Cuando yendo en bici haces gala de una actitud temeraria se produce una curiosa paradoja: automáticamente, tus prácticas son extendidas a todo el colectivo ciclista. No serás “el ciclista que ha hecho tal o cual cosa”, sino que lo seremos todos. Por ello, es importante no convertirte en un auténtico imbécil de la bici evitando estas actitudes.
1. Ir por la acera a gran velocidad.
Si tienes que subirte a la acera, mejor que te bajes de la bici. Recuerda que en la gran mayoría de ciudades está prohibido pedalear por ella, y tiene su sentido: los peatones son los reyes de la jerarquía urbana. Máximo respeto hacia ellos. Si en algún momento has de pedalear por la acera de forma circunstancial, hazlo muy despacio, a velocidad de peatón. Y siendo consciente de que estás en un sitio que no es el que te corresponde.
2. Hostigar en el carril bici.
Todos sabemos que existen infinidad de carriles bici en las aceras. No nos gustan, pues restan espacio al peatón en lugar de hacerlo al vehículo privado. Por eso, aunque a menudo nos crucemos con peatones despistados que circulan por él -jubilados, madres o padres con carritos de bebé, niños…- es preferible esquivarlos y seguir nuestro camino que afearles su conducta a voces o tocarles el timbre con saña. Demostremos que los ciclistas somos más educados y pacíficos que otros.
3. Los caballitos (y otras acrobacias).
Bravo por ti: eres capaz de mantenerte única y exclusivamente sobre tu rueda trasera durante una distancia realmente absurda. Tu trabajo te ha costado y tienes que mostrarlo al mundo. Pero, por favor, déjalo para espacios en los que no pongas el riesgo a los demás usuarios de la vía.
4. Saltarte los semáforos.
Es una de las prácticas más habituales por parte de los ciclistas urbanos. A veces se puede entender: los semáforos están pensados para los coches, y adelantarnos ligeramente al verde puede darnos una ventaja crucial para salir en condiciones de seguridad. Pero de ahí a saltarse todos sistemáticamente, como si las normas no fueran para nosotros, hay un gran paso. Una vez más, demos ejemplo de civismo.
5. Usar el móvil.
Si ya de por sí a veces parecemos auténticos zombies, siempre pendientes de la pantalla de nuestros teléfonos móviles, hacerlo cuando vamos en bicicleta es de ser auténticos inconscientes. No hay llamada, mensaje o actualización de Facebook que no pueda esperar unos minutos. Y si somos incapaces de hacerlo, mejor detenernos unos instantes y consultar el teléfono con tranquilidad y seguridad.
6. Llevar auriculares.
Que sí: que todos amamos la música. Que es infinitamente más agradable ir escuchando el nuevo álbum de tu banda favorita que el molesto ruido del tráfico. Pero mejor dejar los auriculares para otro momento que éste. Cuando vamos en bici es fundamental tener nuestros cinco sentidos puestos en lo que ocurre a nuestro alrededor, y a menudo el oído juega un papel clave. Si no puedes estar sin música, prueba a canturrear. Y que todo el mundo vea lo feliz que te hace moverte en bicicleta.