"Mucha gente cree que tengo un carácter desagradable, y es cierto que a menudo me siento terriblemente melancólico, irritable y hambriento de simpatía. Cuando no la consigo muestro indiferencia y hablo con rudeza. Yo mismo, a veces, arrojo fuego a las llamas. No me gusta tener compañía y, frecuentemente, me es doloroso y difícil mezclarme con la gente".
Quien así habla de sí mismo, en una de sus múltiples cartas, es Vincent Van Gogh, nacido en Zundert (Países Bajos) en 1853 y fallecido con solo 37 años en Francia. Una autodescripción que cuadra con la imagen que nos ha llegado del artista, y que le dibuja como un hombre impulsivo y atormentado, profundamente infeliz al que redime su arte. No es esa, sin embargo, la imagen del genio que quiere transmitir Alireza Karimi Moghaddam, un artista iraní cuya obra gira, en gran parte, a retratar en un tono idealizado la existencia de Van Gogh.
Los secretos de Vincent
“He estudiado mucho sobre su vida y, frente a la creencia común de que tenía una personalidad desesperada, creo que Van Gogh estaba enamorado de la vida”, nos cuenta personalmente Alireza, nacido en Irán en 1971 y asentado desde hace un tiempo en Portugal, a las afueras de Lisboa. “Van Gogh amaba a la gente, y ese amor se refleja en sus obras de arte. Por eso, me gusta pensar que él y yo tenemos una amistad profunda en mi imaginación, que me ha revelado algunos secretos de su vida que nadie más sabia. ¿Tenéis curiosidad por esos secretos? ¡Pues entonces mirad mis ilustraciones!”
Ali Moghaddam empezó a dibujar desde muy pequeño: su padre era diseñador gráfico, y eso le permitió familiarizarse muy pronto con las herramientas necesarias. Hace 30 años, en 1991, una revista popular iraní publicó por primera vez una de sus obras de arte, y él mismo reconoce que toda su carrera profesional puede dividirse e dos partes: antes y después de centrarse en Van Gogh. “Desde mi juventud”, explica, “me gustaron mucho el impresionismo y el posimpresionismo. De hecho, ese interés motivó mi fantasía en torno al pintor holandés: me gustan y atraen sus obras de arte pero, también, su estilo de vida. Para mí, Van Gogh es el símbolo del amor, la diligencia, la motivación y el arte”.
El Van Gogh que Ali retrata es, en efecto, alegre, divertido, inquieto. Su existencia es una especie de divertido cartoon, en el que encontramos a la vez hechos reales con divertidos encuentros con otros artistas, como Frida Kahlo, o personajes ficticios como Tintín. “Para empezar”, explica Ali, “me quedo durante horas mirando una de sus obras de arte. Intento imaginarme su estado de ánimo mientras la creaba… ¿Estaba alegre? ¿Le había inspirado algún amor? ¿En qué pensaba? Todo eso me ayuda a desarrollar mi imaginación y construir un relato de su vida. Luego, en un acercamiento fiel a sus trabajos a través de lápiz y Photoshop, intento ilustrar ese viaje imaginario”.
El proyecto, titulado Fancy Van Gogh (que podría traducirse como sofisticado, imaginado o incluso lujoso Van Gogh), ocupa la mayor parte del tiempo de Ali. Pero quizá solo sea el principio de lo que serían unas deliciosas aventuras de más creadores: “Me gustaría incorporar más artistas a mis obras de arte”, cuenta Ali, “para poder construir con ellos y Van Gogh mis sueños. Frida, por ejemplo, ya está poco a poco llegando a este mundo fantástico”. Mundos que su creador concibe escuchando música persa (“estoy enamorado de la cultura iraní”), y con más y más ideas surgidas tras ver cortometrajes documentales o leer autobiografías, otras de las grandes fuentes de creatividad del artista.
Otro Van Gogh en tu casa
Además de en Instagram, donde Ali reúne a casi 110.000 seguidores, su obra en torno a Van Gogh está disponible a través de una página web. Se trata de Javali.Design, una tienda online donde es posible adquirir muchas de sus preciosas ilustraciones y diseños, que son enviados a cualquier lugar del mundo.