¡era de mono! ¡Era como haberse comido a una persona!" (Cris Lares)

Pero, pese a momentos así de inquietantes, Cris asegura no haber sentido miedo jamás. "Siempre me sentí en casa. Todo fluyó. Es importante estar abierto a lo que venga, no tener pensamientos negativos. Si vas con mentalidad abierta las puertas se abren. Me muevo según mi intuición, intentando no planificar".

Pese a vivir momentos muy inquietantes, Cris asegura no haber sentido miedo jamás. "Siempre me sentí en casa. Todo fluyó. Es importante estar abierto a lo que venga, no tener pensamientos negativos".
Pese a vivir momentos muy inquietantes, Cris asegura no haber sentido miedo jamás. "Siempre me sentí en casa. Todo fluyó. Es importante estar abierto a lo que venga, no tener pensamientos negativos".

La pandemia

Cuando explotó el covid, Cris quedó varada en el distrito peruano de Pitumarca, en el que se encontraba para llegar a la Montaña de los Siete Colores , también conocida como Vinicunca o Arcoíris. Ubicada en la Cordillera del Vilcanota, a 5.200 metros de altura, es un lugar asombroso. Las cosas empezaron a complicarse. Llegó a las 9 de la noche, tras una jornada extenuante, pero pese a dormir unas horas, a la mañana siguiente, aún estaba cansada. "Nunca pedaleo de noche", explica, "sino temprano. Ese día arranqué a las 6 de la mañana para llegar pronto a la Montaña de los Siete Colores y tres horas más tarde, en un camino, choqué en una curva con una moto y me fracturé la tibia y el peroné, además de romperme los ligamentos y golpearme con fuerza en la cabeza. Pero, en el hospital, me dijeron que era sólo un golpe…"

Tras el accidente, en marzo de 2020, Cris se quedó una semana en casa de un amigo fisioterapeuta en Cuzco. Los pronósticos no eran muy optimistas: le dijeron que, quizá, no podría volver a caminar. "A veces siento el tornillo que me pusieron en la tibia de la pierna derecha”, cuenta, "y aunque no sé si podré hacer un trekking de seis días como antes, me siento bien para pedalear”. Recuperada, y ya tras lo peor de la pandemia, fue de nuevo atropellada por un conductor borracho. “Esta vez”, lamenta, "no sentía las piernas. Pensé que me había quedado paralítica. Se me fisuró la vejiga y fracturó la clavícula. Usé bastón un tiempo, pero volví a subirme a la bici, y no tengo planes de dejarla nunca".

La mejor noche

"La pasé en Caucasia, Colombia. Dormí en una estación de bomberos, muy alejada de cualquier sitio donde hubiese comida, pero vino un señor con su familia y trajeron pizza, helado y rosquillas. Cenaron conmigo y pasamos un gran rato".

La mejor comida

"En Ecuador probé unos helados con… ¡queso rallado! ¡Están muy ricos! La marca era Bogati, y están en todo el país".

El mejor momento

"Llegar a un volcán de 5.000 metros como el Cayambe, en Ecuador, y ver la cumbre nevada de cerca. Amo el trekking y el alpinismo, pero llegar en bici, desde tan lejos, es aún mejor".

El peor momento

"Cuando crucé de Panamá a Colombia en velero. Fue una noche muy revuelta…. No soy religiosa, ¡pero ese día llegué a rezar! ¡Estaba tan mareada y asustada que no pude dormir!"

La peor comida

"Al margen del mono, me sorprendió que en Perú coman cuy, cobayas, que para mí siempre fue una mascota. También comen llamas y alpacas… ¡No me gusta nada de eso!"

Cris vivió todo tipo de momentos en su recorrido ciclista, pero pocos tan complicados como cuando fue atropellada. No importa: pese a las secuelas, ha seguido pedaleando. Nada la bajará de su bici.
Cris vivió todo tipo de momentos en su recorrido ciclista, pero pocos tan complicados como cuando fue atropellada. No importa: pese a las secuelas, ha seguido pedaleando. Nada la bajará de su bici.

En la selva

Cris Lares fue seleccionada para Supervivencia al desnudo, un reality extremo de Discovery Channel donde los participantes no cobran ni reciben ningún premio: simplemente, quieren encontrar sus límites. El programa constó de siete episodios filmados en la selva colombiana de Vichada, y según cuenta Cris "fue muy duro. No como carne, y al tercer día ya se me movían los dientes, me bajó mucho el calcio, no tenía azúcar en la sangre, adelgacé mucho, estaba lleno de mosquitos… Apenas comía palmitos, y aunque podíamos pescar peces pequeños, preferí mantener mi dieta".

"No tomé agua hasta el tercer día porque no teníamos dónde hervirla, y tuve síntomas de deshidratación. ¿Lo bueno? Que la experiencia fue verdadera. Volvería a hacerlo. Estar tres semanas desnuda, en medio de esa selva y con apenas un machete, un mapa y pedernal para hacer fuego, es difícil. ¡Pero no me arrepiento!".

Deporte y conciencia

La bicicleta no es la única pasión de esta mujer: de joven, también se lució en natación, atletismo y fútbol. Otra de sus pasiones es la ecología, tiene su propio huerto e intenta regular su conducta en función de sus firmes convicciones. Durante su viaje ciclista por América del Sur sólo se subió una vez a un automóvil ("fue porque tenía que llevar a arreglar la bici"), y hoy vive en Oaxaca con su madre y sus hermanos. "Es una de las ciudades más bonitas de México", dice orgullosa, "porque conserva la cultura indígena y tiene fiestas muy hermosas. No está muy preparada para el ciclismo urbano, pero cada vez más personas practican ciclismo de montaña y carretera".

Además de recuperarse de su último accidente, Cris planifica retomar en agosto el viaje hasta Patagonia. Además de renunciar a su actual trabajo, algo que sopesa... ¿Qué necesitará? "Unas buenas alforjas, un saco de dormir que me proteja de temperaturas inferiores a cinco grados, una tienda de campaña para todas las condiciones climáticas, una multiherramienta, un kit de parches y una bomba de aire. No mucho más: cuanto más ligero vayas, mejor. Durante el viaje mucha gente te regala ropa. Sobre todo, hay que viajar con la mente y el corazón abiertos. Es así como el camino se abre. Yo lo sé: en bici, mucha gente me abrió las puertas de su casa y de su corazón".

Te gustará aún más el viaje de Cris en Ciclosfera #40.
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