Primero fue el papel higiénico. Después el jabón de manos. Después los macarrones o la leche. Pero hay algo cuyas ventas también se dispararon con la pandemia, y que sigue siendo difícil de conseguir… las bicicletas.
Todos le hemos escuchado a alguien decir que la bici que andaba buscando se había agotado. Que le habían dicho que no llegaría hasta marzo del año que viene. Que pasa lo mismo con todas las marcas, con todas las tiendas, con todas las bicis.
¿Qué ha pasado con las bicicletas? ¿Por qué se han agotado? ¿Cuándo volverá la normalidad? ¿Qué hacer?
El tema es complejo, porque en él intervienen muchos actores y se trata de una situación nunca vista en la industria de la bici. Vayamos por orden cronológico.
En diciembre de 2020, hace ya casi un año, se empiezan a detectar en Wuhan el caso de personas enfermas por una especie de neumonía de origen desconocido. El virus empieza a transmitirse, y las autoridades chinas decretan el cierre de ciudades y, por extensión, de fábricas. Como todo el mundo sabe, China es la fábrica del mundo, y también es en buena parte la fábrica de la industria de la bicicleta. Así que, desde diciembre y, en particular, enero y febrero, esa industria se empieza a resentir, empiezan a escasear determinados componentes, la cadena de producción y, por consiguiente, de mercado se empieza a alterar.
El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declara un estado de pandemia mundial. En España, el 14 de marzo, se declara el estado de alarma. Y, en todos los sectores, cunde el pánico. Por supuesto, también entre las tiendas de bicicletas, que tienen que cerrar sus puertas y se enfrentan a una situación límite: ¿Cuándo volverán a abrir? ¿Cuándo volverá la gente a comprar bicicletas? Ante esa situación, muchas deciden, por ejemplo, anular pedidos. En escenario es muy, muy negro, y optan por decirles a las marcas que las bicicletas que tenían encargadas para esos meses (los pedidos se habían hecho hacía seis meses, en torno a septiembre de 2019), se anulen. O que manden esas bicicletas a otros países donde las tiendas (por ejemplo, Alemania, no han cerrado sus puertas).
Pero, de pronto, todo cambia. Cuando se empieza a relajar el confinamiento y, a finales de abril, se puede volver a salir a pasear o hacer deporte, hay un boom en la venta de bicicletas. Todo el mundo quiere una bicicleta nueva. Hay una demanda brutal e inesperada, que se une a las circunstancias anteriores que han afectado a la producción. Por suerte la bici es idónea para esa nueva normalidad, tanto como forma de transporte como, especialmente, deporte al aire libre. Y esa demanda es mundial.
Se produce un efecto cadena. Los clientes urgen a las tiendas. Las tiendas urgen a las marcas. Estas a los fabricantes de cuadros, de componentes, que a su vez exigen material a los proveedores de materias primas. Aluminio, acero, plásticos… La demanda brutal e inesperada se va trasladando de una cadena a otra. Y, finalmente, hay un embudo. Todos pueden intentar subir un poco la producción, un 10%, un 20%, pero es que hablamos de que en determinados modelos, bicicletas de primer precio, por ejemplo, la demanda sube hasta un 400%.
Lo primero: ¿qué debe hacer el cliente? Es curioso que, y como siempre volvemos al tema del coche, la gente esté encantada de esperar 2, 3, hasta 6 meses, para tener el coche que ellos han elegido. Pero con la bici no. La gente dice… ¿pero cómo pueden tardar cuatro meses en fabricar un cuadro? Lo difícil de entender es que los fabricantes hacen unas predicciones a 8 meses vista, en base a lo que las tiendas les trasladan a través de los clientes. Hay fabricantes que tienen stock, pero la gran parte de los pedidos están ya asignados desde hace más de medio año. Las bicis que se iban a vender en 2020 estaban previstas, casi, en primavera de 2019.
¿Qué se le dice a la gente? Los que necesitan una bici, ya, tienen un problema. Pero a los que piensan invertir a partir de 700 euros, quizá es bueno decirles que sean razonables. Que, al igual que con un coche, o cualquier otra cosa, hablamos de una inversión para los próximos diez años. No es tan descabellado esperar 5 meses por una buena bici, por la que quieres, por la que has meditado y elegido.
Por supuesto, también está la segunda mano. Este mercado se ha disparado. Pero la segunda mano, claro, es otro concepto. Muchas veces no conserva la garantía vitalicia que ofrecen las marcas. O los servicios de mantenimiento que te ofrece una tienda. Pero claro, se ha visto favorecido. También las empresas que financian compras, porque han permitido a mucha gente comprar bicicletas de un precio superior, que ha sido más posible encontrar.
¿Grandes perjudicados? Ha habido de todo. Las empresas más pequeñas se vieron favorecidas en un primer momento, porque ante la falta de producto inicial se vendió todo. Pero después han tenido imposible el reponer producto. Han roto stock. O han tenido muchos problemas para reponer componentes en garantía. También tendrán problemas para las futuras colecciones y 2021, porque los grandes fabricantes de componentes (Shimano, SRAM), son pocos, y es probable que primero atiendan a sus grandes clientes, que es posible que copen las posibilidades de fabricación.
En resumen: mientras haya esta demanda, será difícil. Si puedes fabricar 100.000 cadenas de bicicleta al día y, de pronto, te piden cada día 500.000, no puedes atender esa demanda. Es imposible. Tendrás que esperarte cinco días. El incremento de la demanda ha sido mundial, global. Y las producciones no estaban capacitadas. Ellos desean atender todos sus pedidos, pero tienen sus lead time (periodo de entrega). Si antes tardaban seis meses, había que pedirlo con seis meses de antelación, ahora es un año. Podrían aumentar su producción, construir sus fábricas… Pero eso tampoco es de la noche a la mañana. Pueden ser dos años. ¿Y habrá la misma demanda dentro de dos años?