Conociendo su historia, es obligatorio no sólo preguntarle qué tal está sino, sobre todo… ¡Dónde está! Porque Juan Dual no para: carreras de ultradistancia, pruebas ciclistas o cualquier otra excusa es buena para correr, pedalear o, en resumen, demostrar por enésima vez que los límites existen, sobre todo, para ser superados.
"Cuando nos encerraron por la pandemia", explica Juan desde Valencia, "me puse a pensar que conocía mejor Patagonia que España. Que no hace falta cruzar el Atlántico tres veces al año para descubrir rincones preciosos, porque los tienes a un puñado de kilómetros de casa. Y que es necesario recorrer nuestra tierra, las culturas más próximas, antes que seguir contaminando subiéndonos sin parar a un avión".
En ello está: hace unas semanas participó en Kilómetro Cero, una iniciativa que invitaba a ir de Madrid al Cabo de Creus en bicicleta de gravel y en menos de cien horas. "Disfruté como un enano", reconoce el mismo que, hace justo ocho años, rememoraba en Ciclosfera su trayecto de Nicaragua a Ushuaia (Argentina) pedaleando. "Ha sido alucinante atravesar eso que llaman la España vacía y descubrir mil sitios que no conocía de Castilla La Mancha, Cataluña o Aragón. Recorrer esas rectas eternas, esas zonas increíbles… ¡y todo a golpe de biela!".
A golpe de biela y, no lo olvidemos, sin estómago, colon, recto y vesícula biliar, órganos que tuvieron que extirparle por una enfermedad genética que le hacía más proclive a tener cáncer. Una historia que parece increíble pero que este valenciano ha superado y normalizado a base de pundonor, humor y, como reza un enorme tatuaje en su antebrazo derecho, no pensar demasiado las cosas, sino hacerlas.
"Gracias a la sanidad pública me curaron más o menos el cuerpo", dice, "pero después me tocó curar la cabeza. Todos pasamos por cosas complicadas, vivimos mil historias que nos pueden mandar al carajo, y a veces es difícil recordar lo que vale de verdad la pena: por eso es importante ser conscientes de que sólo tenemos una oportunidad de vivir, y que eso nos exige llevar una vida lo más placentera y plena posible. No todo es cuqui. Pero tampoco es el drama constante que a veces nos cuentan, ese pesimismo al que nos parecen querer arrastrar".
El sonido de la naturaleza
Para huir de ese pesimismo Juan cuenta con un arma imbatible: la bici. "La bicicleta no es un apoyo, sino algo básico en mi vida", aclara. "Es mi forma de transporte, el vehículo en el que viajo o sobre el que me acerco a comer con mis padres. Sean 15 o 15.000 kilómetros, para mí el movimiento se hace pedaleando. ¿Por qué? Porque la bici permite conectar con uno mismo, desplazarte en silencio escuchando a solas el sonido de la naturaleza".
¿Cómo explicarle a alguien que está pasándolo mal, que sufre alguna enfermedad grave, que la bici puede ayudarle? "Empezar a montar es lo más duro", reconoce Juan. "Después de todas mis operaciones", recuerda, "todo el mundo me decía que no se me ocurriera subirme, y mucho menos viajar, en bici. Pero soy muy cabezón, y decidí que nadie me iba a impedir, por miedo, ignorancia o a veces simplemente cariño, vivir experiencias increíbles. No les hice caso y, si me muriese hoy, sería sabiendo que hice lo que tenía que hacer. Que, pese a mi físico, he vivido cosas que mucha gente sana no ha experimentado. Y algo más: que he podido motivar a otros a hacer lo mismo, lo que es un premio añadido, un regalo".
"En la vida nada es fácil, ni regalado: desde que nacemos, lloramos, pero cuanto antes empecemos a probarlo, a intentarlo, antes conoceremos cosas increíbles"
"Quien no arriesga no gana", concluye entre risas y cicatrices Juan Dual. "En esta vida todo funciona a base de ensayo y error: cuando estudias, cuando empiezas una relación con alguien, cuando eres padre, ves pronto que nada es como lo habías previsto. Te equivocas muchas veces pero aprendes y, al menos, lo has probado. En la vida nada es fácil, ni regalado: desde que nacemos, lloramos, pero cuanto antes empecemos a probarlo, a intentarlo, antes conoceremos cosas increíbles.
Pasa en la vida y con la bici: no hace falta cruzar un continente pero sí poner en marcha cosas, aunque sean pequeñas. Ir al trabajo pedaleando. Llevar a tus hijos al cole. Pasear por tu ciudad. Hacer un viaje. Todo vale porque, pedalada a pedalada, ya están cambiando cosas dentro de ti. Te estás fijando en lo que antes no veías. Vives de otro modo. Y cuando se acabe la partida, cuando te mueras, en vez de preguntarte que habría 'sucedido si' tendrás la certeza de saber qué te ocurrió".
La regla de 'los tres días'
Juan lo tiene claro: cuando viajes en bicicleta "regala todo lo que no hayas usado los tres primeros días". Si es un gran viaje tendrás que, por supuesto, hacer alguna salvedad con la ropa de invierno o verano, pero es verdad que todo lo que cargues pesa y por lo general, lo que usamos en esos primeros kilómetros, una vez bien lavado y con buena organización, evitará que tengamos que llevar mucho más.
Más allá de 'GPS' y ''tracks'
Juan recomienda leer y consultar Internet todo lo que se pueda antes de salir porque toda información es poca, pero lo tiene claro: no tengas nunca miedo ni vergüenza a preguntar a quien te cruces en el camino. "No todo son tracks y rutas medidas y programadas", asegura. "La experiencia del viaje se enriquece con los consejos de la gente local, porque ellos tienen la mayor sabiduría y el mejor conocimiento del lugar. Sitios desconocidos y maravillosos para comer, rincones que sólo le desvelan a quien se haya ganado su confianza… Evita calcular tu ruta al milímetro, ¡a lo mejor un desvío te hace perder tres días pero te cambia la vida!".
De tripas, corazón
Con un hueco en el interior y el corazón en la mano: así habla, vive, Juan Dual, y así está también dibujado en la portada de Vacío, el libro en el que (¡a través de recetas!) ha volcado buena parte de sus experiencias y filosofía de vida. Una obra, en sus propias palabras, "muy punki y emocionante", que te va a hacer reír con su humor negro y llorar. Las ilustraciones son de Laura Pitarch, y puedes conseguirlo fácilmente en su web, Dualcillo.es.