¿Quién es Beatriz Silva?
Soy profesora de educación básica, fotógrafa y artesana. Y nací hace 43 años, en Santiago de Chile, y soy madre de dos hijas.
Estuviste casi dos años viajando con tu bicicleta… ¿Cómo empezó todo?
Estaba en Isla de Pascua, donde llevaba tres años… Y necesitaba moverme. Quería hacerlo desde hacía algún tiempo, pero esperé a que mis hijos fuesen independientes.
Así que decidiste partir.
Sí, en julio de 2014. Empecé en Chile, donde crucé el desierto de Atacama, salté a Argentina y crucé Salta y Jujuy, pasé por Bolivia, bordeé el lago Titicaca y entré a Perú. Esa fue, a nivel físico, la parte más dura del viaje: llegué hasta Machu Picchu, crucé a Ecuador, hice la ruta Spondylus y después recorrí Colombia.
¿Lo tenías todo planeado?
No. Es más: cuando salí de Chile mi idea era llegar hasta Alaska, pero justo cuando iba a alcanzar Panamá decidí dar marcha atrás y recorrer Sudamérica.
¿Qué temías más cuando arrancaste?
La carretera, los camiones, la posibilidad de tener un accidente… Y bueno, la mecánica. Me inquietaba, claro, el tener que depender de otras personas para resolver determinados problemas mecánicos en medio de una carretera. Luego te das cuenta de que, una vez de viaje, surgen las dificultades, pero todas tienen solución.
“Viajar en bicicleta es una forma de ver que la realidad es muy distinta a los que nos cuentan”
¿Cómo definirías tu viaje?
Como una experiencia de vida inolvidable, imprescindible. Supuso un camino autoconocimiento, una forma de fortalecer la confianza en mí misma y volver a creer en la gente. Fue la manera de ver que la realidad es muy distinta a lo que nos cuentan, y de hacerme más humilde.
¿Qué descubriste dentro de ti?
Que los miedos son fantasmas culturales impuestos. Cosas que te quitan la energía, que te paralizan y no te dejan avanzar.
“Los miedos son fantasmas culturales impuestos, cosas que te paralizan y no te dejan avanzar”
¿Por qué volviste?
Tenía previsto seguir por Venezuela y Brasil, pero en Colombia me intoxiqué al beber agua contaminada y me puse muy enferma. Me gasté todo mi dinero en médicos, y tuve que regresar a Chile.
¿Cómo cambia tu vida el hacer un viaje así?
Te hace ser más consciente de qué significa la existencia humana en este mundo, en este universo. Abre tu mente, visualizas de forma íntegra qué significa tu existencia en este mundo. Parece que estoy loca, pero… ¡Es así! Y, sobre todo, te das cuenta de que al salir no estabas loca, sino que lo que está loco es el mundo artificial que hemos construido.
¿Qué consejos le darías a quien quiera hacer un viaje similar?
Que no se lo piense demasiado. Que no es necesaria demasiada planificación ni, desde luego, entrenamiento: no es necesario ser deportista, porque el verdadero esfuerzo es mental. Y que se lo tome como una experiencia vital, que sea receptivo y tolerante con lo que venga o vivas en el camino… Con buena disposición, y sobre una bicicleta, se te abren todas las puertas y corazones.
¿Por qué?
Porque la gente, al verte llegar desde muy lejos sobre una bicicleta, se asombra y tiende a tenderte la mano, a acogerte, a facilitarte las cosas y a colaborar. Eso sí: la gente más acogedora, la que antes te ofrece comida y hospitalidad, es siempre la que menos tiene.
“La gente más acogedora, la que antes te ofrece comida y hospitalidad, es siempre la que menos tiene”
Tras tantos kilómetros y días sobre tu bici… ¿En qué se convierte?
En un medio para cumplir tus sueños. En el vehículo que te lleva a tus propios límites, y te hace ver la realidad de otro modo.
¿Por qué hay cada vez más viajeros ciclistas?
Porque cada vez más personas, aunque seamos muy diferentes, estamos cansadas de un mundo construido sobre paradigmas obsoletos y lejanos a nuestra verdadera naturaleza humana. Y porque, además, experiencias así se conocen y comparten cada vez más, lo que ejerce un efecto contagioso.
Ese mundo obsoleto y lejano… ¿Cambiará?
¡Claro! Pero, para lograrlo, cada uno de nosotros debe hacer antes sus pequeños cambios. Pero si lo hacemos, si cada uno cambia su propio mundo y es capaz de compartirlo, podemos ser optimistas.
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