Montar en bicicleta es un estilo de vida, y ese estilo de vida es aún más elegante si uno se deja atrapar por una pasión romántica. Por ejemplo, la de mantener la memoria de las bicicletas antiguas y clásicas e, incluso, acompañarla por una vestimenta histórica.
Juan P. Granados, presidente de la Asociación Nacional de Bicicletas Antiguas y Clásicas (ANBAC), explica qué características debe tener una bici para ser incluida en esta categoría. “En su día esto ya exigió un largo debate”, explica, “por lo que decidimos optar por establecer una clasificación. Bicicleta antigua es aquella anterior a 1960, mientras que la bicicleta clásica debe tener, al menos, 30 años”.
El germen de ANBAC, creada en 2010, fue un foro llamado CicloClasica y que arrancó en 2008. Sus datos permiten, en principio, hacer una estimación de cuántas bicis clásicas y antiguas circulan por España, aunque Granados no lo tiene tan claro. “¿Quién lo puede saber? Hay unos 1.500 usuarios registrados y, por lo menos, cada uno tenemos un modelo con esas características”. Aunque luego, por supuesto, hay quien sube la estadística: “Yo tengo unas 170 bicicletas, y casi todas son modelos españoles, de paseo y anteriores a los años 60. ¿Que si tengo alguna favorita? No… ¡Todas son especiales!”
Valor sentimental
No es el único. Daniel Escobero, de la tienda-taller madrileña Bicicletas Leo, es otro de los que han perdido la cabeza por las bicis de otra época. “Siempre me han gustado las cosas antiguas”, explica. “Los coches, las cámaras y, por supuesto, las bicis. Tengo restauradas y en perfectas condiciones de uso unas 60, y otras 40 pendientes de arreglar”. Escobero explica que encuentra todas estas joyas “en anuncios, por medio de conocidos, en tiendas que cierran o, simplemente, preguntándole a gente que las tiene olvidadas en el pueblo o chatarrerías”.
Jordi Bartoll es restaurador y el responsable de Reciclone, uno de los referentes de este mercado en nuestro país. El principal motivo de esta pasión por las máquinas de otras eras es, en su opinión, algo tan irracional y hermoso como el corazón. “El factor que empuja a la gente a restaurar bicicletas de 60 años es el sentimental, simplemente. Son las máquinas sobre las que pedaleaba su padre o su abuelo o, directamente, con la que ellos aprendieron a montar o disfrutaron su juventud. Eso sí: además son bicicletas para toda la vida que, con un poco de cuidado, aguantan lo que haga falta”. Granados, de ANBAC, va más allá: “Además de lo que se ve, hay toda una historia fascinante detrás. Su fabricación, acabados, materiales… Es una frase hecha, pero es verdad: ya no se hacen cosas como se hacían antes. Las bicicletas fabricadas en España en 1940 aún se usan hoy en muchos lugares, y andan sin ningún problema”. En todo caso, es innegable que no es una decisión racional. “La gente que viene a mi tienda a por repuestos o un modelo”, cuentan desde Bicicletas Leo, “lo hace por algo sentimental, porque ese modelo en concreto significa algo muy importante en su vida. Hay personas a las que no les importa gastarse 3.000, 4.000 ó 5.000 euros para restaurar una bici, incluso aunque muchas veces ni siquiera la van a usar. Eso no es lo importante: lo hacen, casi siempre, porque ha pertenecido a alguien a quien querían muchísimo”.
Está claro: el dinero, en este caso, no es la cuestión principal. Bartoll, por ejemplo, es más un arqueólogo que el responsable de un negocio. Por ejemplo, provee de pegatinas clásicas, creadas por él mismo, a marcas históricas como BH y Orbea, que han perdido o no tienen catalogado gran parte de su material “prehistórico”. También Escobero guarda recambios y herramientas que ni las propias marcas conservan, y por las que ha recibido “suculentas ofertas que he rechazado”. Bartoll, que como no podía ser de otra manera se mueve en una single speed clásica, no tiene dudas: “Eso es, para mí, una bicicleta clásica. Nombre histórico, freno de varilla, una sola velocidad y sillín de cuero… ¡Me encanta!”
