¿Cómo está el cicloturismo?
Desde mi primer viaje, hace doce años, he visto una evolución enorme. Se nota en la gran variedad de material disponible en España, o en la existencia de rutas como el Camino del Cid, Montañas Vacías o la Vía de la Plata. En el extranjero, en lugares como Alemania, la trayectoria es mucho más larga. Pero es lógico, porque la bici esta muy implantada en el día a día de la sociedad y, por extensión, también en su forma de viajar.
¿Por qué empezaste tú?
Fue algo progresivo. Siempre he sido muy deportista y, en 2010, quise combinar el viaje en sí con mi esfuerzo. Tenía una furgoneta, pero me faltaba el disfrutar más del trayecto, así que probé a pedalear desde Gijón a Santander y sentí lo que era la libertad. Descubrir los lugares de un modo distinto, entablar una relación más directa con la gente… Así hasta que, en 2012, creé el proyecto Bikecanine. En 2014 pedí un permiso de tres meses, crucé Marruecos y lo vi claro: era lo mío. Tanto que, en 2015, pedí una excedencia de tres meses como bombero de la que todavía no he vuelto.
¿Cómo te cambió viajar en bicicleta?
Soy más joven que hace diez años. Entonces tenía un trabajo fijo y veía mi futuro encarrilado. Ahora, en cambio, lo que veo es todo un mundo entero frente a mí. La incertidumbre me hace sentirme más joven y activo. Ya no me queda ir completando un plan previsto, sino que tengo un montón de opciones por delante. He aprendido muchas cosas que desconocía y, por supuesto, conocido a un montón de gente increíble. Antes, tenía los amigos que "me habían tocado". Ahora puedo decir que son los que yo he elegido.
Pregunta clásica: ¿cómo se gana uno la vida pedaleando?
Al principio hacía páginas web pero, en 2015, tuve la suerte de empezar a compartir mis experiencias en Instagram y llamé la atención. Ahora vivo de probar productos, de hacer contenidos para marcas… También tengo libros, cursos para viajar, formaciones. Básicamente, creo que hay dos opciones: o trabajas en algo tradicional, pero a distancia, o vives de una forma más pública y compartiendo tu viaje.
"Viajar con perros hace el viaje diferente: nunca cojo aviones y es más complicado conseguir alojamiento pero te da más seguridad al acampar y ayuda a conectar con la gente" (Pablo Calvo, Bikecanine)
¿Por qué empezaste a viajar con tu perra, Hippie?
Trabajaba en la Unidad de Rescate con Perros de Asturias, estaba acostumbrado a pasar el día con perros y Hippie era mi familia. Si yo viajaba, se venía conmigo. Ahora nos acompaña Pizza, una perra que encontré abandonada en Georgia.
¿Cómo es cruzar el mundo en bici y con dos perras?
Viajar con perros hace el viaje totalmente diferente: no cojo aviones y es más complicado alojarse pero, te da más seguridad al acampar y ayuda a conectar con la gente. Sientes que sois un equipo: Hippie tiene 13 años y pesa 20 kilos, por lo que la llevo en un remolque, mientras que Pizza tiene tres años y pesa diez kilos, así que viaja en una cesta sobre la rueda delantera. ¡Cuando las cuestas se empinan las dos tienen que bajar!
¿Con qué bicis has viajado?
Empecé con la que tenía desde los quince años, una de montaña y aluminio, y mi consejo es que para empezar no necesitas nada especial. Muchas veces nos limitamos mentalmente eligiendo el material cuando lo importante es la experiencia, disfrutar… Equipé esa bici con una alforja de un euro, no revisé nada, pero salí y me gustó. Al año siguiente me compré otra de montaña, seguía sin tener ni idea, y ya por fin en 2015 compré una Surley Big Dummy con la idea de llevar a la perra, pero la cambié tras un año de viaje porque era demasiado grande y pesada.
"El ser humano, en la ciudad, está en una jaula, y de ahí vienen muchas de nuestras frustraciones. Pero cuando viajas en bici y acampas conectas de verdad contigo mismo" (Pablo Calvo, Bikecanine)
Después vino una Ridgeback, muy sencilla y con la que recorrí muchísimos kilómetros, hasta que me empezó a patrocinar Niner. En 2019 empecé a trabajar con Genesis y, desde entonces, he usado una Croix de Fer, una Longitude y, ahora mismo, la Vagabond que podéis ver en las fotos.
¿Hasta qué punto es importante el precio de una bici?
Cuanto mejor es el material más te puedes olvidar de determinados problemas y más vas a disfrutar. Pero no todo el mundo puede gastarse 2.000 euros en una bici, y puedo asegurarte que con una de 200 también puedes disfrutar. Tengo un amigo que ha dado la vuelta al mundo con una de los años ochenta que rescató de la basura.
