Hora punta. Pedaleo por una céntrica calle con tres carriles por sentido y entre un océano de coches ocupados, en su gran mayoría, por una sola persona. El colapso es total y se masca la tensión en los conductores: puedo verlo en sus caras, aspavientos y puñetazos al volante. Algunos, los más resignados, aprovechan para manipular su teléfono móvil: actualizar su estado de Facebook, jugar al *Candy Crush *o, quizá, avisar a su jefe de que van a llegar tarde al trabajo una vez más.
Aparentemente ajenos a todo ello, los peatones hacen su vida en los estrechos márgenes de la calle. Operarios del ayuntamiento taladran el firme por enésima vez. La frutera despacha a una pareja de jubiladas. Un joven pasea a dos perros que ladran a todo lo que se mueve. Y una mujer de mediana edad da sus primeras y tímidas pedaladas por la acera, haciendo oídos sordos a los gritos de un portero que le increpa que su sitio está en la calzada, con el resto de vehículos.
España es el segundo país más ruidoso del mundo, sólo superado por Japón
Nadie parece ser consciente del atroz nivel de decibelios. Y eso que el ruido es la principal causa de contaminación ambiental en las ciudades, por delante de la contaminación del aire, al contrario de lo que mucha gente piensa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), España es el segundo país más ruidoso del mundo, sólo superado por Japón. Los datos se ponen sobre la mesa cada 29 de abril, Día Mundial contra el Ruido, pero pasados los escasos actos protocolarios y las pertinentes alertas, que con suerte consiguen un breve en los periódicos, la vida sigue su curso. Y el atasco, los operarios y los sufridos peatones, también.
Más ruido, más estrés
La OMS recomienda no superar los 55 decibelios durante el día. A partir de los 75 dB el ruido puede ser dañino, y en los 120 dB se sitúa el umbral del dolor. “La contaminación acústica de las grandes ciudades puede afectar a nuestros oídos de dos maneras: de forma aguda y por exposición crónica”, explica Carlos Martín Oviedo, otorrino. “La primera se produce cuando nos exponemos a ruidos intensos, como la maquinaria de obras, y conlleva lo que llamamos traumatismo acústico, que puede acarrear desde un pitido pasajero a uno permanente e incluso una pérdida auditiva. La segunda es la afectación por exposición crónica, que conlleva perdidas auditivas precoces, generalmente de umbrales agudos”. Martín Oviedo lo tiene claro: “Nuestro oído está preparado para los ruidos de la naturaleza, y no para los ruidos artificiales, por lo general agudos, que nos rodean en las grandes ciudades. Por nuestras consultas pasan pacientes con una pérdida auditiva y un pitido crónico relacionados directamente con la exposición a esos ruidos”.
Más allá de las afecciones puramente físicas, más presentes en la edad adulta o la vejez, la contaminación acústica está íntimamente ligada a dolencias de nuestro tiempo como el estrés o la ansiedad. La psicóloga Belén Hernández lo explica a la perfección. “El ruido, al igual que otros elementos como la contaminación visual, supone un esfuerzo cognitivo extra que implica más recursos, genera más cansancio y puede incrementar el nivel de estrés”. Prueba de ello son técnicas como el mindfulness. “Este tipo de prácticas se basan en la meditación y la relajación, y el silencio es siempre un elemento clave para conseguir un estado de relajación óptimo. Difícilmente podremos conseguirlo si vivimos en un lugar con ruido constante”.
Se calcula que el 80% de ese ruido que soportamos a diario está generado por el tráfico rodado. De nuevo, la bicicleta se ha de abrir paso por una cuestión de necesidad básica. Es urgente. Porque de la misma manera que a vivir en lugares habitables y dignos, tenemos derecho al silencio.
BARCELONA Y MADRID, LAS MÁS RUIDOSAS
¿Cómo percibimos el ruido de nuestras ciudades? ¿Cuáles son las más ruidosas? Según un estudio realizado por la Comisión Europea en 79 ciudades de la UE, Turquía y Noruega, Barcelona y Madrid son las dos urbes españolas más ruidosas. Están en lo más alto del podio, sólo superadas por Bucarest y Estambul, que lidera la clasificación. Se preguntó a 500 habitantes de cada ciudad si el ruido era un problema para ellos: tanto en Barcelona como en Madrid el 67% de los encuestados dijo que sí.