¿Dónde vives?
En Ciudad de México. En realidad, estoy en la zona metropolitana, en las afueras, a unos treinta minutos en bici del centro de la ciudad. Yo trabajo en Polanco y, pese a la pandemia, tengo que ir con cierta frecuencia a la oficina.
¿En qué trabajas?
Soy asistente de dirección en una agencia de publicidad, Cheil México. Tengo 26 años y, aproximadamente, llevo trabajando aquí desde hace año y medio.
¿Cómo vives este año de pandemia?
Uf… ¡ha sido un año de emociones! ¡De cambios de mentalidad, de cambios de rutinas! Es difícil pero, afortunadamente, pude mantener mi trabajo. En México nos confinaron en abril y, por supuesto, ha sido complicado.
Antes de eso, y ahora… ¿cómo es moverse en bicicleta en Ciudad de México?
Me gustaría decir que es fácil… pero no lo es. Los trayectos de aquí a la ciudad, e incluso dentro de ella, parecen espacios sin ley. Hay poca infraestructura y, lamentablemente, tenemos cero cultura vial. Te mueves en bici, pero con miedo, y puede llegar a ser paralizante ver cómo comparten la vía, por decirlo de algún modo, los camiones, el transporte público o los vehículos de carga pesada. Hace muy poco tuve un incidente complicado con un autobús de pasajeros… Pitando, echándome fuera de la calzada. Por suerte no pasó nada… pero te deja cosas en la cabeza.
¿Desde cuándo, y por qué, te mueves en bici?
Desde hace dos años. Empecé poco a poco: en un principio era una forma de recreo, una especie de hobby, pero la vida me fue llevando a ella. Me mudé, por tiempos me venía mucho mejor pedalear (en transporte público iba a tardar una hora, en bici 25 minutos) y la fui adoptando como mi vehículo. ¿Motivos? Todos. Era más rápido, tenía donde estacionarla, no gastaba dinero y ganaba muchísimo tiempo. Y, y es algo en lo que creo que coincidimos todos los que nos movemos en bici, me di cuenta de que cuando empezaba a rodar se me olvidaba todo lo malo. Que era terapéutico. Así que, también, decidí que no lo dejaría por miedo, sino todo lo contrario: que puedo impulsar ese cambio, que se hagan cosas, y no pienso parar.
Vemos en fotos que, además, te mueves en una fixie.
¡Sí! Me la compré apenas hace un mes, y cuesta acostumbrarse, porque antes me movía en una de carretera. Pero la fixie… Me gusta. Voy rápido. Disfruto mucho controlándola. Y… en resumen, es maravilloso.
¿Qué modelo es?
Una bicicleta mexicana. La marca se llama Valentina, y las hacen a tu gusto: colores, componentes, manillar… Yo, para colmo, pedí que rotularan mi apodo, Claauwow, en el cuadro. Así que quedó como yo la había soñado.
Te hemos conocido en Twitter. ¿Cómo usas las redes sociales?
Twitter me ha permitido contactar con gente que también se mueve en bicicleta por CDMX, y hasta me he sumado a un colectivo, Asamblea De Colectivos Contra la Violencia Vial, donde intentamos transmitir ese mensaje a las autoridades: queremos el fin de la violencia vial. También tengo una cuenta en Instagram.
Donde hemos visto... ¡que hasta tienes una bicicleta tatuada en el antebrazo izquierdo!
Sí… Me lo hizo una amiga que tatúa, en casa, en mayo de 2020. ¡Keep Riding!
Nos llamaron la atención unas fotos tuyas, en bici, pidiendo también el cese de la violencia contra la mujer.
Sí, fue este siete de marzo. Los colectivos ciclistas femeninos nos organizamos un día antes del 8-M, donde iba a haber mucho más caos, y pedaleamos juntas ese 7-M. Eran rodadas solo de mujeres, me sumé al contingente en el Monumento de la Revolución y… fue muy, muy emocionante. Nunca había visto a tantas mujeres rodando juntas, proclamando cánticos que te llegan, que se vuelven y reflejan tu lucha. Queremos estar seguras, vivir tranquilas, y además queremos hacerlo en bici.
La violencia vial y la violencia de género… ¿Tienen muchas cosas en común, no?
Son dos luchas diferentes, pero con coincidencias. El ser mujer en México ya implica una vulnerabilidad: solo por ser mujer ya puedes ser una de las once mujeres asesinadas cada día en el país. Pero moverte en bici… También es una actividad de riesgo. Tanto por ser mujer como por moverte en bicicleta hay personas que no van a respetar tu vida. Así que decidí reunir mis dos luchas, meterme mucho en ellas, y unirlas ese día para establecer un símil. Eso pedía: vivir segura, encima de la bicicleta, poder regresar sola a casa pedaleando y que, por ser mujer, no me pase nada.