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No es casualidad que la portada y un reportaje de este número estén protagonizados por Gay’s Okay, iniciativa que reivindica y visibiliza a través de la bici al colectivo LGTBQIA+. Lo hacemos por dos motivos: por la obligación de seguir defendiendo a ese colectivo y, también, por reivindicarlo dentro del ciclismo, donde a veces no está demasiado presente.
No somos dados a posicionamientos políticos. Creemos que la bicicleta no tiene ni banderas ni colores.
Es fácil encontrar, además, similitudes entre el activismo LGTBQIA+ y el ciclista. Ambos quieren ciudades, sociedades, más respetuosas con el otro y más variadas y humanas. Enarbolan banderas como la libertad y el respeto. Y, sobre todo, comparten enemigos, aquellos que precisamente en defensa de presuntas libertades fomentan escenarios en los que impere la ley del más fuerte.
![¿Ya te has suscrito a Ciclosfera? ¿Ya te llega a casa?](/img/f961791bb6d394b26f50f5f841383296.872.0.0.0.6e9529b7.webp)
Tanto la masculinidad reaccionaria como el cochecentrismo buscan perpetuar una realidad, un estatus, pretendidamente tradicional pero partidista y ficticio. No somos dados a posicionamientos políticos. Creemos que la bicicleta no tiene ni banderas ni colores.
Confiamos en el discernir de las personas y en cómo, si se le facilitan las cosas, redescubrirán el ciclismo y lo elegirán como herramienta de cambio personal y social. La bicicleta no es un fin, sino un medio: desplazándonos en ella, sin interponer entre nosotros y el resto un vehículo mastodóntico, agresivo y hermético, veremos, escucharemos y compartiremos lo que otros viven. Y seremos, pues, más solidarios y empáticos con las realidades vecinas.