Es frecuente que, al oír la palabra Japón, fantaseemos con los rascacielos de Tokio. Con el apacible aire de los templos de Kioto. Con la ceremonia del té verde, el pescado crudo de alguna lonja o, por supuesto, el reposo en un ryokan. Pero Japón también es, sobre todo… Agua. Mar. Islas. Porque eso es lo que es: un país constituido por 6.852 islas de muy distintos tamaños, rodeadas por tres mares (el Mar de Okhotsk, el Mar de Japón y el Mar de China Oriental) y un océano (el Pacífico). Un país tan de agua que hasta esconde un mar interior, el Mar interior de Seto, tan bello como desconocido y… ¡perfecto para recorrer en bicicleta!
¿Es posible recorrer un mar en bicicleta? Sí. En Japón casi cualquier cosa es posible, y esta también. La intervención humana, la ingeniería, el cálculo, el trabajo y otros valores tan japoneses hicieron posible inaugurar, en 1979, la Shimanami Kaido, una autopista que conecta a través de carreteras y puentes Honshu (la gran isla de Japón, que alberga a Tokio, Osaka o Hiroshima, entre otras muchas urbes) con Shikoku, una bellísima isla del sur. Entre medias, esta maravilla civil, de 59,4 kilómetros de longitud y que cruza seis islas más: Mukaishima, Innoshima, Ikuchi, Õmi, Hakata y Õshima. Nombres mágicos. Nombres que esconden otro Japón, otro mundo… Otro viaje.
Vida acuática
En un país no demasiado conocido por el cicloturismo, la Shimanami Kaido te permite, en apenas un día (o muchos), perderte y cruzar ocho islas en bicicleta con total seguridad. A veces junto a los coches, rodando sobre carriles bici de doble sentido (y a ambos lados de la vía) y anchos, protegidos, muy bien señalizados y repletos de ciclistas. En otras ocasiones, disfrutando de tramos exclusivos para ciclistas, de rampas de incorporación empinadas pero propias, con distintas alturas, infraestructura dedicada y, en resumen, mostrando el compromiso y preocupación de los responsables por hacerle un hueco a la bici en proyectos tan mastodónticos y futuristas como este.
Una vez cruzados los puentes, el camino nos lleva a recorrer en bicicleta cada isla, adentrándonos en el Japón más auténtico.
Y eso sí, una vez dejados atrás los puentes, ya sobre tierra firme y al adentrarnos en cada isla… El mundo. Los caminos en medio de la naturaleza. Las calles apenas transitadas que dibujan pueblecitos remotos. Cruzar esas islas y recorrer esos 59,4 kilómetros en coche es un suspiro. Un trámite. Unas vistas de ensueño, sí, pero encerrados en una caja de metal y cristal. En cambio, en bici… ¡Es toda una vida, un deleite ininterrumpido, unas ganas constantes de pararte y admirar lo que te rodea pero, al mismo tiempo, sentir el hambre y la necesidad de volver a pedalear para conocer un poquito más!
Entre corrientes
Suena a tópico, pero es verdad que el mar y el cielo pueden convertirse en uno. El mar interior de Seto es un ejemplo: el agua turquesa, el cielo añil, los rojos del atardecer quitan el hipo. También las caprichosas formas de islotes y farallones o los bosques de pino que visten las distintas manchas de tierra. Subir a lo alto de la isla de Õshima es inexplicable: la vista se pierde, buscando el principio y el fin de los puentes, en el horizonte. El corazón se emociona al admirar los remolinos con los que con tremenda fuerza las corrientes estrangulan al mar, como lo hacen sus primos en el no demasiado lejano estrecho de Naruto.
Es precioso. Como preciosa es, también y pese a todo, buena parte de la mancha humana local. Los puertos pesqueros que dan trabajo y comida a la gente, los campos de frutales junto a una casa tradicional, los barquitos que unen desde hace siglos la vida en las distintas ínsulas. La gente, los japoneses, ayudan: personas de campo y mar, orgullosos de su tierra y sus productos, te sonríen y agasajan. Te acompañan. Te ayudan, Y, como hemos dicho en decenas de ocasiones, aún lo hacen más si te ven llegar en bici. Acostumbrados a los ciclistas, sabedores de que son buena parte de la riqueza turística que les alimenta, es difícil que los atosiguen aquí. No tendría lógica, porque muchos de estos japoneses son o fueron ciclistas. Y porque tampoco parece propio de ese gen calmado, controlado casi hasta el paroxismo, nipón. Más bien todo lo contrario: agradecidos y respetuosos, disfrutan porque hayas llegado hasta allí. No solo vienes desde lejos, sino que lo hiciste sin coraza, a cuerpo, pedaleando. Gracias por haber venido, piensan. Afortunado yo, piensas tú.
