Mortadelo y Filemón se subían a una bicicleta, ambos sobre la misma en un equilibrio milagroso, para huir del rabioso Súper tras un error de los suyos. Mafalda reflexionaba sobre política a lomos de un triciclo. Calvin y Hobbes pedaleaban para sacar de contexto alguna inquietud infantil, y Tintín salía airoso de algún incierto tumulto gracias a nuestra máquina favorita. Por su sencillez, y su presencia cotidiana a lo largo de toda nuestra vida, la bicicleta ha sido un objeto recurrente en las viñetas de los grandes dibujantes de la historia del cómic. De Hergé a Jacques Tardi, de Bill Watterson a Quino, la bici forma parte del imaginario gráfico de sucesivas generaciones aunque, justo es reconocerlo, casi siempre como un mero actor secundario.
Sí, la bicicleta ha sido muy dibujada, pero el ciclista apenas tuvo protagonismo. Muchos personajes de cómics han ido en bici alguna vez pero nunca dejaron de ser ciclistas fortuitos, accidentales, sin conciencia real de serlo. Hasta los últimos años, cuando la reivindicación de la bicicleta como medio de transporte ideal se ha dejado sentir en la sensibilidad de los viñetistas. Donde antes apenas se dibujaban monturas ahora se expresan preocupaciones, sueños, anhelos, diversiones y universos sobre dos ruedas. El cómic ha hundido por fin su lápiz en la conciencia del ciclista, retratando sus obsesiones y su manera particular de habitar el mundo.
Visión poética y política
Yehuda Moon and the Kickstand Cyclery es un punzante cómic sobre las peripecias de dos amigos que regentan una tienda de bicis. Empezó a publicarse en Internet en 2008, y combina el humor y la ironía con lo reivindicativo sin dejar de lado cierta visión poética de la bicicleta, una sublimación de algunos de sus principales valores como la libertad o la ecología. Sus creadores, Rick Smith y Brian Griggs, cuentan que muchas de sus ideas "provienen de sus experiencias de la vida real". Según Griggs, este trabajo es "un medio para poder verter todas las historietas ciclistas que he acumulado en mi cabeza", mientras que Smith destaca lo importante que resulta que su trabajo "sea visto como un reflejo de la vida ciclista".
Pero las peripecias de Yehuda Moon no son las únicas protagonizadas por ciclistas "de verdad". Bekka Wright, artista y diseñadora gráfica de Boston (EEUU), es la creadora de Bikeyface, un cómic basado en su propia experiencia como ciclista urbana. Todo parte de un concepto, bikeyface, que juega con la presunta cara de felicidad que se nos pone a todos cuando montamos en bicicleta. El cómic, además de mucho humor y crítica, tiene una pátina cool que lo hace delicioso. Activista de la movilidad, la autora comenzó a dibujar y postear de forma anónima, pero como nos explica "pronto me di cuenta de que lo que publicaba tenía audiencia Ahora hasta me reconocen por la calle cuando voy en la bici".
Poesía de la bici manga
Con su mezcla de aventuras y ética naíf, el manga también ha acudido a la bicicleta para proponer nuevos mundos. Overdrive es un cómic creado por el dibujante japonés Yasuda Tsuyoshi entre 2003 y 2008 (tuvo una versión anime poco después) que narra el anhelo de un estudiante por ganar algún día el Tour de Francia. Para lograrlo, y a pesar de de su torpeza y de no haber practicado ningún deporte en su vida, se apunta a un club ciclista. Las peripecias con las que se cruza y las dificultades que tiene que superar hacen que, poco a poco, se enamore de la bicicleta y todo lo que representa.
Con un contenido muy diferente y un regusto más espiritual y poético se presenta La bicicleta roja, un hermoso cómic escrito y dibujado por el reconocido surcoreano Kim Dong-Hwa y cuyos dos primeros volúmenes fueron traducidos al español en 2009 por Planeta DeAgostini. La bicicleta roja es una colección de pequeñas historias que se desarrollan en una zona rural de Corea, protagonizadas por un cartero y su bici. Son narraciones sencillas que trasmiten silencio, sosiego y toda la delicadeza de un mundo que agoniza. En este cómic la bicicleta es el único vehículo para acceder, sin destrozarlo, a un pasado todavía idílico.
