Hay un famoso museo del sexo, el Venustempel. Infinidad de coffee shops, algunos tan célebres como el The Bulldog, el Amnesia o el Dampkring. Y, como no podía ser de otro modo en una ciudad que ha hecho de la bicicleta una forma de vida, hay también un hotel de ambiente ciclista. Bueno… en casi todos los hoteles de Amsterdam la bicicleta tiene un espacio, aunque sea como un vehículo a préstamo para recorrer la ciudad. Pero es en el Volkshotel (el ‘hotel de la gente’, en español) en el que se encuentra la White Bike Room, una habitación inspirada en, como no podía ser de otro modo, la bici.
“Un día me llegó la convocatoria de un concurso”, cuenta el arquitecto y diseñador Thijs van Oostveen, responsable del proyecto. “Pedían el diseño de una habitación especial, sobre un tema determinado, y nuestra propuesta fue una de las nueve elegidas. Fue un gran honor”.
La de Van Oostveen giraba, por supuesto, en torno a la bicicleta. “Las bicis están en el ADN de los holandeses, todo el mundo tiene una o dos”, explica. “Así que, en nuestra opinión, la mejor manera de conocer Amsterdam es, también, dormir entre ellas”.
“Las bicis están en el ADN de los holandeses, todo el mundo tiene una o dos”
La Johnny Jukebox, equipada con una enorme colección de vinilos y obra de Remco Gonggrijp, recrea una estancia musical. La Cinema Boudoir, de Maja Markovic, cuenta con un proyector para ver películas en una enorme pantalla. Y la White Bike Room, minimalista, con su cama instalada en una gran bicicleta de carga o su mapa de la ciudad pintado en los azulejos del baño, nos invita a soñar pedaleando. “Tiene una personalidad fuerte”, explica su autor, “pero además de una apariencia atractiva, una habitación de hotel debe cumplir bien su función”.
En la cama con Yoko y John
Eso no impide, por supuesto, que casi todo el mobiliario de la habitación sea sorprendente. Donde debería haber armarios para dejar la ropa encontramos alforjas. En lugar de percheros, cadenas de bicicleta. Y, claro, bicicletas (o al menos relieves de bicicletas) allá donde mires. Un ambiente que, en cierto modo, remite al famoso Bed-In de John Lennon y Yoko Ono, cuando la famosa pareja se pasó dos semanas en la cama del Hotel Hilton de Amsterdam (por supuesto, con una bici en la habitación) para exigir la paz mundial. O, también, inspirada en el movimiento Provo, una corriente contracultural que sacudió los cimientos de Holanda a mitad de los años 60. “Representó todo un cambio y trajo nuevas formas de pensar”, recuerda Thijs van Oostveen, “haciendo de Amsterdam un lugar muy especial, más libre y menos agresivo, trayendo cosas que todavía están presentes”.
Amsterdam… Sí, siempre es buen momento para volver a Amsterdam y pedalear allí. “Es una ciudad fantástica”, cuenta entusiasmado Van Oostveen, “tanto como Barcelona o Madrid pero mucho más pequeña. Es muy bonito ver sus antiguos edificios, pero sobre todo amo su tamaño. Tiene una escala que hace que la bici sea el mejor modo de transporte. No vas a comerte atascos, no tendrás problemas de aparcamiento y, a diferencia de otros lugares, podrás recorrerla entera sin sentir, en ningún momento, que lo haces encerrado en una cárcel como puede pasar en metro, taxi o autobús”.