A diario nos subimos a nuestras bicicletas para recorrer la ciudad. Cualquier motivo es bueno para hacerlo: una reunión, un recado o, por supuesto, ir a la oficina (en mi caso, un coworking) para nuestras obligaciones cotidianas con Ciclosfera. Pero, de vez en cuando, también pedaleamos por placer, y eso fue lo que hicimos hace unos días con Dani Cabezas, amigo y redactor jefe de Ciclosfera. ¿El objetivo? Conocer una ruta que no habíamos pedaleado y explotar todas las posibilidades de Komoot, la app para planificar rutas con la que estamos colaborando.
La filosofía era clara: demostrar que, como hemos dicho en innumerables ocasiones, la bicicleta es un pasaporte perfecto para evadirnos de nuestra cotidianidad. Bastan unas pocas pedaladas para “teletransportarnos”, y bastan unas cuantas horas (en nuestro caso, una mañana) para descubrir y recorrer lugares inimaginables por su exuberancia y, al mismo tiempo, proximidad con nuestro entorno diario.
Dani Cabezas y yo quedamos un miércoles a primera hora, para evitar en lo posible las horas de mayor calor. Lo dicho: si queríamos mostrar lo cerca que está el centro de una ciudad, con su asfalto, tráfico y edificios, de paraísos naturales… ¿Qué mejor que arrancar en la emblemática Plaza Mayor de Madrid? Así fue: uno de los lugares más concurridos y turísticos de la ciudad (al menos, antes del coronavirus) era el lugar ideal para comenzar nuestro recorrido ciclista. Y así fue: abrimos en mi teléfono móvil la aplicación de Komoot y… ¡a pedalear!
Las bicicletas
Por suerte, y gracias a nuestra excelente relación con casi todas las marcas, siempre tenemos al alcance magníficas bicicletas de última generación para probar. Actualmente, estábamos realizando la prueba de dos bicicletas con pedaleo asistido, que fueron las elegidas para este paseo: una Canyon Roadlite:ON y una Moustache Friday 28.3. La primera es un modelo más orientado al asfalto, que se caracteriza por su ligereza. Respecto a la segunda, la Moustache, es una máquina algo más pesada pero, también, que aspira a ser más polivalente.
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En resumen: dos máquinas de primer nivel (no en vano, cada una de ellas está en torno a los 3.500 euros), y más que suficientes para nuestros propósitos. También, desde luego, dos bicicletas muy atractivas y llamativas: desde antes de empezar a pedalear, cuando ajustábamos el teléfono para usar Komoot, casi todos los transeúntes que caminaban por la Plaza de Mayor las miraban muy interesados, sabedores de que se encontraban ante dos máquinas más que especiales.
Antes de empezar…
Muchos de estos consejos son bien sabidos, pero siempre está bien recordarlos una vez más. En primer lugar, por supuesto, revisa tu bicicleta: comprueba que tanto los neumáticos como los frenos y demás componentes están en perfecto estado. En nuestro caso, no había ningún problema: tanto la Canyon como la Moustache vinieron perfectamente ajustadas de fábrica, son máquinas con muy pocos kilómetros (al menos, hasta que han pasado por nuestras manos) y de gran calidad.
Además de la bicicleta, tenemos que pensar en todo el equipamiento que vamos a necesitar. Sabedores de que tendríamos que circular por tramos con cierto tráfico, decidimos usar dos cascos (uno Specialized y otro XLC). El paseo no iba a ser demasiado largo (en total, unos 50 kilómetros aproximadamente, ida y vuelta), por lo que íbamos vestidos como cada día: una camiseta normal, unos pantalones cortos (el verano aprieta) y zapatillas deportivas. Y no mucho más: unas alforjas Giant H2PRO para transportar unas botellas de agua y la documentación.
Y, por supuesto, hay que tener en cuenta que usaremos el teléfono para seguir las rutas que nos ofrece Komoot. Y aquí va un consejo fundamental: no te compliques la vida y consigue un soporte de bicicleta para el teléfono móvil. Así lo hicimos, y no pudo ser más satisfactorio: bastaba con dirigir mi vista hacia el manillar para encontrar toda la información necesaria en la pantalla de mi teléfono. Es cierto que Komoot, si así lo configuramos, nos va indicando a través de una voz femenina de nuestro recorrido, pero la posibilidad de ir siguiéndolo dispara la practicidad del conjunto.
