Le echan la culpa a las endorfinas, pero no puede ser sólo química. La bicicleta es mi máquina del tiempo, sobre quien regreso a aquellos tiempos mejores en los que todo era libertad. La bicicleta es la cabina de teletransportación que, con apenas dos pedaladas, me envía a un paraíso de individualidad y aire fresco.
Sobre la bicicleta soy demasiado veloz para que me alcancen los problemas, las hipotecas, las dudas. Sobre la bicicleta no tengo los pies en la tierra sino pataleando entre nubes, con las manos demasiado ocupadas como para atender a llamadas. Mi cuerpo cruza la vida a toda velocidad. Mi mente viaja a los días felices, a aquellos días felices de mañanas eternas y madrugadas imposibles de prever.