Pedalea por tu seguridad
Pero, mucho antes de que todo lo anterior fuera siquiera imaginado, hubo un primer superhéroe de cómic ciclista. Se llamó Sprocket Man y nació a mediados de los años setenta en Estados Unidos, en pleno auge del uso de la bicicleta en los campus universitarios: de hecho fue creado por un estudiante de la Universidad de Stanford, en California.
Sprocket Man tenía pintas de superhéroe clásico, traje ajustado, colores llamativos, antifaz… pero ningún superpoder. Su única cualidad sobrehumana era la de ser escrupulosamente justo cumpliendo las leyes. Era más bien una especie de Capitán Planeta empeñado en promover la seguridad, evitar los comportamientos peligrosos y favorecer la concordia entre conductores y ciclistas. El cómic se hizo bastante popular y las autoridades de varias ciudades del país llegaron a emitir anuncios de televisión protagonizados por un Sprocket Man de carne y hueso para concienciar de cómo había de usarse la bici.
Ponemos en dibujos y palabras experiencias que todos los ciclistas han tenido
Entrevistamos a Rick Smith y Brian Griggs, los creadores de Yehuda Moon and the Kickstand Cyclery, tira cómica nacida en Internet en 2008 y de la que ya se han impreso seis volúmenes en papel.
¿Qué historietas disfrutáis más?
Rick Smith: Las que cuentan la parte más políticamente incorrecta, sarcástica y, al mismo tiempo, reivindicativa, porque siempre aprendo algo mientras las dibujo y creo. Pero, al mismo tiempo, también me encantan las tiras discretas y silenciosas, donde sólo está el ciclista montando a través de la nieve, cruzando un bosque o pedaleando en el crepúsculo.
Brian Griggs: Disfruto particularmente con las que no son parte de una historia más larga, sino que están basadas en un solo pensamiento o experiencia que se tiene mientras se pedalea. Pero mis favoritas son las que conectan con la gente, en las que me doy cuenta de que verbalizamos pensamientos que todos los ciclistas tenemos.
¿Partís de vuestras propias experiencias?
R.S.: El cómic nació después de empezar a ir a trabajar en bici. Pensé que sería interesante capturar algunos de los pensamientos y sucesos de esos días.
B.G.: Sí, muchas proceden de la vida real. En realidad, mi rabajo es sólo un medio para poder verter todas las historias de ciclistas que he acumulado a lo largo de estos años.
¿A quién se dirige vuestro cómic?
R.S.: Apelamos a todo tipo de ciclistas, aunque muchos de nuestros lectores son cicloturistas o activistas de la bici como el protagonista, Yehuda. Tratamos de establecer un balance entre él y otros personajes para así llegar a más gente.
B.G.: Realmente, nunca nos hemos centrado en un target específico. Lo que hacemos en reírnos entre nosotros, y dar lo mejor para crear tiras en las que resuene la huella de la comunidad ciclista. Hay tantos tipos de ciclista que es difícil centrarse en uno.
¿Qué metas os fijáis?
B.G.: Me encantaría ver el ciclismo convertido en algo más normalizado. Me gustaría pensar que, quizá, una tira cómica compartida en Facebook o una página impresa en un boletín ha llevado a alguien a ser más cuidadoso con estos temas. Me excita colgar una viñeta y ver si la gente reacciona bien, mal o con indiferencia. Es como lanzar un globo al aire, ver cómo se eleva y no tener ni idea de dónde terminará.
R.S.: Las mías cambian de año en año. Al principio quería compartir las alegrías y retos del ciclista, para después entrar en una fase activista donde intenté que la tira ayudara a mostrar todo lo positivo que la bici puede darle al mundo. ¿Al final? Mi mayor meta es pasármelo bien, escribiendo y dibujando.