Otra buena utilidad de Komoot: aprovecha su potencial como ‘red social’ para compartir o consultar rutas. Si te das de alta en la app (ATENCIÓN: si lo haces en esta URL y utilizas el código ‘CICLO0620’ obtendrás, gratis, un pack de rutas valorado en 8,99€) podrás buscar usuarios que estén pedaleando por tu zona. No solo vas a sorprenderte por la gran cantidad de ciclistas que te rodean (y, sobre todo, de los muchos que usan Komoot), sino que también podrás recibir avisos cada vez que alguno salga a pedalear y hasta consultar sus rutas favoritas. Por cierto: otro punto fuerte de Komoot es la posibilidad de importar cualquier archivo en formato .gpx, .tcx o .fit, que correrá sin ningún problema en la aplicación, lo que nos abre un infinito abanico de opciones creadas por otros ciclistas y que, después, podremos “pulir” con las posibilidades que da esta plataforma.
El viaje
¡Empezando! Dani Cabezas y yo, a lomos de la Moustache y la Canyon respectivamente, nos reunimos en la Plaza Mayor de Madrid. Después de comprobar que está todo en orden, podemos empezar a rodar. Nuestro primer destino es Madrid Río, y Komoot nos orienta desde la primera pedalada: la mejor opción es bajar por la Calle Mayor. Son finales de agosto y primera hora de la mañana, por lo que apenas hay tráfico en el centro de Madrid, un amasijo de calles laberínticas y edificios históricos. La calle Mayor es, al menos en mi opinión, un placer: se rueda cuesta abajo y dejamos a nuestro paso, por ejemplo, la Plaza de la Villa y una larga lista de maravillosas construcciones. Así, hasta llegar a la Catedral de la Almudena, el Parque de Atenas y, casi antes de que nos demos cuenta, lleguemos al Puente de Segovia para cruzar el Río Manzanares y “aterricemos” en Madrid Río. Un paseo maravilloso que, con Komoot, no haremos solos: la aplicación fomenta la participación de sus usuarios, por lo que no es difícil encontrar fotos de los ‘Lugares Favoritos’ de otros usuarios, así como subir las nuestras (es posible introducir también un texto explicativo) para compartirlas o, por qué no, coleccionar para nuestro propio disfrute.
No es que Komoot sea demasiado necesario en Madrid Río, aunque siempre es entretenido consultar de todos modos la pantalla del móvil para saber datos como la distancia recorrida o la velocidad media. En Madrid Río, en todo caso, ya sabéis: mejor estar atento a los otros usuarios de la vía, especialmente los peatones que quieren disfrutar de esta agradable zona para un relajado paseo. Así que nada de carreras, sprints o exhibiciones de velocidad por aquí: mejor un pedaleo tranquilo disfrutando, ya, de algo parecido a un oasis de calma en el (casi) siempre ajetreado y frenético ritmo de la ciudad.
En el límite de la ciudad
Una ciudad que, al menos en su parte central, termina al llegar a la llamada M-30, vía de circunvalación que rodea todo el centro de Madrid y que, en esta parte (sudeste) es llamada la Avenida de la Paz. Hasta aquí hemos llegado casi sin tráfico, pero las cosas todavía van a mejor al entrar en el Parque Lineal del Manzanares, un lugar desconocido por millones de madrileños y que, pese a que su mantenimiento diste mucho de ser el recomendable, supone un cambio total de ambiente. Resulta sorprendente (y casi, perdón por la expresión algo ridícula, “mágico”) encontrarse de pronto con un entorno casi salvaje, en el que abundan árboles como sauces, chopos o fresnos, entre otras muchas especies.
Es miércoles por la mañana, y apenas se ven otros ciclistas en todo el recorrido. Algunos deportivos, por supuesto, pero también chavales y hasta niños, ya que el trayecto es muy cómodo y accesible para usuarios de casi cualquier edad. En ese sentido, Komoot también es muy recomendable: nos informa del tipo de vía que vamos a recorrer, y cuántos kilómetros pedalearemos por carril bici, asfalto o camino de tierra. También podremos incluir lugares “imprescindibles” en el recorrido, incorporándolos a la marcha e incluyéndolos con toda naturalidad en el paseo. Si la ruta propuesta por la aplicación, sin problema: podemos introducir todo tipo de variables, que automáticamente serán incluidas en el paseo. Y, como hemos dicho, muchas opciones para la comunidad: fotos, comentarios…
Balance
La experiencia, desde luego, fue inmejorable. Un Madrid muy, muy diferente: en unas cuantas pedaladas uno se va encontrando un paisaje cada vez más imprevisible, muy distinto del que solemos recorrer sobre nuestras bicicletas. Además del río, abundante vegetación con magníficas zonas de bosque. También campos de cultivo e, impresionante, cigüeñas. Imponentes nidos de cigüeñas con magníficos ejemplares. El balance es, casi, milagroso: en más de tres horas de camino nos hemos cruzado con más cigüeñas que con coches. ¿A quién no le apetece una experiencia así?