Madrid, 10 de septiembre, final de La Vuelta a España. Alrededor del O lab, el camión donde Oakley presentaba la nueva colección de Cycling 2018 y explicaba la tecnología de sus gafas, todo era movimiento.
Un grupo de diez afortunados, ganadores de un concurso, se enfundaba su equipamiento Oakley para dar unas vueltas al circuito en el que después correrían los profesionales. Pero el gran motivo por el que decenas de aficionados se acercaban a la zona era poder conocer en persona a su ídolo, Ibon Zugasti, embajador de la marca. “La gente dice que tengo carisma”, contaba el hombre que ha revolucionado Internet con sus hazañas ciclistas, “pero simplemente digo cómo me siento en cada momento y soy un enamorado de la vida. Me muestro tal y como soy, comunico mi día a día e intento transmitir toda la fuerza que hay en mi interior”.
Todo por la bici
Mucha fuerza: la misma que le ha llevado a ganar recientemente la Epica GAES Atacama o la Orbea Monegros. La misma que, como él mismo cuenta, le llevó a dejarlo todo para competir. “Desde 1993 soy ciclista, pero en 2004 dejé mi trabajo como diseñador gráfico para centrarme en la competición. Conocí a Josef Ajram, todo un pionero de la comunicación, y me dijo que siguiera sus pasos. Así que empecé con un blog personal y, desde ahí, me inicié en Instagram, Facebook, YouTube y todo lo demás”.
Sus primeros pasos, en cambio, se dirigían por otros caminos. “De pequeño era más de catequesis y solfeo”, reconoce entre risas. “Mi padre cantaba en una coral, y quería que me dedicase a esto. Pero a mí ya me apasionaba el deporte: jugaba al fútbol, a la pelota vasca, hacía remo y, cuando me fui a vivir a Barcelona con 20 años, en 1992, me compré por fin una bicicleta”.
“Soy, sobre todo, ciclista urbano… ¡Ni siquiera tengo carnet de conducir!”
Desde ese día, asegura, no ha dejado de pedalear. “Además de ciclista de montaña y carretera, soy sobre todo ciclista urbano… ¡Si ni siquiera tengo carnet de conducir!”. En efecto, no hace falta preguntarle nada más para que empiece a verter piropos sobre nuestra máquina favorita: “En bici no dependo de nadie, me siento libre. La bicicleta es ser uno mismo: es compañerismo, por supuesto, pero también importan tu carácter y tu fuerza”.
Un carácter que le llevó a empezar a competir pasada la treintenta, convertirse en el mejor ciclista amateur en España en 2009 y, finalmente, debutar como profesional casi con 40 años, compitiendo con Contador y Nibali, en el Tour de San Luis. Un carácter que, también, le lleva a ser fiel y un absoluto defensor de la marca que le ha traído ante sus fans en este final de Vuelta: “Oakley es una marca muy exigente, que sólo elige a los mejores, y si han confiado en mí es porque saben que tengo nivel”.
Un amor correspondido
Su relación con Oakley va más allá de un acuerdo comercial: “Tuve mis primeras Oakley en 1995, y siempre he usado esa marca. Pero fue cuando me sumé al equipo Imparables cuando nos conocimos. Les gustó mi manera de trabajar y que, además de rendir como ciclista, me gusta comunicar, soy cercano y disfruto de estar dos horas haciéndome fotos con la gente”.
Él, desde luego, también confía en Oakley: “Para mí no hay otra marca, y cualquiera te dirá lo mismo”, asegura. “Sus lentes son brutales, espectaculares… En la Cape Epic, por ejemplo, ves cómo algunos profesionales, patrocinados por otras marcas, se cuelgan sus gafas del maillot cuando la visibilidad es escasa. En cambio, los que llevamos Oakley, no nos las quitamos en toda la carrera: con ellas se ve a la perfección. No hace falta que te hable de su diseño, pero es que encima puedes darte un golpe enorme y siguen como nuevas. Tengo suerte: puedo elegir las marcas que llevo, ser coherente conmigo mismo, y en este caso Oakley me eligió a mí y yo a ella”.
*Este reportaje forma parte de Ciclosfera #22. Lee el número completo aquí. *