Apariencia clásica y temas revolucionarios. Escenas grupales, casi caóticas, contempladas desde un punto de vista solitario y discreto. Gritos a través de susurros. El pintor Paul Cadmus (1904-1999) fue un artista de contrastes, un adelantado a su tiempo, un genio que, pese a atreverse a afrontar temas que todavía escandalizan a algunos (homosexualidad, miseria, desenfreno), apenas es reivindicado en la actualidad.
Hay mucho de Cadmus en Finisterre: trazos casi renacentistas, escena coral y, por encima de todo, la soterrada relación de sus dos protagonistas, dos jóvenes de apariencia escultural y cuyos destinos, pese a ni siquiera mirarse, parecen condenados a cruzarse. En el cuadro nadie habla. En ese puerto apenas se adivina el mar. Pero, tarde o temprano, los chicos de las bicicletas se encontrarán y pedalearán.