Para grandes ocasiones
Es lo bueno de una bicicleta histórica en buen estado: que resulta perfecta para el día a día… y es imbatible en las grandes ocasiones. Porque las clásicas y antiguas no son sólo para coleccionar, exhibir o disfrutar, sino que también son un excelente reclamo. “Nos llaman mucho para exposiciones, eventos ambientados a principios del s.XX o programas de televisión, rodajes de películas o sesiones fotográficas”, recuerda Granados. “Desde hace un par de años también piden este tipo de modelos para bodas: a las parejas les gustan para las sesiones de todos”. Algo parecido le pasa a Bartoll, y Escobero añade: “Ahora mismo se utilizan nuestras bicicletas en varias series de televisión, aunque no te puedo decir nombres. La Vuelta a España también nos las alquiló el año pasado para el evento especial por su 80ª aniversario, cuando todos los grandes exciclistas pedalearon sobre modelos históricos”.
Pero no sólo los grandes eventos miran, ocasionalmente, al pasado. En distintas partes del mundo, cada vez más, las Tweed Ride celebran con puntualidad (británica) el placer de viajar en el tiempo. Hablamos de un movimiento ciclista cuyos miembros recuperan monturas y vestimentas de finales del s.XIX o principios del s.XX, en un ambiente relajado y festivo. Jerónimo Martínez es el principal responsable de este evento en Madrid, donde el año pasado se reunieron 200 personas. “Nos gusta que las bicicletas sean cuanto más antiguas mejor”, explica, “pero tampoco nos ponemos estrictos porque, a la postre, lo más importante es la atmósfera del ambiente: recorrer un pequeño paseo para, al final, sentarnos a tomar un picnic y té, escuchar un concierto y bailar. En nuestro caso se trata de un paseo por el Madrid antiguo, en el que lo más importante es la vestimenta. La gente viene vestida con ropa de sus abuelos para demostrar que para moverse en bicicleta no hace falta una ropa determinada, sino que es compatible con la elegancia, los tacones o las corbatas”.
Donde la bicicleta sí es fundamental es, en cambio, en el Encuentro Madrileño de Bicicletas Clásicas y Antiguas. “Es impresionante ir hasta Aranjuez en el Tren de la Fresa, todos vestidos con ropa de principios del s.XX”, cuenta Daniel Escobero, “pero lo más sobrecogedor es llegar hasta allí con bicis de varilla. Renfe nos cede hasta antiguos vagones de mercancías de su museo, y cuando llegamos todo el mundo se queda asombrado. Para mucha gente, es muy emocionante: quieren hacerse fotos con nosotros y, sobre todo, nos cuentan que en su infancia tuvieron bicicletas como las que nosotros llevamos”. Ya hay fecha para este año, el 18 de septiembre, e incluirá La Chichonera, una carrera con modelos antiguos.
No es la única: al calor del boom del ciclismo, son varias las pruebas de bicicletas históricas que se organizan ahora mismo en España. Así, por ejemplo, la Retroibérica reúne seis marchas en las que las bicicletas modernas o de montaña están vetadas y, como dicen desde la organización, “los avituallamientos son completos y rústicos. Nada de barritas o geles, sino más bien vino y alimentos tradicionales”. Las seis citas de 2015 fueron La Pedals de Clip (Barcelona), La Histórica (Soria), Retrobike (Vizcaya), GP Canal de Castilla (Valladolid), La Retrovisor (Cantabria) y Monreal (Zaragoza). “Todas tienen en común un espíritu 100% cicloturista y el carácter añejo de las pruebas ciclistas de los tiempos gloriosos del ciclismo”, aseguran los organizadores, que también exigen para participar “una bicicleta de época y maillots de lana o imitación, culotte negro o del mismo equipo que el maillot y gafas, zapatillas o guantes”. El escenario, inmejorable: “idílicos paisajes rurales y zonas monumentales que hagan la experiencia lo más placentera posible”.
UN PLACER: LA EROICA HISPANIA
Es uno de nuestros eventos favoritos: este año se ha celebrado la segunda edición de Eroica Hispania, la versión española de la legendaria carrera clásica italiana. Hablamos de una prueba que se celebra en La Rioja, cerca del bello pueblo de Cenicero: un lugar para disfrutar del mejor vino, hermosos paisajes y, por supuesto, todo el amor por las monturas de otra época.
FOTOS: ANJOU VELO, toda una experiencia
Más de 4.000 ciclistas, de 20 países diferentes, se reúnen cada año en el Anjou Vélo Vintage, que se celebra en la región francesa del Loira y representa todo el savoir faire francés: vinos, camiones con delicias locales, moda y música retro. Y, claro, ciclismo: varias rutas con diferentes niveles y un espectáculo tal que, además de los participantes, reúne hasta a 30.000 espectadores. Por cierto, las fotos de este artículo han sido tomadas allí… ¡Tenemos que conocer esa maravilla!