DATA
Bicicletas de alquiler
Es posible llegar con tu propia bici hasta Onomichi o Imabari, ciudades desde las que empieza o termina la Shimanami Kaido, pero también puedes alquilarla allí: el ciclismo es uno de los atractivos turísticos de la zona y abundan las opciones. Cerca de la estación de tren de Onomichi hay varias empresas de alquiler (una de ellas es la tienda Red Bicycles), y hasta la multinacional Giant tiene un local con varios modelos disponibles. También hay un servicio de bici compartida en todas las islas, llamado Shimanami Rental Bike. En Imabari, también, podremos recurrir a la empresa Sunrise Itoyama o visitar la otra Giant Store que hay en la estación de tren.
Consejos ciclistas
Aunque la ruta está abierta todo el año, hay momentos mejores y peores para ir. En invierno hace frío y, sobre todo, muchísimo viento: mala idea. El verano es muy húmedo y caluroso y, para colmo, en agosto y septiembre hay tifones. Así que primavera y otoño son las mejores fechas. Importante: si vas con tu bici, ten en cuenta que en Japón no es fácil viajar con ella en el tren, y que como poco te exigirán que la lleves en una funda y que hayas reservado más espacio. Y, si la vas alquilar, asegúrate de que hay de tu tamaño si eres alto. En caso contrario, puede resultar muy incómodo tener que estar todo un día (o dos) pedaleando en un modelo que te vaya pequeño.
Para 'pros'
Si hacer la Shimanami Kaido a tu aire te parece aburrido, apúntate al Cycling Shimanami, uno de los grandes eventos ciclistas de Japón. Harás el mismo recorrido pero con mucha más gente, mucha organización, podrás elegir la distancia (30, 70, 100 o hasta 140 kilómetros de ida y vuelta) y, aunque no sea competitivo… competirás. Porque mucha, mucha gente se lo toma muy en serio. Zonas de avituallamiento, masaje, una organización exquisita, momentos algo delirantes y muchas personas, se apuntan decenas de miles de japoneses y extranjeros con todo tipo de bicis, indumentarias y aspiraciones competitivas. El último Cycling Shimanami se celebró el domingo 30 de octubre de 2022: limitado a 7.000 personas. Aún no hay fecha prevista para el siguiente.
Del mar
Pocos lugares mejores que Shimanami Kaido para comer, porque podrás hacerlo antes, durante y después de pedalear. A lo largo de todo el camino te encontrarás con heladerías (donde venden deliciosos helados y zumos de cítricos, la especialidad de la zona y con una variedad insólita) o innumerables kombini, las “tiendas de conveniencia” japonesas. ¿Sabes lo que son? Establecimientos abiertos 24 horas al día, siete días a la semana, para que compres en ellos casi cualquier cosa que se te ocurra. Los nombres de las cadenas te sonarán (7-Eleven, Family Mart, Lawson…), pero lo no te imaginas es la disparatada cantidad de delicias que ofrecen. Desde aperitivos (universales, como patatas fritas, o propios, como edamane o judías de soja) a dulces o bollos, los kombini son perfectos para recargar energía de modo fácil, rápido y delicioso. ¿Onigiri (bolas de arroz rellenas) envueltas en plástico -a los japoneses les encantan las cosas envueltas- para llevar? ¿Un bentõ para entrar en calor? ¡Lo que quieras!
Eso sí, si no tienes prisa y puedes desviarte del camino… prepárate. La especialidad local son las ostras (a mí, personalmente, no me gustan). Pero también encontrarás un delicioso besugo, ramen con todo tipo de marisco y pescado y sí, mucha fruta y verdura. ¿Y alcohol? Soy más de sake que de cerveza pero, en esta zona… ¡hay muchas cervezas autóctonas y artesanales, así que habrá que probarlas!
Japonismo
No lo dudes: si vas a Japón visita antes esta web. Es la referencia para decenas de miles de personas que quieren saberlo todo sobre el país, pero Laura Tomás y Luis Rodríguez, coautores de este reportaje, son algo más… Unos amenos y practiquísimos guías pero también dos magníficas personas que, en cada palabra, en cada gesto, exhalan pasión por viajar, aprender, mostrar y compartir. Hijo de sus experiencias y afán por transmitir y explicar Japón, sin ellos este texto no habría sido posible. ¡Ojalá podamos brindar pronto allí juntos, amigos!