Cinco ciclistas urbanas, cinco amigas, nos explican el momento que vive la bicicleta en Bogotá, antes, durante y qué vendrá después de la crisis del covid-19. Una charla inolvidable con Andrea María Navarrete (ciclofeminista e investigadora social), Gisela Ramírez (comunicadora, música y dueña de Cornelia Bicis), Sandra Rodríguez (bicimensajera, publicista y diseñadora), Jen Valentino (Coordinadora de proyectos de espacio público e infraestructura ciclista) y Laura Bahamón (Gerente de la Bicicleta de Bogotá). Como siempre, aprendiendo, Dani Cabezas y Rafa Vidiella, redactor jefe y director de Ciclosfera.
La primera pregunta era obligada. Al menos, para los que no conocen la capital colombiana. ¿Cómo es Bogotá? ¿Cómo son sus calles y cómo se pedalea por ellas? “Bogotá tiene 8 millones de habitantes”, comenzó Laura Bahamón. “La topografía no es especialmente plana: al ser una ciudad grande hay zonas montañosas en el oriente y otra al noroccidente. El resto es muy factible para recorrerse en bicicleta. El clima que tenemos es parecido a la primavera española. Llueve bastante, aunque como ciclistas nos las ingeniamos. Cuando uno está relajado hay muchas ciclorrutas muy útiles para desplazarse, sobre todo si uno no tiene mucha experiencia. Se empezaron a construir hace 27 años. Si uno va más en serio hay otras vías más eficientes. Y la última opción es compartir espacio con los carros, asumiendo que hay bastante agresividad por parte de los conductores. Hay mucho estrés, como en todas las grandes capitales”.
“Cuando hay cambios también hay problemas, pero eso es parte del crecimiento de Bogotá como ciudad ciclista”
“Para andar en bici en Bogotá hace falta estar preparado para varios climas”, añadió Jen Valentino, “pero basta con una chaqueta, especialmente por la noche”. “El cambio de Bogotá en los últimos años ha sido abismal”, añadió Gisela Ramírez, propietaria de la tienda. Esta era una ciudad con un problema tremendo: tuvimos un alcalde supercorrupto que destruyó una de las avenidas más importantes, la del Dorado, que incentivó a que algunos sectores empezaran a moverse en bicicleta. Poco a poco eso fue creciendo y la bicicleta empezó a ocupar espacio en los medios. Se empezaron a plantear nuevos retos y problemas para los ciclistas. Cuando hay cambios también hay problemas, pero eso es parte del crecimiento de Bogotá como ciudad ciclista”.
Sandra Rodríguez confirmó ese cambio. “Bogotá tiene un tráfico hostil: estamos acostumbrados a circular a la defensiva. Pero en los últimos tiempos ha habido un cambio tremendo: en la situación actual es el medio de transporte más eficiente, dado que es autónomo. Colombia tiene una cultura ciclista inmensa. Casi como en España son apasionados del fútbol, acá el ciclismo es una pasión enorme. Por ello y a pesar de esa hostilidad, mucha gente tiene conciencia sobre lo que conlleva cuidar a un ciclista. Ahora mismo vivimos una expansión, un boom de la bicicleta”.
“Como en España son apasionados del fútbol, acá el ciclismo es una pasión enorme”
Andrea María, cicloviajera incansable, conoce Colombia como nadie, y tiene una visión muy clara de la capital. “Estoy absolutamente enamorada de ella”, confesó. “Vine aquí a trabajar el año pasado y decidí quedarme. Amo desplazarme por Bogotá en bicicleta, y he encontrado muchas mujeres muy comprometidas con la bicicleta y con la perspectiva de género. Es algo muy potente”.
Del bus a la bici
Bogotá ha sido protagonista de algunas de las medidas más interesantes que se han adoptado con motivo de la crisis del Covid-19. “Bajar a la gente del bus fue una decisión que, en principio, no se debería tomar. Pero dadas las circunstancias, al vernos con esta situación de aglomeración, se tomó la decisión de poner en marcha ciclovías temporales para que la gente se pasara del bus a la bicicleta”, explicó Laura. “Rápidamente se puso en marcha un grupo de personas para colocar conos y organizar esos 22 kilómetros de carriles temporales”. Actualmente hay 35 kilómetros.
