Combinas el color apagado del jersey con el brillo eléctrico del cuadro. Valoras la ética, pero cuidas la estética. Recuerdas el anuncio del lánguido modelo apoyado sobre la bicicleta, una imitación sin grasa ni óxido del caballo de hierro de tu abuelo. Pedaleas para sentirte menos subordinado a algo aunque también, en la incertidumbre, te sabes producto de un imaginario social en auge: el del ciclista urbano con todos sus complementos a juego.
La bicicleta está de moda, y la moda ha colonizado la bicicleta. Las firmas de ropa la aprovechan de atrezo para subir en el sillín a sus modelos, en un falso estilo casual que decora las marquesinas. Las marcas de automóviles diseñan arriesgados prototipos que luego no venderán. Una compañía de bebidas resume la felicidad a través de un atardecer, gente riendo y bicicletas alrededor.
Comodidad y belleza
“La bicicleta se ha convertido en un complemento más, como un bolso”, dice Raquel Fernández, jefa de contenidos de Harper’s Bazaar. “Antes, en las campañas de moda, evocaba juventud y nostalgia. Ahora… Simplemente mola”. También la naturaleza del ciclista está mutando. La licra y el maillot son para el campo o la carretera: en la ciudad el ciclista aspira a la comodidad y, quizá, a ser contemplado. “No hay frivolidad en asociar la bici a un estatus”, razona Pablo León, bloguero de El País. “Salvo los muy puristas, la gente lo ve bien”.
“Hay que alegrarse de que la bicicleta forme parte del paisaje”
¿Mercantilización de nuestras amadas bicis? Tampoco lo creen así los militantes. Para Manuel Martín, presidente de ConBici, “hay que alegrarse de que la bicicleta forme parte del paisaje”. Para él, la bicicleta “no se prostituye” por ser usada como reclamo elegante. “Otra cosa es”, apunta, “la publicidad negativa que a veces exhiben las marcas de automóviles o los bancos”. La bici como fetiche de las marcas de ropa no es un atentado contra la esencia ciclista. “La publicidad evidencia cambios que ya se estaban gestando en la sociedad”, asegura Laura Opazo, presentadora de Moda Reto, “hay una declaración de principios ecofriendly con la que muchas marcas quieren alinearse”.
El urbanita comprometido… y consumidor
Visualizar la bicicleta. Romper estereotipos. Y no todo es superficialidad: también está la crisis. Los clichés se han disuelto a varios niveles: la bici es un medio de transporte barato y verde, los trabajadores quieren ahorrarse gasolina y tiempo… Y la usan. Pero la bicicleta también es una mercancía sujeta a las leyes del capitalismo tardío, y rezuma ideología. “Como consumidor, el ciclista aspira a una vida más natural y sencilla”, señala Blanca Muñoz, profesora de Sociología de la Universidad Carlos III, “aunque también a mostrar un estilo de vida juvenil y dinámico”.
El urbanita consumidor y ahorrativo. El ciclista comprometido y distinguido. Todo parecen contradicciones, pero diluídas. “La moda aporta una perspectiva más individual del uso de la bicicleta”, asegura el sociólogo de la Carlos III Julio Alguacil, “y evita promocionar demasiado el aspecto colectivo”. Es decir: la tribu ciclista sutilmente desmigada. Los valores que la conciencia colectiva ciclista atribuye a la bicicleta –democratización del transporte, sostenibilidad ambiental o solidaridad intergeneracional– pasados por la apisonadora acrítica del negocio descarnado.
Pull&Bear, Mango, H&M… las marcas se suman a comercializar productos para ciclistas urbanos
Si la bicicleta es un tótem de la modernidad (hasta Dolce&Gabanna fabrica la suya, tan extravagante como prohibitiva), quien la maneja es un maniquí potencial. Pull&Bear ha diseñado esta temporada una colección cápsula de ropa dirigida a ciclistas urbanos, al tiempo que ha desarrollado un sistema logístico de reparto en bicicleta de pedidos online a través de Emakers. “La campaña”, explica Pablo Prieto, responsable de comunicación de Pull&Bear, “viene marcada por una tendencia clara en la calle”. También H&M o Mango han comercializado productos para ciclistas urbanos, y hasta firmas chic –Mark Jacobs, Lacoste o Hermes– han trasladado su sibaritismo a las dos ruedas. Del asfalto a los escaparates y las pasarelas, el ciclo natural.
Una tipología de retrato urbano
Si el ciclista urbano es un reclamo para la industria de la moda, no lo es menos para los fotógrafos que patean las ciudades cámara al cuello. Es comprensible. La figura que se dibuja, atrayente y simple, rompe con la monotonía esclavizadora de los coches y los gruñidos irritantes de las motos. Circular en bicicleta por la urbe sumerge al centauro en una nebulosa de felicidad. Y si ese estado indefinible lo intuyen los creativos publicitarios, también lo captan los artistas del retrato.
La persona y su bici forman un volumen extraordinario y fotogénico. “La gente sonríe montando en bicicleta”, atestigua Sam Polcer, fotógrafo neoyorkino que aborda a sus futuros modelos en semáforos en rojo o mientras pedalean. Se sitúa cerca de ellos –él también va en bici– y les pregunta, “directa y amablemente”, si quieren ser fotografiados. “La mayoría acepta”, dice Polcer, que trabaja en un proyecto sobre moda urbana y acaba de publicar el libro New York Bike Style. “Las bicis son, casi, como mascotas. Una extensión de ellos mismos que explica a muchas personas”.
Los retratados son fragmentos únicos, elementos centrales de una nueva tipología de retrato contemporáneo. Polcer, que*cree en la bici “no como una máquina moderna, pero sí como una máquina para el futuro”*, fotografía al ejecutivo de traje impoluto y montura de esqueleto aristocrático, a la joven pizpireta con su práctica cestita o a un adolescente ensayando escorzos imposibles con su BMX. Comenzó a tomar fotos en 2012 y, dos años después, sigue encontrando motivos y modelos anónimos y singulares.
Ha pasado el invierno. La ropa que eliges para montar ha cambiado. Ahora es más cómoda y te sientes más ligero, pero sigue formando un todo con tu bicicleta y contigo. Cuando pisas la calle caes en la cuenta de que cada vez hay más ciclistas como tú. Os parecéis, os reconocéis en las sutiles diferencias como parte de una misma tribu. Cuando te paras en el primer semáforo, alguien por detrás te pregunta si accedes a ser fotografiado. Las modas han llegado a tu ciudad.