El objetivo de este estudio liderado por los investigadores Stefan Gössling y Andy S. Choiy de la Universidad de Lund era saber objetivamente si Copenhague, paradigma del ciclismo urbano, debería seguir invertiendo en nueva infraestructura ciclista.
Para ello, calcuraron el precio y el impacto de conducir un coche (incluyendo el coste social, ambiental y personal, así como los beneficios aportados por industria automovilística) comparándolo con el de desplazarse en bici. El resultado no podía ser otro: la bicicleta favorece no sólo al bolsillo del particular, sino a la sociedad en general.
La bicicleta no sólo favorece al bolsillo del particular, sino a la sociedad en general
Según sus cálculos, cada kilómetro en coche supone perder 0,50 euros aproximadamente -frente a los 0,08 euros que costaría un kilómetro en bici. Además, y si sólo atendemos al coste social, el coche le cuesta a la ciudad 0,15 euros por kilómetro recorrido, mientras que ganaría 0,16 euros por cada kilómetro pedaleado. O más sencillo: conducir es seis veces más caro que montar en bicicleta.
La conclusión del estudio lo deja bien claro: “El análisis coste-beneficio muestra que la inversión en infraestructura y política ciclista es una opción económicamente sostenible y muy rentable“.