“Se ha reducido un 47% el uso del transporte público, pero muchos de ellos se han pasado a la bicicleta”
¿Pueden llegar a ser permanentes todo este tipo de infraestructuras? “En realidad eso es lo que queremos: crear ciclorrutas en calzada que discurran en paralelo al transmilenio (autobús)”, apuntó Jen. “Queremos recuperar espacio público para la bicicleta, pero también aceras para los peatones, con los que actualmente existe un conflicto. Esta es una oportunidad para empezar a hacer bien las cosas. En el caso de los carriles, habrá que hacer segregaciones mucho más contundentes, no sólo con conos. Que generen confort y seguridad al ciclista. Ha habido una gran aceptación: la gente se está moviendo mucho en bicicleta. Se ha reducido un 47% el uso del transporte público, pero muchos de ellos se han pasado a la bicicleta”.
El nuevo Ayuntamiento ha tenido muy en cuenta a los ciclistas. “Hay una participación muy importante”, apuntó Andrea María. “Los colectivos están muy empoderados. Hay mucho interés en conocer cuáles son las experiencias y opiniones de las personas que se mueven en bicicleta. Se hacen encuentros virtuales, encuestas, etc. En relación a la mujer, he notado un interés particular en saber cómo nos movemos nosotras en bicicleta por la ciudad”.
La mirada femenina
¿Cómo es ser mujer y ciclista en Bogotá? “Ser mujer y montar en bicicleta es difícil en un país como este, con unos niveles de machismo impresionantes”, apuntó Gisela. “Una vez, trabajando, unos chicos me pidieron unos guantes para hacer bici de montaña. Les recomendé unos para evitar heridas como las que yo misma me había hecho. Y me contestó que eso no podía ser: que eso me lo tenía que haber hecho cocinando”, contó. “Como esa te podría contar muchas historias. Ser mujer y asesorar a otros hombres para que compren una bicicleta puede ser complejo, pero es algo que hay que ir trabajando paulatinamente. A mi tienda llegan también muchas chicas asustadas, que quieren pedalear pero sienten que es muy peligroso. Aún existe la mentalidad de que la mujer es débil y tiene que cuidarse. Estamos luchando contra ello, y la mía es seducir a las chicas con una buena bicicleta: yo también fui una usuaria miedosa, pero gracias a la bici lo superé. Ahora, con el Covid-19, el 70% de mis clientes son mujeres de diferentes edades. Clientes de 9, 10 años, pero también de 70. El Covid, mal que bien y con todo lo terrible que está siendo, puede traer grandes beneficios a la sociedad, y también a las mujeres: vamos a salir en masa a pedalear porque no nos queremos contagiar”.
“Estamos trabajando en una política de la bicicleta en la que el componente de género es transversal”
“La alcaldesa dio ejemplo haciendo campaña en bicicleta, participando en el día de la Mujer en Bicicleta… eso está trasladando un mensaje a la ciudadanía”, apuntó Laura. “No sólo a las mujeres, a las que se está diciendo ‘súbete a la bici’. También a los hombres que creen que el papel de la mujer no debe ser montar en bicicleta. Estamos trabajando en una política de la bicicleta en la que el componente de género es transversal. Se han hecho cosas, pero sigue habiendo mucho por hacer”.
Grandes retos
¿Hay riesgo de que mucha gente se suba al coche tras la crisis por miedo a tomar el transporte público? ¿Cómo podemos conseguir que más gente se suba a la bici? “Es un gran reto”, reconoció Jen. “Existe el riesgo de volver a tener la contaminación anterior, que se ha reducido en un 50%. Por eso hay que explicar que la bicicleta es saludable, es rápida, evita aglomeraciones, es una manera de luchar contra el calentamiento global. Y, sobre todo, que ha demostrado que ante las peores crisis es la mejor opción. También hay que decir que la bicicleta es muy económica, que sólo requiere gasolina interna. Estamos ante una buena oportunidad, no sólo de repensar cómo nos movemos, sino también de cómo nos relacionamos con los demás. Pero hay mucho que hacer: biciparqueaderos, infraestructuras, enseñar a la gente que no sabe montar en bicicleta, dar facilidades para adquirir una, etc”.
