¿Quién eres?
Un viejo conocido de las calles de Bucarest, mi ciudad natal. Fui grafitero, comercial de una constructora, trabajé en una tienda de skate, camarero, sigo siendo DJ en un bar llamado Control Club… Y, además, dirijo con Andrei Botescu una marca de bicicletas, Pegas.
¿Por qué entraste en el negocio del ciclismo?
No había ciclistas urbanos en mi ciudad, sólo se veía a la gente pedalear en el bosque y las montañas, y pensamos que había una oportunidad de mercado. La idea estaba en mi cabeza, y terminó de cuajar cuando fui a Amsterdam: me dije que ahí estaba mi futuro profesional y, también, que mi ciudad debía ser así.
¿Cómo es Bucarest para pedalear?
Llana, con apenas unas pequeñas colinas que la hacen perfecta para ir en bicicleta. A cambio, tienes que hacerlo entre 1,5 millones de coches y sin casi infraestructura ciclista.
¿Está, sin embargo, creciendo el ciclismo urbano?
¡La gente sí, aunque el número de ventas no tanto! Pero la gente se está dando cuenta del tiempo que pierde en los coches, y que ni los autobuses ni los tranvías son una alternativa eficiente. La bici es la única herramienta eficaz para ahorrar tiempo, y encima se ha puesto de moda y es divertida.
Tu marca se llama Pegas… ¿Cómo la definirías?
Pegas nació en 1972, y era la única marca de bicicletas rumanas. La marca desapareció en los noventa, pero compramos los derechos y retomamos las riendas, haciendo bicis actuales pero con el estilo de las clásicas. Nuestra primera campaña publicitaria hacía referencia a la nostalgia, y ahora animamos a “adueñarse de la ciudad”.
Desde el punto de vista del ciclismo, la situación en Rumanía es dramática
¿Está de moda la nostalgia?
Sí, y es también una buena forma de enganchar a los nuevos ciclistas. Pegas era una marca muy conocida, que está animando a la gente a volver a subirse a una bici. Pero hay muchos más usuarios: los que quieren ir muy rápido y usan fixies, los que prefieren ir relajados en una cruiser, los que también quieren ir a la montaña… Por eso ahora tenemos todo tipo de bicis en catálogo.
¿Cómo es ahora Rumania?
Es difícil decirlo… A veces te sientes muy libre, otras es muy frustrante. No sabemos si la economía va bien o mal, y desde el punto de vista del ciclismo la situación es dramática. Hace unos años el alcalde de Bucarest gastó 10 millones de euros en carriles bici, pero se hicieron sólo para lavar dinero: no se respetaron las especificaciones técnicas y hasta la policía los considera peligrosos.
¿Y los conductores? ¿Cómo ven a los ciclistas?
Es una jungla, aunque poco a poco nos aceptan entre el tráfico. Pero siempre puedes cruzarte con un taxista loco o con una chica conduciendo un todoterreno mientras mira Facebook en el móvil. Para colmo, el nuevo alcalde defiende sobre todo los derechos de los automovilistas pese a que Bucarest es la ciudad más contaminada de Europa y la quinta del mundo.
¿Cuáles son los mejores sitios para pedalear en Rumania?
Hay varias rutas cicloturistas que conectarán con las vías europeas, y pedalear junto al Danubio es una gran experiencia.