
Así, con ese ritmo más sosegado, lúcido y humano, cuando entendemos mejor lo que nos mueve. El verano no es sólo una pausa en el calendario o un respiro en las agendas: puede ser también un papel en el que escribir las preguntas más importantes. ¿Qué necesitamos realmente? ¿A qué nos sentimos encadenados? Y, por supuesto, ¿cómo queremos movernos, relacionarnos y existir? Y quizá la respuesta aparezca sencilla, silenciosa y hermosa en forma de bicicleta.
Llegamos al verano todavía sacudidos por la vibrante energía de Ciclosferia, que en su cuarta edición fue mucho más que una feria para convertirse en un cruce de caminos. Un lugar donde las ideas se intercambiaban como caramelos y las alianzas y los proyectos surgían como las flores tras un poco de lluvia y sol. Así entendimos, con más fuerza que nunca, que el movimiento ciclista no se detiene. Porque no depende de modas o intereses económicos, sino de personas.
Ciclosferia nos volvió a dejar claro que nos rodean personas con ganas de cambiar las cosas. Políticos y emprendedores, fabricantes y distribuidores, activistas, artistas o, simplemente, miles de ciudadanos con ganas de hacer algo grande pasaron por nuestro evento. Salimos agotados de esta edición, pero también más conscientes que nunca de ser uno de los motores de esta transformación.
"Ciclosferia nos volvió a dejar claro que nos rodean personas con ganas de cambiar las cosas" (Rafa Vidiella, Ciclosfera)
Por eso, este número 52 quiere ser un mapa. Un mapa para tu verano ciclista pero también una brújula para lo que vendrá después. En las páginas de Ciclosfera #52 hay destinos e inventos, encuentros y miradas que se cruzan. Pero también hay preguntas, porque si algo hemos aprendido durante estos más de 13 años es que no hay una sola ruta, sino que cada cual va trazando la suya sin dejar de formar parte de algo más grande y común.
Gira la rueda, gira el mundo. Giramos nosotros y, mientras tanto, seguimos pedaleando. Con orgullo. Con más experiencia. Con muchas ganas. Como siempre. Como nunca.