La Red permite encontrar, con unos cuantos clics bien buscados, una enorme cantidad de talento, y Karoline Schulte es un buen ejemplo. Suelo recorrer Instagram, Tumblr o Flickr buscando buenos fotógrafos más allá de los nombres famosos. Fue así como me crucé con Schulte: de pronto, en medio de cientos de ‘thumbnails’, me llamó la atención un autorretrato a contraluz. La imagen de una ciclista silueteada por el sol. Consuela, en estos tiempos difíciles, reencontrarse con el género humano a través de su talento. Es muy sencillo, gracias a Internet, contactar con las personas.
“Vivo en Renania del Norte-Westfalia, al oeste de Alemania, y soy profesora en un instituto de enseñanza media”, cuenta entusiasmada Karoline Schulte en un español impecable. “Cuando era pequeña mis padres no tenían coche, así que la bicicleta fue siempre mi medio de locomoción. Aún hoy, al pedalear, me siento independiente y libre. Mi cabeza se llena de ideas creativas. Y, aunque no lo siento como un deporte, me encanta el esfuerzo que exige el pedalear”.
Describir es destruir, sugerir es crear: lo dijo Robert Doisneau. Eso son las fotos de Schulte: sugerencias y susurros. Gritos ahogados. Miradas a través de lágrimas. “Mis fotos son momentos de mi vida diaria o mis viajes”, explica la fotógrafa, “donde busco algo bonito en mi entorno, hallar magia en lo común. Me gusta sacar fotos entre la luz y la sombra y creo que la bici, al estar tan cerca del aire y de la naturaleza, me ayuda a ver. A sentir”. Sentir la vida y otras personas, y sentirse también a ella misma: “A menudo saco fotos de mi sombra”, aclara, “una especie de autorretratos indirectos que me permiten reducir colores y complejidad a mi imagen”.
El factor humano
Modesta, Schulte no quiere dar ningún consejo y dice sacar fotos “de manera instintiva y poco profesional”. Pero sí valora, antes de fotografiar algo, tomarse “un tiempo. No pienses en qué pensará la gente al ver tu foto: aprovechar el momento porque, tal vez, nunca se repetirá”. Después está el buscar, como un oasis urbano, superficies reflectantes que distorsionen el mundo. “Me gusta centrarme en los reflejos, porque en ellos las distintas superficies se transforman en lienzos, en pantallas que cuentan historias. Cuando fotografío a otras personas no busco documentar, sino captar un efecto artístico. Un factor humano. Algo que no se ve, pero que se se siente en lo que se ve”.
Sus fotógrafos favoritos son Saul Leiter, Jessica Backhaus y Teju Cole. Le gustan las películas de Carlos Saura y David Lynch, y los retratos de David Hockney. Y ama, por encima de todo, las cosas sencillas. “Mi bicicleta es antigua y modesta, casi como un compañero. La uso para ir de compras, visitar amigos o salir a hacer fotos”. Las bicis son también, claro, “algo muy estético. Me gusta sobre todo su forma: por eso me gusta fotografiar sólo su sombra, y así eliminar distracciones y colores”.
[Este artículo forma parte de la edición impresa del número 25 de Ciclosfera. Lee el número completo aquí]