El dato es para echarse a temblar: la contaminación atmosférica ha provocado la muerte prematura de unas 93.000 personas en España a lo largo de la última década. Solo el dióxido de nitrógeno ha sido culpable de 6.085 muertes evitables cada año en en nuestro país, según un estudio publicado en la revista *Environment International. *Y pese a ello, la reciente entrada en vigor de Madrid Central, en virtud del cual se restringe el acceso a la ciudad de buena parte de los automóviles más contaminantes, las críticas se han sucedido en cascada, especialmente por parte de la oposición.
Pero, ¿qué hacen en otras capitales europeas para combatir los malos humos? ¿Es cierto lo que afirman algunas voces, que sostienen que esta es una medida restrictiva sin parangón? Estas son las medidas que ya se han aplicado o se planean a corto medio plazo en otras latitudes del viejo continente:
LONDRES
Desde 2003, todo aquel que quiera acceder en vehículo privado al centro de la ciudad ha de abonar una “tasa de atascos” de 11,5 libras (unos 13 euros) a cada coche privado que entra en el centro de la ciudad, en el llamado “perímetro de bajas emisiones”. Además, los conductores de los vehículos más contaminantes, los matriculados antes de 2006, han de abonar una tasa adicional de “toxicidad” de 10 libras (algo más de 11 euros).
PARÍS
Desde 2017, los vehículos que circulen por la capital francesa han de llevar en un lugar visible una etiqueta de “certificado de calidad del aire”, que clasifica los vehículos en cinco categorías según la contaminación que emiten. Cuando se dan episodios de alta contaminación se aplica la llamada “circulación diferenciada”, que prohíbe transitar por la ciudad a los vehículos más contaminantes en base a su matrícula. Además, los vehículos particulares que lleven en circulación desde antes de 1997 no pueden circular los días laborables desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Y la alcaldesa, Anne Hidalgo, ha manifestado su intención de prohibir los coches de diesel en 2024 y de gasolina en 2030.
ROMA
La circulación alterna también se aplica en la capital italiana cuando los picos de contaminación superan los estándares fijados. Además existen cuatro zonas diferenciadas: en el centro histórico solo pueden circular vehículos autorizados y eléctricos. Conforme uno se aleja disminuyen las restricciones. Así, en el área que rodea el centro histórico, los vehículos más contaminantes no pueden circular los días laborables. En la zona siguiente, éstos mismos vehículos no pueden circular cuando los niveles de polución sean elevados.
BERLÍN
Desde 2008, el centro de Berlín está calificado como “Zona Medioambiental”: sólo se permite la entrada a ella a aquellos vehículos que cumplan una serie normas en materia de emisión de gases. Para ello existen una serie de distintivos que identifican al coche como poco o muy contaminante, siendo los que tienen las placas verdes los más limpios y los únicos que pueden circular por el centro.
OSLO
La capital noruega es una de las más avanzadas en la lucha contra la contaminación. Allí, a partir del inminente 2019, sólo los vehículos de los residentes podrán circular por los 1,3 km2 que componen su almendra central. Todos los demás, incluso los vehículos eléctricos, tendrán prohibido el acceso, lo que la convertirá en la primera capital del mundo libre de tráfico.
HAMBURGO
El conocido proyecto Green Network, del que hemos hablado en Ciclosfera en alguna ocasión, planea que de cara al año 2034 al menos el 40% de la ciudad esté completamente libre de coches. Eso equivale a un área de 70 kilómetros cuadrados en los que proliferarán las zonas peatonales, los grandes espacios verdes y, por supuesto, las bicicletas, grandes protagonistas del plan.
ATENAS
La capital griega vive un auténtico caos circulatorio desde hace décadas. Quizá por ello su normativa es de las más pioneras: desde el año 1982 se utiliza una normativa de circulación alterna según los números pares e impares de matrícula, en un protocolo que deja de estar en vigor durante los meses de julio, agosto y septiembre. Pese a ello, los índices de contaminación y los atascos siguen siendo un grave problema para sus habitantes.
TALLÍN
En la capital de Estonia han optado por otra alternativa: un sistema de transporte público completamente gratuito. Esa apuesta que ha posibilitado que su uso se dispare y que los habitantes de la ciudad sólo utilicen el coche en los casos en los que resulte verdaderamente necesario, dado el elevado precio de hacerlo.
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