¿En qué hay que fijarse, entonces?
Respecto a la bici, en estar cómodo: pruébala y fíjate en que no fuerzas el cuello, o la espalda, porque te terminará doliendo. En cuanto a los componentes, depende. Si vas a rodar muchos, muchos kilómetros, lo importante es que puedas arreglarlo o sustituirlo todo por ti mismo. En cuanto a las ruedas, las uso anchas porque me gusta salir del asfalto: en determinados países las carreteras son complicadas y por caminos o pistas avanzas más despacio pero más seguro, con más paz, y además estás en contacto con la naturaleza. Y después queda el tema del peso: al principio todos pecamos de llevar mucho material, pero cuanto más peso, peor. Te limitará a la hora de subir montañas, que son espectaculares. La bici tiene que pesar lo justo para que, cargada, puedas levantarla y subirla por una escalera.
Dormir al aire libre, el bikepacking, es otra de tus pasiones.
La acampada, la libertad, lo salvaje, es la mitad del viaje. Acampar en una montaña, en un bosque, y escuchar los animales, el silencio… El Homo Sapiens fue nómada durante más de 300.000 años, y sólo es sedentario desde hace 10.000. Le hemos quitado esa parte a nuestra esencia, pero al viajar y dormir a la intemperie vuelves a conectar con esa zona ancestral dormida. Acampar al aire libre, encontrar comida, hacer un fuego… En la vida urbana hemos capado, anulado, todas esas alegrías. Si lees sobre el estoicismo parece que te estén hablando de viajar en bicicleta: volver a lo esencial para saborear los placeres más sencillos, pasar frío y calor, dormir en cualquier sitio…
El ser humano, en la ciudad, está en una jaula, y de ahí vienen muchas de nuestras frustraciones y estrés. Pero cuando viajas en bici y acampas conectas de verdad contigo mismo, con tus genes, con tus ancestros.
Y ahora, dime algo malo de esta vida.
No es perfecta: en las redes compartes los buenos momentos, pero los peores te os guardas para ti. Este estilo de vida tiene cosas malas, pero es que ninguno es perfecto… ¡y este es el que más me gusta! No me gustan, aunque viva en gran parte de ellas, las redes sociales, porque te hacen perder mucho tiempo. Otra de las cosas peores es conocer a personas maravillosas que, tras un par de días, no volverás a ver jamás. Y, claro… Vives en la calle. Estás expuesto. En invierno los días duran muy poco y acampas por la noche a bajo cero. Pero, para mí, es aún peor el calor. Me bloquea.
"El mundo avanza, con sus cosas buenas y malas: hay que aceptar lo que viene, intentar cambiar lo que está a nuestro alcance, pero no frustrarnos demasiado" (Pablo Calvo, Bikecanine)
Las guerras, el calentamiento global, la invasión de la tecnología en nuestras vidas... ¿Cómo se ve todo eso viviendo en una bicicleta?
Soy muy positivo, quizá demasiado, e intento buscar el lado bueno de casi todo. Al menos en mi caso, cuando vivía en una ciudad, cuando llevaba una vida más tradicional y tenía las necesidades básicas más que cubiertas, mi vida era aburrida y tenía mucho tiempo para preocuparme, o quejarme, por muchas cosas.
Cuando viajo a otros países donde no tienen esas necesidades cubiertas veo que no pierden el tiempo. El mundo avanza, con sus cosas buenas y malas: hay que aceptar lo que viene, intentar cambiar lo que está a nuestro alcance, pero no frustrarnos demasiado porque viviremos siempre enfadados. Si sólo nos fijamos en las partes malas entraremos en una espiral negativa; si vemos las buenas, e intentamos ser parte de ese cambio, todo mejorará. Y mucho pasa por hacer examen de ti mismo: si no has hecho nada porque las cosas cambien, no te puedes quejar. El cambio ha de salir de cada uno.
Un lugar para viajar en bici...
"Te va a sorprender, pero te diría que el lugar perfecto es… ¡España! Cumple con todos mis requisitos: es variado (cada 200km tienes un paisaje totalmente diferente), mucha riqueza histórica y cultural, buen clima y es barato. No es perfecto, porque la acampada libre no está permitida, pero para iniciarse es fabuloso”. Para Pablo, además, ya tiene una infraestructura más que suficiente, y sólo falta cultura de cicloturismo: “Es cuestión de tiempo, porque está creciendo y quien lo prueba, repite. Tras la pandemia estamos viendo el boom de las furgonetas camper, pero son caras y la gasolina no para de subir. Creo que el siguiente paso será que la gente se suba a la bici".