“Estamos ante una buena oportunidad, no sólo de repensar cómo nos movemos, sino también de cómo nos relacionamos con los demás”
“En este momento, la tierra nos hace un llamado de emergencia”, apuntó Sandra Rodríguez. “Nos está diciendo que esta no es la peor crisis que nos puede pasar, que estamos enfrentando un cambio climático. El Covid-19 nos hace sentir como una especie amenazada. Debemos cambiar las necesidades que nos hemos planteado como humanos a lo largo de nuestra vida. Más que esperar a que todo vuelva a la normalidad, hay que empezar a trabajar en unas nuevas dinámicas que hagan que nuestra relación con el entorno sea más sana”.
“El Covid-19 ha hecho que miremos hacia dentro, no sólo como personas sino también como sociedad”, añadió Gisela. “Estamos repasando cuáles han sido nuestros errores. La bicicleta nos puede enseñar a redefinir las ciudades: se están pensando cosas muy interesantes. La promoción de la bicicleta se tiene que hacer en justas proporciones: hay personas que se tienen que mover a distancias muy grandes: hay gente que necesita usar el coche. Entre todos tenemos que encontrar una armonía. Ahora mismo la bicicleta es protagonista, pero en algún momento el virus se va a ir y la bicicleta tiene que seguir siendo protagonista. Las tiendas tenemos una responsabilidad muy grande: no se trata de vender por vender, sino de ser conscientes de que ya que la gente nos está mirando, tenemos que hacer las cosas bien. No vendamos bicis muy económicas pero de baja calidad. Tenemos que trasladar la idea de que la bicicleta no es algo temporal: no es una moda, sino algo permanente. Y tenemos que pensar en la seguridad: si voy a abrir mi tienda, tengo que cuidarme yo y cuidar a mis clientes: hay que generar unos protocolos especializados para evitar que las tiendas se conviertan en focos de contagio: limpieza total de bicicletas tanto cuando entran como cuando salen, uso de guantes y mascarillas por parte de los trabajadores, etc. La gente ve la bicicleta como un solo organismo: si una sola tienda hace mal las cosas, se nos percibe a todos por igual. Por eso tenemos que hablar el mismo idioma y demostrarle a la gente que puede estar segura en una tienda de bicicletas”.
A modo de última intervención, Sandra dejó caer una reflexión importante: “es un buen momento para pensar en colectivo y en el beneficio local. Más que el éxito, debemos buscar una convivencia en armonía con nuestro entorno, donde le aportemos en lugar de extraerle. La bicicleta siempre va a ser un canal, un medio, una herramienta que como seres humanos nos brinda la mejor solución en materia de movilidad”.
“La bicicleta puede llegar a ser el icono de esa necesaria transformación hacia un mundo mucho más sostenible”
“Ahorita debemos replantearnos todo: cómo estamos viviendo, qué estamos consumiendo, si lo que consumimos es lo que necesitamos, si somos solidarios o seguimos en la competencia y el egoísmo”, concluyó Jen. “Tenemos que pensar hacia dónde va la humanidad. La bicicleta es un símbolo, y puede llegar a ser el icono de esa necesaria transformación hacia un mundo mucho más sostenible”.
“La bicicleta es un instrumento de vida”, afirmó Laura. “Estoy convencida de que estamos ante una oportunidad como sociedad. El mundo nos está mostrando que se pueden hacer las cosas de otra manera. Vamos a transformar nuestras ciudades y a comprometernos con hacer de nuestra vida en este planeta algo más saludable en todos los aspectos”.
“La bicicleta es un actor más de la vía”, apuntó por último Gisela. “La tolerancia, la educación o la cultura son cosas que se tienen que pensar alrededor de la bicicleta, pero sin olvidar a los demás actores. En esta época de Covid-19 tenemos que replantearnos todo: la vida ya no va a ser como antes. Todo va a cambiar: seamos flexibles como el bambú para aceptar estos cambios y generemos soluciones”. Y un último deseo: “Montemos en bici, seamos felices y sonriamos”.