Vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Eso afirma Carl Honoré en su Elogio de la lentitud, la biblia del movimiento slow publicada en 2004. “Nos inculcan el miedo a perder el tiempo”, añade Honoré, “pero es la aceleración la que nos hace desperdiciar la vida”.
Es cierto: nos imponen la prisa y la hiperactividad, la importancia de las apariencias, el culto al dinero y al lujo. Conceptos de los que el artista austriaco Han Lan se pitorrea con obras como el Fahrradi Farfalla, su descomunal criatura con cuerpo de superdeportivo y alma de bicicleta. Una contradicción, una broma, una máquina a pedales envuelta en un armazón de cartón.
El Fahrradi y LaFerrari
Tras crear el Ferdinand GT3, una bici con aspecto de Porsche que llegó a aparecer en Top Gear, el programa televisivo de coches más exitoso del mundo, Lan quiso indagar en el lenguaje estético de Ferrari. “Vi en Internet que la marca iba a crear un nuevo modelo para sustituir al Enzo como tope de gama”, explica el austriaco, “y decidí lanzar mi coche antes que el suyo. Fue muy estresante, pero lo logré, y cuando un periodista alemán se lo enseñó a Luca di Montemezolo, el entonces presidente de Ferrari, tuvo que reconocer que plasmaba la esencia de su empresa y que en un futuro podrían lanzar un coche parecido. Así fue: el LaFerrari fue presentado un año después… ¡Y se parece tanto que hasta te diría que me copiaron!”, asegura entre risas.
Hacer el imponente Fahrradi exigió a Lan un año y medio de trabajo. Para asegurar su viabilidad y solidez contó con la ayuda de Paris Maderna, dueño de una pequeña bicicletería vienesa que también desarrolla vehículos, pero según explica lo más difícil fueron las alas de gaviota. “Decidí que tenían que poder abrirse y cerrarse en marcha”, cuenta Lan, “por lo que inventé un mecanismo antigravitacional que supone un paso más allá en cuanto a construcciones ultraligeras”. Medio en broma medio en serio, el artista asegura que con las puertas abiertas el coche-bicicleta parece “una mariposa sobrevolando un prado en verano, y por eso se llama Fahrradi Farfalla. Fahrradi es un juego de palabras entre Ferrari y ‘fahrrad’, bicicleta en alemán, y Farfalla es mariposa en italiano”.
Poder ir despacio es el verdadero lujo
Además del Ferdinand GT3 y el Fahrradi, Lan tiene una tercera criatura, el UC Veyron (que recrea al todopoderoso Bugatti Veyron), y se disfraza de excéntrico millonario cada vez que muestra sus coches: cubre su rostro con un bigote imposible, la calva con una peluca y se pone una ropa que recuerda, digamos, al último Elvis Presley. Es otra forma de hacer el arte tan grande como la vida, de alcanzar la ‘gesamtkunstwerk’, la obra total a la que, según Richard Wagner, debería aspirar el artista.
A pedales
Volviendo al mundo real, es obligatorio preguntar a Lan por los coches y las bicis. “Reconozco que de joven amaba los superdeportivos”, dice, “algo que ahora lamento porque estoy absolutamente en contra de su filosofía. Creo que poder ir despacio es el verdadero lujo. Respecto a las bicicletas, son lo más importante que les ha pasado a las ciudades en los últimos tiempos. El coche eléctrico no arreglará nada, lo arreglarán las bicicletas eléctricas. Eso y los vehículos antigravitacionales que nos permitan viajar a otros planetas”.
¿Perdón? Fingimos no haberle escuchado y, para concluir, le preguntamos por su próximo proyecto. Por supuesto, vuelve a sorprendernos: “Quiero hacer el yate más grande y lujoso del mundo a pedales. Pero he sufrido recientemente un pequeño problema existencial y aún no he podido acabarlo”. Estaremos atentos, Han Lan: cuando el yate esté finalizado nos encantaría subirnos, y darnos un buen baño en él.