¿Cuándo empieza a trabajar en BH?
Estudié ingeniería Industrial, fui un año a Inglaterra para aprender inglés y empecé a trabajar en BH con 24 años, en 1971. Ya conoces la historia de la empresa: fue fundada en 1909 por tres hermanos (Cosme, Juan y José Domingo), tras la Guerra Civil mi abuelo, Cosme, se quedó al frente, después tomó las riendas mi padre y luego me tocó a mí.
44 años en el sector, entonces. ¿Vive la bici un momento dulce?
Eso es lo que dice la prensa, pero es una industria con un problema: no hay barreras y sí mucha competencia Sólo en España hay más de 200 marcas, porque es muy fácil hacer bicicletas. Hay mucha demanda, pero también mucha oferta, y eso que hace que no sea demasiado buen negocio… Ya sabes: los buenos negocios son de los que no se habla, y de la bici todo el mundo habla.
“Lo que tiene que crecer es el ciclismo urbano, y de hecho lo está haciendo en Europa”
Pero sí suben las ventas.
Si, suben, y la imagen de la bicicleta también. Antes y después de la Guerra Civil la bicicleta era un medio de transporte. Después se transformó en juguete, en una herramienta deportiva… Y ahora ha vuelto a ser las tres cosas. Pero lo que tiene que crecer es el ciclismo urbano, y de hecho lo está haciendo en Europa y, poco a poco, en España.
BH lleva muchos años, 6, apostando por la bicicleta eléctrica. ¿Por qué?
Hace mucho tiempo fuimos hasta Japón para hablar con Panasonic, que estaba haciendo y vendiendo ya bicicletas allí. Creíamos en ella, y ahora tenemos buenas y varias tecnologías. Creo que serán una parte muy importante del futuro.
“De momento, la bicicleta urbana tiene que encontrar su sitio en la ciudad”
¿Hacía dónde evolucionará la bicicleta urbana?
De momento tiene que encontrar su sitio en la ciudad. En España tenemos mejor clima que en el resto de Europa, pero peor estructura, y si no cambiamos esto último las cosas no cambiarán. En los lugares donde hay buena infraestructura ciclista y buen clima, como Las Palmas de Gran Canaria o Sevilla, se ven muchísimos ciclistas. Y sí, espero que cada vez haya más… Muchas serán eléctricas, otras serán de transporte para las cortas distancias… El coche, por supuesto, también evolucionará y muchos serán eléctricos e, incluso, quizá sin conductor.
¿Por qué las instituciones no apoyan más a la bici?
No quiero criticar… Pero es cierto: hay que hacer infraestructuras. En España nos movemos por extremos: en Vitoria, por ejemplo, hay bicicletas por todos lados, mientras en Madrid apenas se ven porque no es una ciudad preparada. Muchos políticos ven a la bici como un deporte, simplemente, y no como un medio de transporte. Donde sí la apoyan, en lugares como Zaragoza, Sevilla o Barcelona, están mucho mejor. Creo que poco a poco la bicicleta se hará más presente en todas las ciudades, pero no le pidamos peras al olmo. Adaptar las ciudades a la bici será lento y caro.
“Adaptar las ciudades a la bici será lento y caro”
La industria de la bicicleta crea empleo, exportaciones… ¿Por qué no tiene más apoyos?
Somos una industria pequeña y protestamos poco. En BH preferimos no interferir con los poderes públicos: somos una empresa totalmente privada, pagamos nuestros impuestos y yo, en particular, no soy partidario de subvenciones sino de ciudades preparadas para la bici. Y que lo hagan por convicción, y no por el juego sucio, las presiones o las súplicas de nadie.
BH vende bicicletas en medio mundo. ¿Cómo lo han logrado?
Empezamos cuando se comenzaba a hablar de la “globalización”, pero todavía somos nuevos… Habrá que ver dónde estamos dentro de 20 años. En Europa, por ejemplo, vendemos bicicletas mucho mas caras: la calidad y los componentes importan más que el precio. En México, por ejemplo, llevamos 25 años, y es un lugar más extremo donde sólo vendemos bicis de gama alta.
¿La última crisis económica ha sido la peor que ha visto?
No lo sé… A nosotros nos afectó todavía más la conflictividad industrial y los tiempos revueltos de los años ochenta y noventa. Había mucho terrorismo, conflictividad laboral… Eso fue lo más duro: he visto asesinar a amigos o que nos pidieran el impuesto revolucionario y negarnos.