Durante seis años Gianluca Gimini pidió a amigos y desconocidos que dibujaran una bicicleta. Reunió casi 400 obras, seleccionó las más atractivas y las recreó como si fuesen reales. El resultado es Velocipedia, un proyecto que muestra lo distinta que es la realidad y lo que recordamos.
¿Quién es Gianluca Gimini?
Un “diseñador y experto en comunicación visual”, sea eso lo que sea, o un “artista visual” cuando quiero darme aires. Pero simplemente soy un diseñador freelance que a veces trabaja con objetos físicos y otras con imágenes. También soy consultor, articulista y profesor de diseño en la universidad.
¿Por qué nos cuesta tanto dibujar bien una bici?
Es algo parecido a un test psicológico-cognitivo… Dibujar una bicicleta muestra cómo nuestro cerebro nos engaña, haciéndonos creer que conocemos un objeto a la perfección cuando en realidad sólo retenemos la información estrictamente necesaria para sobrevivir. De las bicis recordamos dónde están las ruedas y el manillar, más o menos el sillín y los pedales, pero casi todos ignoramos cómo es el cuadro que lo conecta todo.
Cuando le pedías a la gente, sin avisar, que dibujaran una bicicleta… ¿Cómo reaccionaban?
Bien, a veces con un poco de vergüenza. El 90% se veía incapaz, pero luego lo hacía. Con los desconocidos me sentía como un loco, como un vendedor callejero poco cualificado, pero incluso en los pasillos de la semana del diseño de Milán o la Bienal de Venecia aceptaban.
¿Hacían falta tantos dibujos, 376, para hacer tu trabajo?
Sigo recolectándolos: te pediría, ahora mismo, que me dibujases tú una. Un proyecto de este tipo no es representativo si sólo has consultado a 10 ó 20 personas. Además, mientras engordaba mi colección aprendía a manejar el software con el que luego trabajaría.
¿Qué programa de 3D usaste para el modelado?
Me lo han preguntado otras veces pero tengo que decir, con mucho orgullo, que no es 3D. Fue muy duro, pero opté por editar directamente fotografías de bicicletas reales, modificándolas pixel a pixel. El proceso duraba hasta 16 horas por bicicleta, según su complicación.
¿Qué has aprendido con este proyecto?
Lo fácil que es hacerle sentir a alguien incómodo y avergonzado. Nuestro deber, como seres humanos, es no presionar a la gente bajo ninguna circunstancia. Como profesor, me ha venido muy bien saberlo.
¿Por qué las bicis son las protagonistas del experimento?
Sucedió así. Un día vi cómo una persona era incapaz de dibujar una bicicleta y empecé a pedírselo a otras. Había leído sobre pruebas de ‘ilusión de conocimiento’, y comprobé que funcionan mejor con bicis: son máquinas lo suficientemente complejas como para que su morfología no se recuerde con precisión pero también objetos tan sencillos y populares como para que nos sorprenda el no saber dibujarlos.
¿Montas en bici?
Sí, a diario, y tengo cuatro: mis favoritas son una Colnago de carreras de los 70 y una Cantagalli de los 80. Siempre me he movido en ellas: crecí en un pueblo y fui a la universidad en Ferrara, que es conocida como “la ciudad de las bicicletas”. Eso sí, no me pidas que suba una cuesta muy rápido, porque soy un poco perezoso, y mis conocimientos de mecánica no superan el saber cambiar una rueda.